Aquí
estoy escribiéndote
y
diciéndote que te amo,
mi
chiquitita hermosa,
he
leído tus mensajes,
gracias, mi vida.
Mi
amor: ¡Yo!,
¿Quién
soy?
Soy yo,
pero
también soy esa persona
que ha
aprendido a ser
de esa
manera especial,
tierna
y dulce,
para
que me aproxime a ella,
lo que
le guste a ella...
Ya no
soy solo yo.
Ahora
soy yo
con el
mundo de ella.
Es el
amor hacia ella
que
llena todos los espacios
de mis
sentimientos
y que
me hace pensar que no estoy solo,
que
ahora vive en mí,
el mas
grande amor
y que
tiene el rostro de ella…
Hemos llegado al umbral
donde
la puerta se abre,
donde
todo va a realizarse,
donde
el amor se consolida,
pero no
podemos ignorar
que no
es donde el amor empieza,
porque
fue el amor
el que
nos trajo hasta este umbral
de vida
y de realizaciones.
El corazón procesa los sentimientos,
decanta
los humores
y
cuando llega a la ebullición,
en las
más grandes temperaturas
del
amor verdadero,
los
traduce en versos que nos arrebatan,
que nos
complacen
y que
están hechos de esa esencia,
de la
persona que los pensó
y de la
imagen que se guarda
de la
persona amada.
Por
eso,
un
poema es una radiografía de tu alma bella
y un
elogioso modo de mirarme a mi,
el ser
que te ama y que te desea.
Qué
delicia saber que eres mía,
mi
amor, yo también soy tuyo,
mi
chiquitita, te haré muy feliz.
Amor
mío: lindos tus poemas
que me
hacen pensar
que si
bien la felicidad no existe,
como
estado del cuerpo
y del
alma permanentes,
si
existen INSTANTES felices,
que son
los que comparto contigo,
cuando
te escucho,
cuando
me pienso contigo amándote
y
siendo muy feliz…
Pero
esos INSTANTES
de
profundo e intenso amor,
no
serian posibles sin tu voz,
como
una caricia
tocándome
el cuerpo y el alma,
recitándome
tus versos
como si
tus poemas fueran pentagramas
que me cautivan con la mas bella de las canciones…
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