Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 18 de julio de 2013
Sed de ti
Sed de ti,
de tus besos
dulces
y de tus
caricias aterciopeladas,
de tus abrazos
abiertos y afectivos.
Cuando pienso
en ti,
mi rostro
recupera perfil y mirada
y mi alma
encendida y liviana
vuela con
lazos azules
saltando
árboles
en una rápida
salva de pájaros.
Sed de ti,
de tu cuerpo
desnudo junto al mío
entre rumores
de palabras de amor.
Y en el filo
de la madrugada,
mi sed se
acrecienta
con partituras
distintas
que emplazan
casi siempre,
renovando el
diseño.
la textura,
el color de la
trama de mi sed por ti,
ahora que te
nombro y te reclamo.
Sed de ti,
cuando el
cielo se afina,
al conjunto de
un sutil cosquilleo de flautas
la última
estrella remisa,
abandona su
puesto de guardia,
me gusta
perderme en ti,
en todo tu
cuerpo,
en tus ojos,
en tus brazos,
en tus dedos
entrelazados.
Sed de ti,
me gusta
sentir tu sabor,
tu aroma,
tu olor a
bosque umbrío,
tu mirada
intensa
que me
traspasa el alma.
Tu eres mi
hombre,
o el espejo y
tu rostro,
donde se
refleja la historia,
el aledaño del
amor,
sin sombras
furtivas y rumorosas
que crucen
como un galopa antiguo
el umbral de
mi cuerpo esperándote.
Sed de ti,
grito,
clamo,
sostengo mi mirada entre fulgores de ira
por no tenerte.
Sed de ti,
mi boca te
busca
con un ansia certera e increíble.
Hiedra de amor
Hiedra de
amor,
me enrosco
entre enredaderas
a tu cuerpo
viril y fuerte.
Toco tu muslo
y descubro
el suelo por
tu pie desnudo.
Al desnudar tu
luz en mis pupilas
se congrega la
sangre por las venas
y una tibia
memoria sin contornos
se apacienta
en nuestros valles,
entre
madreselvas.
Hiedra de
amor,
mueve el
viento
su lengua
sosegada
el monte su
verdor sangra en el río
y manan de mis
senos,
caricias para
recostarse en tus pupilas.
Por las venas
del aire
andan tus
pasos
tentando mi
recuerdo
y tu albedrío,
naciendo
nuestros cuerpos
hasta nuestras
frentes
una hiedra de
amor enternecida.
Tus ojos que
se abren en follaje,
anegan de
esperanzas mis deseos,
mientras
recorro con mi mente
todo tu cuerpo
enternecido
en las largas
avenidas
de tu cielo.
Quiero mi
nombre
recogido en tu
boca
con color en
la música del estío,
tan leve en
extensión
pero tan
profundo en amor
al amparar su
son tan breve tiempo.
Mantendré mi
sed de amor por ti,
siempre,
entre suspiros
descendidos desde el cielo
y el medido
resplandor de tu alabastro
una hiedra de
amor cae sobre mis pezones.
En un amor
callado y silencioso,
sangre del
bienamor,
firme
enredadera de amor,
está en mí
plantada.
El rocío de
pétalos de jazmines,
glicinas,
buganvillas,
azahares,
caen en mis
labios como tus besos
y la sed de mi
amor
los encuentra
en mi boca
que te espera con toda ansiedad.
Después de tu amor
Después de tu
amor,
no puedo vivir
en paz
te necesito
entre mis brazos
mi corazón
apura su marcha.
Ora explorando amores
ora andando comarcas,
te reclamo
cual necesitadas
gotas de
sangre
que mi corazón
al latir
hace correr
por mi cuerpo.
Y un torrente
de lágrimas
cual diluvio y
riada ahoga mi alma.
Después de tu
amor,
mi ancha
puerta está
sin cerrojos
esperando tu llegada.
Te quiero a mi
lado,
en cada minuto
de mi existir,
mi voluntad se
afana
casi tiene un
límite
en el umbral
de mi casa.
Un mar de letras
impresas
de poemas de
amor
esperan en el
dintel de mi alma
y como
marejada leal del mar
impetuosa,
quiere
acercarse a ti
con un poco de
gozo
y otro dejo de
lástima.
Después de tu
amor,
siento pena
por tantos sueños
muertos a mis
espaldas.
En mi entorno
me elevo
enhiesta y
altiva,
vertical,
necesariamente
buscándote,
absorbiendo
mis tormentas internas.
Mis poesías
están en su estuche,
cerradas al
mundo,
ya que no te
tengo a ti,
no quiero que
nadie las lea,
son tuyas
nada más
tuyas por
siempre.
¿Por qué esta
sed que crece desde adentro
urge el deseo
y trueca lo deseado?
¿Por qué este
inexorable dolor de no tenerte?
Después de tu
amor,
un ronco
sonido de mi voz,
se me estampa
en las venas
y no puedo
hacer un poema para ti.
Mi cuerpo se
estremece,
un temblor
pluvial se desata.
Aguarda
siempre con fervores estivales
pero mi
aliento ya no deja huellas.
Sólo oigo
cánticos tristes
y quejadumbres
de palabras sin versos
y hasta mi
corazón doliente
echó férreo
cerrojo
para que nunca
más un amor entre.
Después de tu
amor,
que nadie que
no seas tú
ose entrar
ni el tiempo,
que de los
sueños
suele la trama
cortar.
Después de tu
amor,
todo en mí, es
remolino
donde
confluyen todos mis raudales
que nos
arrastran tiernos recuerdos,
otros, se
encrespan
con furor felino.
Después de tu
amor,
ya nada fue.