Soy un imagen de mi misma,
poli facetada en un azogue de colores
que perfilan mi alma en mil cristales
que irradian su pureza.
Soy la que vive y palpita
en suspiros de amor,
ahondando dentro de mí
para conocerme y amarme,
cuidando y protegiendo
mi ser interior.
Soy un ser pleno de emociones,
que aparecen como un conjunto de reacciones
y cuya explicación no es coherente,
no es racional,
no es lógica.
Soy tan libre y sensible a la vez,
como un manojo de sentimientos
y me siento tan íntima dentro de mí,
que a cada instante
una lágrima se desliza por mis mejillas.
Soy la indómita doncella
que por inocencia e incredulidad,
salió en pos del amor,
ese, el único,
el verdadero,
pero no lo encontró,
sólo halló desilusiones,
falsedades,
tristezas y por ende,
surgieron los poemas de amor,
palabras,
letras que emocionaron mi alma
y dieron a mi vida
el sentir que necesitaba.
Soy la que en el pasado,
en el ayer,
en el ayer del ayer,
vivió esperanzada en la soledad de la noche,
sabiendo que algún día
vendría desde los aires,
las ausencias,
desde la noche,
lo que estaba esperando,
el amante que siempre existía,
que existe y la está queriendo.
Soy la que renacida empieza otra vez,
desde el mismo final,
límpida y pura.
Yéndose más allá
todavía de los últimos recovecos de mi ser,
alumbrándome
como inagotable fuente del amor
dulce y puro que no muere
y aumenta mi sed de vivir.
Soy la que ama hundiéndose en silencios,
dejando caer en hojas en blanco
los versos que nacen
como caricias suaves para lograr,
por puro milagro,
sin dudas confusas,
palabras de amor,
como estrellas inequívocas,
recién nacidas con el alba,
de nuestro afán de anhelos
de que lo nuestro sea verdad.
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