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jueves, 18 de julio de 2013

Hiedra de amor

Hiedra de amor,
me enrosco entre enredaderas
a tu cuerpo viril y fuerte.

Toco tu muslo y descubro
el suelo por tu pie desnudo.

Al desnudar tu luz en mis pupilas
se congrega la sangre por las venas
y una tibia memoria sin contornos
se apacienta en nuestros valles,
entre madreselvas.

Hiedra de amor,
mueve el viento
su lengua sosegada
el monte su verdor sangra en el río
y manan de mis senos,
caricias para recostarse en tus pupilas.

Por las venas del aire
andan tus pasos
tentando mi recuerdo
y tu albedrío,
naciendo nuestros cuerpos
hasta nuestras frentes
una hiedra de amor enternecida.

Tus ojos que se abren en follaje,
anegan de esperanzas mis deseos,
mientras recorro con mi mente
todo tu cuerpo enternecido
en las largas avenidas
de tu cielo.

Quiero mi nombre
recogido en tu boca
con color en la música del estío,
tan leve en extensión
pero tan profundo en amor
al amparar su son tan breve tiempo.

Mantendré mi sed de amor por ti,
siempre,
entre suspiros descendidos desde el cielo
y el medido resplandor de tu alabastro
una hiedra de amor cae sobre mis pezones.

En un amor callado y silencioso,
sangre del bienamor,
firme enredadera de amor,
está en mí plantada.

El rocío de pétalos de jazmines,
glicinas,
buganvillas,
azahares,
caen en mis labios como tus besos
y la sed de mi amor
los encuentra en mi boca
que te espera con toda ansiedad.

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