Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 29 de abril de 2013
Dos voces internas
Dos
voces internas, ¿cuál es su diálogo? ¿qué temática las envuelve? ¿Por qué han
surgido dentro de mí, es que acaso necesito hablar y ser escuchada?
Dos
voces internas que se confiesan mutuamente dentro de mi alma, los mil misterios
ocultos en secretísimos rincones, muy recónditos que nadie, nunca, los
descubrirá, ¿por qué sucede esto? ¿Cuál es el ritmo cadencioso de estas
conversaciones íntimas?
Voces
internas que su centro fulgura como el agua con fulguraciones de fragua y en
los bordes casi al ras de la profundidad interna a rayas brilla la luz donde se
torna la quietud y las voces desaparecen sin promesas de regreso ni de espera.
Voces
internas, ¿Qué buscan? ¿A dónde me conducen? es un dúo interno que apacigua mi
alma buscando lo que nunca lograré hallar, alguien que se ofreciera a escuchar
mis cuitas, mis ansias, mis sueños, mis ilusiones y mis pensamientos íntimos de
un corazón siempre enamorado.
Voces
internas, aparecen y desaparecen sin saber por qué, en cualquier instante y me
siento sola sin mi interior colmada de ellas y como ilusiones que se disuelven
y evaporan como nubes, la tristeza me inunda.
Dos
voces internas, ¡no me abandonen nunca!, déjenme vivir con nuestros diálogos
íntimos, sin misterios ni penas, ni lágrimas prontas a desprenderse de mis
grandes pupilas invisibles
Dos
voces internas, prontas y sin prisas a trepar y dialogar en mi interior sin más
empeño de seguir la pura idea de ascender que el alma siente…
Si
mis voces internas callan y un no silencio recorre mi piel y en mi ser, en su
reemplazo queda un cielo gris y nublado, una melancolía que no pronuncia el
adiós…
Mis
dos voces internas callaron, su canción interna de ángeles y me dejaron sin
armonía mi corazón.
¡Oh,
dignas voces internas de la vida misma, las que dan energía, las que brindan
calor a mi corazón!
¡Vuelvan
pronto! ¡Quiero escucharlas con su tinte fino, con los colores de la emoción,
sin dejar silencio en un espacio lento ni nostalgia de su melancólico son…
No me abandonen, no callen,
no se en qué notas musicales se esconden, estén en mi corazón siempre dándome
el calor de la expresión y el palpitar de su diálogo.
Silencio del alma
Silencio
del alma, en unión todas las voces se acallaron y la paz inundó mi mundo
interior.
Silencio
imponente, todo impregnado de calma cual un toque de oración que desciende
sobre el alma y se hunde en el corazón.
Ondea
entonces un canto en mi ser enamorado de dulzura y aura fresca y la risa me
invade en trémulo esplendor entre el alegre cantar de nítidas notas.
Silencio
del alma, la luz me inunda y estoy con mi Yo interior que con inocente ritmo
despierta y me encuentra envuelta en renuevos y nubes flotando en la nada del
sentir acunado.
Todo
es música del alma con notas misteriosas en un silencio de paz y de sosiego, fantásticos
pentagramas de ensoñaciones dormidas que me conducen a mi interior, a rincones
y vericuetos en mi alma toda, encontrando un paisaje que canta y cantando me
cuenta aquellos misteriosos y subyugantes amores de los ayeres que creí
olvidados.
Silencio
del alma, la claridad triunfante vuelve en la nave de la nube blanca y la vida
se aclara, latiendo en cadencias inspiradas en recuerdos lejanos y vividos
intensamente.
Mi
corazón ajusta su rítmico latir a la cadencia inspirada con un millar de notas
que me subyugan y en un millón de arpegios me lleva hasta brillar con la
aurora.
Silencio
del alma, hasta mi corazón late en silencio vibrando con inmutable compás,
temblando a veces en la noche como gotas de rocío trémulas.
Silencio
del alma, me invade un perfume de paz, ternura y amor, gozan mis anhelos, se
oyen a lo lejos cantos en la lira y en mi alma vuelos.
Silencio
del alma, mi fragante edén, ¿qué bien a este bien se puede igualar?, creo que
sólo tus besos y oír tu sonrisa fugaz y clemente podría compararse a este bien
mío, de mi alma toda.
El
aire se hace más puro y en ti, aún en mi silencio, te pienso como con la luz
del rocío, el cantar del ave, el reír del río.
Silencio
del alma, ya borró todo lo sufrido, toda la húmeda neblina del pasado, ni
tristezas existen en mi luz crepuscular y opaca.
Floto
en un más allá distante, sola en una nada abierta y alborozada, sin oscuros
pensamientos ni obsesivas ilusiones.
Silencio
del alma, desapareció el cansancio y el desencanto y a través de la niebla que
es un velo, vislumbro la luz brillante del amor que me espera, todo impregnado
de dulzuras tiernas y promesas de ensueños.
Zaranda
Zaranda,
ritual del juego amatorio que subyace en la danza del trompo y del viento.
Zaranda
que en la vida se tamiza como en lagares lo verdadero de lo no real, lo
necesito por lo innecesario.
La
Zaranda pule su tez, adorna sus helicoides caderas como una flor bailarina
siguiendo sin cesar el ritmo planetario del orbe todo.
Es
el tamiz que nos selecciona lo vano, lo útil de lo inútil, red maravillosa que
en la vida todos necesitamos.
Mi
Zaranda juega en equilibrio dentro de mi y me lanza a mi corazón que palpita de
anhelos, luces de amores pasados y presentes que dejan sus huellas para no
olvidar lo verdadero, lo único que en su desenvaine de luz, dejaron lo mejor,
lo inolvidable dentro de mi.
Zaranda
que todos tenemos para evitar heridas, sufrimientos, verdades falsas que sin
esta criba para nuestros sentires perderíamos en el juego de la vida, el
equilibrio en tan sólo un instante de nuestro existir.
La
Zaranda es fiel, en su dinámica diferenciación, nos hace vibrar de emoción en
cada encuentro de amor.
Este
cedazo nos limpia en forma trascendente en nuestra alma, en forma continua,
permanente, constante, considerada, sentida.
Zaranda
que en cada ritmo e instante nos permite diferenciar lo vivido en plenitud,
haciéndonos fluir sin reservas, se sabe con redes… infinitas, así se tamiza la
vida entre ilusiones y esperanzas.
Zaranda,
faro que nos ilumina entre gozos de lo eterno en su instancia total y nos
señala en su criba de iridiscentes metales la desigual intermitencia de lo vano
y superfluo.
Vivo
en un ensueño de fantasías buscando siempre el amor único a la espera de que
llegue un día de risas y cantos, de felicidad permanente y soberana
Zaranda,
cedazo con fondo de madejas de metal que me llevan a vivir sin llantos ni
dolores, ni mezquindades vanas ni en desolaciones frustrantes cernidos ya en su
tamiz de cristal desgajando la dicha no verdadera que florece sin darnos
cuenta.
En
momentos de inseguridades acudo a mi zaranda para que mi alma como un ave
inmortal de alas seguras en apacible calma encuentre la paz y el amor esperado.