Margaritas
deshojadas, sus pétalos blancos, amarillos y lilas colman el campo como manto
entretejido de “te quiero y no te quiero”.
Son
conciertos de notas aterciopeladas moviendo a ratos el sauzal y después
tornándose a la quietud hecha de amores perdidos y hallados sin saberlo entre
cantos y sentires.
¡Oh,
vientos del jardín de los recuerdos!, desde el fondo soplad, trayéndome las
margaritas deshojadas que las quiero besar.
Entre
albas transparentes vestidas de ilusión, cuyos llantos sin causa derramaron
sobre las flores, mi inocencia pasó.
Margaritas
deshojadas, tengo pétalos en los labios y palabras escarlatas que jamás he
intentado pronunciar.
Tengo
secretos inconfesables, que de tanto guardarlos, los he perdido entre mil pétalos
blancos que mis ojos viajeros del tiempo, cansados de pronosticar, se diluyen
entre este mar de margaritas deshojadas.
Tengo
pétalos pegados en mis sienes, en mi pelo, en mis manos, en mis yemas, como
plumillas que escriben sueños, nácares, tesoros…
Tengo
pétalos, suaves pétalos carnosos de mis margaritas deshojadas debajo de mis
pies, recorriendo el gran sendero blanco, amarillento de mi nido de amor.
Invierto
en el presente, apuesto a futuro, a poesía y floraciones perennes, a todas las
margaritas deshojadas por amor, a los pensamientos cárdenos de setiembre y a
las flores de los montes que no vacilan abrazando en adoptar retoños nuevos.
Tengo
en suma un chal de pétalos tejidos y destejidos de margaritas deshojadas,
alegre, colorido, al que accedo una y otra vez por éste y otros poemas
inspirados por ti, mi amor.
Margaritas
deshojadas, perdidas, desperdigadas en el prado, mágicas en mi lecho de
ilusiones de amor por ti, irradian el fulgor que seca las fuentes de mi llanto.
En
sus pétalos te recuerdo y amorosa te exalto, mientras en la tarde te inclinas
en tus largas manos y te envuelven como tules que en tu pecho se derraman.
Margaritas
deshojadas, manantial de dicha que suave se extiende entre caminos y senderos
remontando los sueños a las nubes altas como río de la música, llovizna de
suaves pétalos, que serenamente por dentro nos abrazan.
Blancas
vislumbres, flores fugacísimas, florecen y se deshojan por los campos como
pétalos de espuma por una playa entre esplendores del mediodía y el trabajo del
alba.
Margaritas
deshojadas, par ti, mi amor, pidiendo tu quiéreme, siempre tu quiéreme, ya te
amo sin haberte visto nunca, ya te busco por los confines del mundo, ya sin ti
no puedo vivir, te necesito amor.
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