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Suspiros del destino


Suspiros del destino,
al encontrarte a ti olvidé mi pasado,
me olvide de tropezones
y de mis pasos equivocados,
enterré mis angustias, mis temores y mis lamentos,
porque aquella distancia nos separa,
mis suspiros de amor te persiguieran hasta el infinito.

Suspiros del destino,
te tendré dentro de mis pensamientos
a pesar de haber desaparecido de mi vida.
esta carta de amor es para ti,
jamás la leerás,
Tú ya no estás en mi presente
como un sol en el crepúsculo.

Suspiros del destino,
el destino de mi amor marcara un camino
lejos de ti, sin tu pasión, solo en mi soledad
y de una manera tierna, e implacable te fuiste misteriosamente,
despacio de mi lado si ninguna voz.
aún siento el respiro de tu amor,
que me susurraba al oído
las palabras que ya deben olvidarse.

Suspiros del destino,
el destino nos separó, desapareció la pasión
que rebasaba cada vez que apareciste en mí.
atrapada en un suspiro miro las horas pasar.
Sin tu presencia no hay palabras, ni caricias.
Muda, absorta, me encuentro mientras te pienso
y oigo el suave murmullo del aire que respiro.

Suspiro del destino,
como evidencia de que existo,
tomo mi pluma y escribo en papeles apergaminados,
en trozos en blanco, poesías como prueba de mi sentir.
Pero sigo aislada,
perpleja sumida en el silencio
que es mi tortura.
mis ojos húmedos lloran y se entristecen,
mis suspiros me envuelven como una nube
que desea elevarme a lo alto
y es que aún soy sensible.

Suspiros del destino,
mujer para el arte de amar, de vivir pasiones, que se estremece
mientras te añora y te sueña
mis suspiros me hacen estremecer, temblar,
inundarme de pena por no estar contigo mi amor.
no viviré en el encierro de mi pensamiento,
volare lejos hasta encontrar mi destino con un nuevo amor. 

Oscuridad


Oscuridad, densa, absoluta, misteriosa,
estoy sumergida en una noche eterna.
La negrura me envuelve
y puedo percibir aromas, silencios,
espacios llenos de vacíos y de olvidos.

Como un torrente impetuoso
nace la poesía en esa oscuridad total,
las palabras se entreveran, danzan,
se pueblan de imágenes,
repican en ecos eternos
brotando en la dulzura
de un alma sola
inundada de amor.

Me tendí en la hierba y su fragancia
despertó en mí
el deseo de que surgiera la aurora
en mi cueva oscura y sola.

Oscuridad, caen sobre las cuerdas de la lira
mis lágrimas que manan buscando así su luz
entre mis recuerdos.

Oscuridad,
siento los rumores de los errantes vientos
cuando en el manto
de mis hojas tiemblan,
se truecan en vagos y medrosos temores.

En esta oscuridad absoluta
recojo por la noche
las gotas puras del rocío trémulo
para poder llorar a los que quise
con lágrimas del cielo.

Estoy en una soledad muda
y sombría que a todos los rincones solitarios
llevo mis recuerdos del pasado.

Estoy en la oscuridad como una casa abandonada.
Los versos lloran en la lira que se quedó sin cuerdas
y en este oscuro mundo busco un árbol
donde protegerme.

Vengan a mi mente, pobres estrofas
que anidadas en las frases
hilvanan poemas de amor.

Venid estrofas de amor
y que algún día surja la luz
para escribirlas con toda mi imaginación
como si fueran cartas para mi amado.

Oscuridad desolada y triste
eres un luto negro en mis recuerdos
envolviéndome en mi propia sombra.

Desde que me interné, el oscuro mundo
me atrapó y mis poemas vagan sin rumbo,
traídos y llevados por el tiempo.

Sólo un sonido llega, transparente como una gota
que consigue penetrar en el secreto
del corazón, cuyos latidos lloran
por todos los que quise y me quisieron.

No quiero recordarte


No quiero recordarte,
dime por favor, donde estás,
en qué rincón puedo no verte,
dónde puedo dormir sin recordarte
y dónde recordar sin que me duela.

Quiero caminar sin ver tus huellas,
correr sin ir a buscarte,
quiero descansar sola con mi tristeza.

Déjame cobijarme en paz,
bajo la sombra de los sauces,
enhebrando algún poema de amor
como un collar de letras y sílabas.

No quiero recordarte,
no holles mi memoria,
en el tedio de la espera cotidiana,
dónde el tiempo riguroso
sazonaba de sombras
y de lágrimas tristes.

No vuelvas de repente a mi vida,
como llegan las nuevas
que sacuden mis entrañas
y así, haces temblar el aire
quedando yo, cabizbaja,
empañada mi voz,
quebrada el ala del amor,
en mil pedazos.

No quiero recordarte,
no quiero quedar triste
ni exánime
para no derramar ni una sola
lágrima más.

Estás en mí
y no lo estás,
como una lluvia
de suavidades indefensas
que pide que salga
de la rutina muerta
por tratar mi sed de olvidarte,
en el silencio torvo,
oscuro, misterioso.

¿Será mi culpa el querer
no recordarte?
¿Toda mía
es la culpa de tu ausencia?
¿Y mi miedo de amarte
sin ser amada?

No quiero recordarte,
tan solo decirte
¡adiós!, adioses, sin adiós,
el acero del otoño
nos parte la vida
en dos mitades.

El tiempo que era para nosotros
un siempre
ahora partido está:
ayer, mañana.

Nuestra sombra, sola,
era única,
ahora está truncada en dos,
tú y yo.

No quiero recordarte,
secos rasgos,
los vientos firman,
sentencias últimas
en nuestros destinos,
aquí, el tuyo,
allí, el mío.

No quiero recordarte más,
no deseo que veles más mis sueños
y no puedo morir
porque te seguiré amando.