Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 7 de junio de 2015
Suspiros del destino
Suspiros
del destino,
al
encontrarte a ti olvidé mi pasado,
me
olvide de tropezones
y de
mis pasos equivocados,
enterré
mis angustias, mis temores y mis lamentos,
porque
aquella distancia nos separa,
mis
suspiros de amor te persiguieran hasta el infinito.
Suspiros
del destino,
te
tendré dentro de mis pensamientos
a
pesar de haber desaparecido de mi vida.
esta
carta de amor es para ti,
jamás
la leerás,
Tú
ya no estás en mi presente
como
un sol en el crepúsculo.
Suspiros
del destino,
el
destino de mi amor marcara un camino
lejos
de ti, sin tu pasión, solo en mi soledad
y de
una manera tierna, e implacable te fuiste misteriosamente,
despacio
de mi lado si ninguna voz.
aún
siento el respiro de tu amor,
que
me susurraba al oído
las
palabras que ya deben olvidarse.
Suspiros
del destino,
el
destino nos separó, desapareció la pasión
que
rebasaba cada vez que apareciste en mí.
atrapada
en un suspiro miro las horas pasar.
Sin
tu presencia no hay palabras, ni caricias.
Muda,
absorta, me encuentro mientras te pienso
y
oigo el suave murmullo del aire que respiro.
Suspiro
del destino,
como
evidencia de que existo,
tomo
mi pluma y escribo en papeles apergaminados,
en
trozos en blanco, poesías como prueba de mi sentir.
Pero
sigo aislada,
perpleja
sumida en el silencio
que
es mi tortura.
mis
ojos húmedos lloran y se entristecen,
mis
suspiros me envuelven como una nube
que
desea elevarme a lo alto
y es
que aún soy sensible.
Suspiros
del destino,
mujer
para el arte de amar, de vivir pasiones, que se estremece
mientras
te añora y te sueña
mis
suspiros me hacen estremecer, temblar,
inundarme
de pena por no estar contigo mi amor.
no
viviré en el encierro de mi pensamiento,
volare
lejos hasta encontrar mi destino con un nuevo amor.
Oscuridad
Oscuridad,
densa, absoluta, misteriosa,
estoy
sumergida en una noche eterna.
La
negrura me envuelve
y puedo
percibir aromas, silencios,
espacios
llenos de vacíos y de olvidos.
Como un
torrente impetuoso
nace la
poesía en esa oscuridad total,
las
palabras se entreveran, danzan,
se
pueblan de imágenes,
repican
en ecos eternos
brotando
en la dulzura
de un
alma sola
inundada
de amor.
Me
tendí en la hierba y su fragancia
despertó
en mí
el
deseo de que surgiera la aurora
en mi
cueva oscura y sola.
Oscuridad,
caen sobre las cuerdas de la lira
mis
lágrimas que manan buscando así su luz
entre
mis recuerdos.
Oscuridad,
siento
los rumores de los errantes vientos
cuando
en el manto
de mis
hojas tiemblan,
se
truecan en vagos y medrosos temores.
En esta
oscuridad absoluta
recojo
por la noche
las
gotas puras del rocío trémulo
para
poder llorar a los que quise
con
lágrimas del cielo.
Estoy
en una soledad muda
y
sombría que a todos los rincones solitarios
llevo
mis recuerdos del pasado.
Estoy
en la oscuridad como una casa abandonada.
Los
versos lloran en la lira que se quedó sin cuerdas
y en
este oscuro mundo busco un árbol
donde
protegerme.
Vengan
a mi mente, pobres estrofas
que
anidadas en las frases
hilvanan
poemas de amor.
Venid
estrofas de amor
y que
algún día surja la luz
para
escribirlas con toda mi imaginación
como si
fueran cartas para mi amado.
Oscuridad
desolada y triste
eres un
luto negro en mis recuerdos
envolviéndome
en mi propia sombra.
Desde
que me interné, el oscuro mundo
me
atrapó y mis poemas vagan sin rumbo,
traídos
y llevados por el tiempo.
Sólo un
sonido llega, transparente como una gota
que
consigue penetrar en el secreto
del
corazón, cuyos latidos lloran
por
todos los que quise y me quisieron.
No quiero recordarte
No
quiero recordarte,
dime
por favor, donde estás,
en qué
rincón puedo no verte,
dónde
puedo dormir sin recordarte
y dónde
recordar sin que me duela.
Quiero
caminar sin ver tus huellas,
correr
sin ir a buscarte,
quiero
descansar sola con mi tristeza.
Déjame
cobijarme en paz,
bajo la
sombra de los sauces,
enhebrando
algún poema de amor
como un
collar de letras y sílabas.
No
quiero recordarte,
no
holles mi memoria,
en el
tedio de la espera cotidiana,
dónde
el tiempo riguroso
sazonaba
de sombras
y de
lágrimas tristes.
No
vuelvas de repente a mi vida,
como
llegan las nuevas
que
sacuden mis entrañas
y así,
haces temblar el aire
quedando
yo, cabizbaja,
empañada
mi voz,
quebrada
el ala del amor,
en mil
pedazos.
No
quiero recordarte,
no quiero
quedar triste
ni
exánime
para no
derramar ni una sola
lágrima
más.
Estás
en mí
y no lo
estás,
como
una lluvia
de
suavidades indefensas
que
pide que salga
de la
rutina muerta
por
tratar mi sed de olvidarte,
en el
silencio torvo,
oscuro,
misterioso.
¿Será
mi culpa el querer
no
recordarte?
¿Toda
mía
es la
culpa de tu ausencia?
¿Y mi
miedo de amarte
sin ser
amada?
No
quiero recordarte,
tan
solo decirte
¡adiós!,
adioses, sin adiós,
el
acero del otoño
nos
parte la vida
en dos
mitades.
El
tiempo que era para nosotros
un
siempre
ahora
partido está:
ayer,
mañana.
Nuestra
sombra, sola,
era
única,
ahora
está truncada en dos,
tú y
yo.
No
quiero recordarte,
secos
rasgos,
los
vientos firman,
sentencias
últimas
en
nuestros destinos,
aquí,
el tuyo,
allí,
el mío.
No
quiero recordarte más,
no
deseo que veles más mis sueños
y no
puedo morir
porque
te seguiré amando.