Magia de un día, mi amor tu eres magia, en cada instante de mi vida en mi cielo resplandeces y son tus ojos que me iluminan con un fulgor de estrellas que me cautivan y me ocultan sin quererlo en tu mirada.
Magia tiene tu voz, tu dulce acento, el cual lo escucho dormida y aún despierta que me dice dulcemente con el viento, me confiesa y me repite: “que me amas”.
Mis pinceles más leales se han propuesto apresar tu verdadero rostro: desentrañar las esenciales líneas donde tu fuero el aire acata y el aurea alba, espiar el múltiple venero donde emerge a raudales toda la luz que quiero para tu piel, tus ojos cenitales.
Magia de un día, en la que la recta se espírala, la curva se endereza y por la emoción y el sentimiento sin acertar el rumbo ni la escala, la alta luz tropieza o en su ímpetu resbala.
Magia de un día, estás a mi lado, entre mis brazos, cubriendo mi cuerpo con calor y caricias.
¿Cómo apresar la sosegada llama que te entibia los ojos?
¿O el frenesí que tu mirar proclama cuando se incendia prodigo de rojo?
¿Cómo apresar la tímida piel que en tus mejillas convoca?
¿O la mañana asomada a tu boca?
Magia de un día, mi afiebrada plata se anubla enamorada.
Se pierde en la enigmática y secreta zona de la alborada donde digo carmín, azul, violeta y al nombrarlos se esfuman en airada, fantástica pirueta.
Magia de un día, en tu silencio eres un volcán que se activa aquí en mi pecho, cuando llegas y desciendes a mi lecho y en tu ternura me abrazas.
Mágico es este momento cuando respiro tu aliento y mi alma se entremezcla con la tuya para volar por los cielos y marcar el universo entre suspiros, siendo uno, envuelto en hilos, envuelto en hilos de plata.
Magia de un día, con este nuestro amor que no se acaba nunca porque prolongando de que uno y uno sean dos ya que el amor es el retraso milagroso de su término mismo.
Con los besos, con la pena y el pecho se conquistan en afanosas lides entre gozos parecidos a juegos, días, tierras, cielos abiertos, espacios fabulosos, a la gran disyunción que está esperando hermana de la muerta o muerte misma.
Magia del beso perfecto, aparta el tiempo, échalo hacia atrás, ensancha el mundo breve donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo tiene el amor su cima: es en la resistencia a separarse en donde se le siente, desnudo, altísimo, temblando.
Magia de un día que se va en una despedida larga, clara, con lo más seguro que es el adiós…
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