Susurros
del alma, están en mí, como una lluvia de suavidades indefensas, íntimas que
claman por sacarme de mi rutina diaria y solitaria para arrastrar mi sed de
verme en el silencio de tus miradas grises.
Susurros
del alma, calmos, cálidos, íntimos que como una brizna viva me acercan a tu
lejano letargo de cariño para nacer en tus atardeceres bajo el canto de tus
besos en la danza de tus brazos en el ritmo de te anhelo en flor.
Susurros
del alma, encienden la leña de tu cuerpo de mármol perfumado para recibirme
entre las lenguas encendidas de tus manos, pero son sólo sueños, son pasados
tibios porque son futuros limpios.
Pienso
en tus brazos de estatua, esculpidos por la pasión fresca de mis formas tuyas.
Susurros
del alma, murmullos sutiles, dedicados, que llegan de improviso, rumoreando
frases de amor entre jacarandaes madurados en la distancia.
Los
siento llegar como mariposas al vuelo de fuego y de tormenta en mi alma juglaresca, en mi mente de
fantoche apabullada y me arrullan en mis horas muertas esperándolos como busco
tu figura desdibujada y deslineada.
Susurros
del alma, los quiero junto a mí, sintiendo las caricias no como un viento indiferente, sí con besos
ardientes y apasionados, jugueteando en mi carne muda de cariño.
Susurros
del alma, los siento aflorar en todo mi ser, esperándolos expectante en mi
silencio colmado de ti, como un juego puro, sencillo.
A
veces se me olvida que vivo de milagro el amor fabuloso que me inunda ingrávido
sobre tu recuerdo con corazón de magia sintiendo la ilusión de que nada nos
cuesta nada.
Que
el hecho más simple, el primero y el último del mundo fue querernos.
Susurros
del alma, viven en mí como luces extrañas que buscan el amor, ese, el anhelado,
el verdadero, el que busco torpemente con una cálida fuerza extrañada.
Los
espero tropezando con el cielo, entre papeles que esperan mi prosa de amor
inspiradas por ti, mi amado amante.
Susurros
del alma, los abrazo tiernamente, se acercan con gracia, con un querer ansiado,
traen un sueño, un sueño único que siento todo trémulo por haberlos esperado
siempre.
Susurros
del alma, entre tibias memorias, sin contornos, entre lirios y verdes valles,
tientan mi recuerdo y mi albedrío haciendo nacer en mi suelo hasta tu frente
una hiedra de amor enternecida.
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