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domingo, 17 de febrero de 2013

La espera


La espera, con infinita calma y paciencia, expectante, te busco como a una flor, no lejos de la noche, mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del rocío.
Hay en la espera, un rumor a lila, rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día, una partición de sol con pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre, una tribu de palabras mutiladas, busca asilo en mi garganta para que no canten ellos, los funestos, los dueños del silencio.
La espera, en ella he dado el salto de mí al alba, he dejado mi cuerpo junto a la luz y he cantado la tristeza de lo que nace.
Soy la silenciosa en el desierto, la viajera con el vaso vacío, la sombra de mi sombra.
Sin desesperación ni ahogos, sólo con penas profundas, te espero tan sólo por un minuto de vida breve, único, de ojos abiertos que te ama en su mirar, danzando de alegría entre flores pequeñas como palabras sentidas y dulces.
La espera, desnuda en el paraíso de mi memoria, sin conocer el destino de mis visiones, tengo miedo de no saber nombrar lo que no existe.
Salto de estrella a estrella, de sombra en sombra, muero de muerte lejana, la que ama al viento.
La espera, mi memoria iluminada es como una galería donde vaga la sombra de lo que espero.
No es verdad que vendrá.
No es verdad que no vendrá.
La espera, no quiero ir tras tu búsqueda como sonámbula y transparente en nuestro nido de hilos que tú dejaste y ahora rígido sólo me danzo y me lloro con tus recuerdos doblemente sufrida en la memoria de aquí y de allá.
Y en la noche un espejo de cenizas como una visión lejana refleja tu amado rostro, en mi corazón de medianoche.
La espera interminable, pasa lenta, con pausas dolorosas y en un canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas, me amordaza, me quiebra, me inunda de llantos largos.
La noche que fue de los dos, se dispersó con la niebla y quiero mirar tu rostro una vez más hasta que se aleje de mí el miedo como un pájaro al borde filoso de la noche.
Pero el silencio sin ti es cierto y por ello mis palabras vuelan en el aire porque estoy sola y escribo.
No, no estoy sola, hay alguien junto a mí que tiembla.
Delicia de perderse en la imagen presentida, voy en busca de quien soy, peregrina de mí, voy hacia la que duerme en un país al viento.

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