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lunes, 25 de febrero de 2013

Mis huellas en tu mar


Mis huellas en tu mar, mis marcas en tu piel, entre estrías de luces, entre maravillosos perfiles que rutilan por el agua entre festejos y júbilos al velar el ardoroso buscarte en la plenitud del acierto de este amor por ti.
Dejé mis huellas en tu cuerpo de mar, entre un oleaje resplandeciente de ardores que te recorren como finas plumas del aire, cubriéndote de besos, caricias, en las puntas de las olas intentando cubrirte con mis ansias locas.
Mis huellas en tu mar, iluminan mis intentos de que no me olvides nunca, entre clamoreos festivos, jubilosos, inocentes, plenos de relumbres, de fulgores, proclamando cómo te estoy queriendo y dejándote ante tu orilla mi cuerpo virgen y puro que alegremente se te entrega.
Las olas van formando con monosílabos palabras de amor que te susurran entrecortadas para que las descubras sirviéndote a tus deseos de que tú y yo formemos un doble espejo donde nos refugiaremos para amarnos.
Mis huellas en tu mar casi desaparecen, se desdibujan, las olas en la arena las van llevando entre la espuma hacia la espesura del mar, donde tú me esperas, ansioso y desesperado por tenerme entre tus brazos.
Mis huellas en tu mar se adentran entre las aguas en una actividad a veces frenética y a veces pausada, fluyendo hacia ti, mi amante, porque eres amado.
Muestra en tu hacer, ¡que eres un afluente del gran fluido que es la vida!
Mis huellas en tu mar, como magia de amores, viviéndolos, sintiéndolos en grandiosos momentos de belleza y gozo sin par, entre imágenes de desbordantes fantasías y percepciones en torno a lo Divino.
El mar nos ciñe, más y más, como un cerco de alegría, colmándonos de asombro al mirarnos entre espumas que desfallecen en la orilla.
Mis huellas en tu mar se hunden de a una, de a cien, de a mil, las incontables pisadas cristalinas, que como figuras de blanco mármol quieren estrecharte entre sus senos, de una  en otra, evadiéndose ligeras y permaneciendo siendo ninfas.
Son juego de raudo amor, entre tú y esta ninfa rápida que apenas erguida cae entre tu espuma desfalleciendo en tu orilla entre verdes curvas, con luces vagas en un gran hervor de cuerpos en proyecto. Se enlazan en las ondas en altas quejas estremecidas de gozos y placeres, entre deseos que se alzan en ligeras crestas de ondinas, entre ansias que se mueren en blancuras de amores nuevos.

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