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viernes, 1 de enero de 2016

Te quiero todavía


Te quiero todavía
y deseo olvidarte,
hundirme en el fondo del océano oscuro
o irme tras horizontes lejanos.
Sueño y en mi temblor
siento el dolor de la unidad
que no existe,
imposible unidad la que buscamos.
Desgarrada en dos,
la dicha llega con el miedo
de su virginidad inconquistable
anhelando el amor que ya fue.

Te quiero todavía
y te ruego con palabras sentidas
que me dejes olvidarte,
no quiero tener mi alma partida,
no luchar con este amor que no existe,
no lidiar con lo que sufro al no tenerlo.

Te quiero todavía,
y sin embargo espero
y el tiempo pasa,
pasa y de lo que fue una hoguera
sólo queda una braza
pero sigo soñando
que estás conmigo aún.

Y quizás
en la sombra de mi esperanza ciega,
comprenderé, de pronto,
que lo que nunca llega,
nos entristece menos
que lo que llega tarde.

Te quiero todavía y alguna vez,
aunque tarde,
mis versos deberán decirte
lo que para mí has sido,
báculo de flores,
lámpara de luz indefectible,
númen eterno
para que las palabras surgieran
de este intrépido corazón
con ternuras hacia ti compartidas.

Te quiero todavía
y mis manos vacías tiemblan
al escribir lo que siento,
ya que siento más allá
de las brumas de mis ojos
cerrados por las lágrimas,
la ansiedad de las horas
convirtiéndose en días
esperando a que llegue el olvido
y con él sin calor la llama
y ya sin fulgor la estrella.

Y seguiré así mi camino
diciendo con palabras mustias y tristes
“Era él…”,
el que inspiraba mis versos.
Nuevas lunas se asomarán
entre los árboles
y las acompañaré en la danza,
desnuda y casta.

Las aguas me llevan
con sus vestiduras de música,
que no tienen fin,
esperando el poder amar
porque la dicha quiere también su dicha,
libre y sin recuerdos del pasado ya ido,
con un perfume nuevo
que viene con el viento
o como agua transparente
en cántaro sediento.

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