El extraño,
ese ser persistente y oscuro
llegó a mi vida,
por breves momentos
pero instantes preciosos de mi existir.
Vino flotando en un espacio-tiempo
misteriosos con un plan preciso,
secreto, obvio, evidente,
de provocar en mi vida
un colapso desprovisto de amor,
pero no lo logro
¡alértale el extraño sombrío
crea en su mundo oscuro
un halito sin luz
sin sonrisas ni alegrías!
Quiso hurgar en mis ansias de amar,
en mis nostalgias de gozo
pero al estar mi alma
en una sintonía distinta
las luces de la noche me iluminaron
y mi camino se lleno
de estrellas brillantes y consteladas.
El extraño,
sombrío y torvo,
con esa mirada de soslayado,
desapegado y sin luz,
con un lenguaje materialista
centrípeto y convincente
quiso cambiar mi alma plena de amor
y tersura dándome a cambio
como por reflejo
un fluir de vida cáustica,
insincera, desequilibrada,
enredada,
para que el sufrir aflorara en mi.
El extraño
como un dragón de un castillo
desde las gárgolas,
con decisión y fuerza,
intentó todo en aptitudes violentas
que produjeron en mi entorno risa
fresca,
sana, sin miedos,
porque por mucho que quiso hacer su
voluntad,
no lo consiguió.
Se requiere
imprescindiblemente sinceridad
y un comportamiento transparente
para llegar al sendero del amor,
a ese enjambre creador
que es vivir amando.
El extraño,
con intenciones malévolas,
sin conciencia limitada,
no reconoció los limites de sus
accionar
y se desvió,
perdiendo el camino de la luz,
de la unión,
de la energía sensible y positiva
de la comunicación intima y pura,
del amor que hace feliz
a todo aquel que está en su esfera.
El extraño ya no está,
se fue por los lúgubres,
sinuosos laberintos de su vida,
sin poder descubrir
el único y verdadero camino,
¡el del amor…!
Se fue al lugar donde no llegan las
palabras
o se quedan cortas,
estrechas, angostas,
donde los poemas de amor
no buscan las páginas en blanco
y se pierden en el vacío total.
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