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jueves, 21 de febrero de 2013

Soledad de a dos


Soledad de a dos, aislamiento de dos almas que estuvieron unidas en el ayer lejano, ahora en un desamparo triste y melancólico, lloran llantos de tempestades.
En noches solitarias, en el pasado, unidos formaban un solo ser, de a dos, unidos por lazos que parecían indisolubles pero el tiempo los fue diluyendo en la nada, quedando los espíritus en un total desamparo y de sombras se anegaron, de tristezas y penas.
Soledad de a dos, el tedio pesa y el silencio flota, despertándose dolores y hondas congojas que parecen eternas como la flor desprovista de perfumes, ya que es la que más prolonga su existencia.
Soledad de a dos, sólo subsiste proyectos, proyectos arrumbados y corazones envejecidos y mustios.
Lenguaje de congojas que en las heridas de los pechos mora, escondido en lugares secretísimos que descienden a lo hondo de las almas.
Y entre las sombras voces se escuchan, leves, tenues, que dicen: ¿seguir?, ¡si no se llega!
Ya que seguir es luchar, ¡qué inútil lucha!
Ya nunca más existirán los besos, aquellos dulces y tiernos en las frentes, en las manos, en los cuerpos, aún sin ser tocados, se dormirá profundamente ese mago azul de la mentira.
Soledad de a dos, ¿qué persiste de todos los lirismos cultivados en esta hoy claridad abrumadora, sólo frialdad de sentimientos, aislamiento extraño entre dos seres que siguen juntos, entrelazados en la red de inercia del vencido y acabado amor.
Soledad de a dos, el ensueño y la melancolía, encienden los sueños donde la lucha diaria y ardua agrandan la existencia para sobrevivir juntos en un temblor de anhelos no cumplidos y esperanzas truncas.
Entre ambos se alza la copa de la amargura, una antorcha incierta de una luna yerta, errabunda y muerta, sólo existe una luz exangüe que devana como en un telar de encuentros y desencuentros la tristeza humana.
Soledad de a dos, que en una perenne inquietud encierra el deseo total de ser soledad de a uno para llegar al interior consigo mismo donde mora la felicidad del alma.
Soledad de a dos, luz agonizante, que busca sin poder encontrar el sentido del existir en esta vida del ahora, llegando a contemplar como en un espejo sin luz la tragedia de ser tan sólo uno sin estar frente al otro.
Y es de esperar en vano empeño en un intangible ensueño viviendo sólo en la bruma que en una falsa ilusión se crea para continuar en un mañana sin futuro.

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