Soy
un alma peregrina iluminada por el amor, entre arrullos y cantos, entre
claridades de luna y brisas de jardín con el corazón infinito en el cáliz
naciente.
Boca
que busca el nuevo verbo de besar.
Fui
un mundo en sombras, sin fuentes para beber ni refugio de dulzura en el vago
adormecer.
Lo
que soy y lo que fui, ser transformado con el cuerpo llevando el alma, siempre
vanamente a pensar en ti y te vuelvo a olvidar.
Hoy
soy aire que me llena de espacio y equilibrio con calma voy al cóncavo delirio
con mi mirada ininterrumpida en el vasto universo.
Lo
que soy y lo que fui, cuerpo íntegro, alma no más adolorida en el mañana iré a
lugares lejanos sin querer ni un resquicio de sombra, apresando siempre el
resplandor supremo de un verso.
Fui
en el ayer, ayer de ayeres, los cantos del dolor entre sollozos roncos, el amor
me había abandonado y mi corazón sufriente, casi temblando se hundía en el mar
de llantos entre gritos y clamores en la cavidad negra de las olas y en el
abismo del viento donde va lo que muere.
Lo
ví descender al pozo de las tormentas, abrirse como un loto en las aguas
tranquilas, bailando en las olas, rebotando en las crestas.
Soy
ahora en este Hoy un alma inagotable que mana de una fuente refulgente: amor.
Amo
la vida, abro los brazos, me regocijo y me yergo embelesada ante el milagro del
existir.
Antes,
mi espíritu vagaba por la extensión de la nada, insensible a las señales del
viento melodioso, ahora río, canto, danzo y los versos, las ideas, las palabras
de amor, revolotean a mi alrededor, girando bailes sin traspiés, volando en el
viento hasta las hojas amarillentas que las esperaban con inquietud.
Mi
mundo interior ni se disuelve ni vacila, se desatan por dentro los miedos sin
morir y como el canto de un violonchelo se evade y se extiende en el aire
amortiguado y se derrama entre olas de caricias y ternuras frescas.
Lo
que soy y lo que fui, antes no tenía el caudal del amor que como río
desbordante inunda tierras y campos, ahora tengo un corazón pleno de esperanzas
y de deseos de paz y de felicidad, yendo al claro manantial donde la sed
termina y comienza mi mundo de azul dulzura resplandeciendo en la transparencia
de un nuevo amanecer.
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