Verdades
amargas,
yo
no quiero ver más lo que he mirado a través,
del
cristal de la experiencia al no tenerte más a mi lado.
El
mundo se hundió a mis pies,
cuando
no te sentí junto a mí,
no
sentí más tus besos,
ni
tus cálidos abrazos,
me
dejaste en el frio total de mi soledad triste
y
apenada.
Todo
fue una ilusión,
creí
en ti,
pero
entre tus giros de fantoche,
desapareciste
de sorpresa.
¿A
dónde llegaste?
¿encontraste
lo que querías?
Verdades
amargas,
me
abatió el infortunio pleno de tristeza y pena.
Todo
tiene en esta vida su preciso estipulado,
Y
las yagas de tus defectos no las vislumbré,
porque
las cubrías con un diamante bien tallado.
Todo
mi mundo, robado a mi combate,
despierto
de mi herida y en mi suelo descubro,
a mi lado tu pie medido,
al
irte súbitamente con mucha prisa.
Y
ahora que te nombro y te reclamo a gritos,
no
puedo arribar por mis veredas,
porque
un toro la noche transformada,
fija
el aire con alta cornamenta.
Verdades
amargas,
a
penas levantas tu diestra como un adiós,
apresurado,
pone sombra de amor en mi venero
y
cuando alzas los hombros diciendo ya no me importas más,
divides
en luz el zócalo del viento.
De
pronto al comprender que te has ido por siempre,
la
tarde se ahoga en el fugo dilatado,
como
se ahogan mis ansias sobre la nada,
que
me da tu ausencia.
Otra
vez mis ojos en el fin de la tarde.
Y
todos se dilata… hasta tu ausencia.
Me
dejaste y cual hambrienta – con suavidad de jazmines-
recuerdo
con nostalgia tus manos cuajando mis senos –
doloridos
de deseo –
y
borracha me entrego agitando la soledad tan apreciada.
Verdades
amargas,
no
quiero saber más de ti,
mis
formas inanimadas viven, tiemblan, se hacen carne bajo el cincel,
embebido
, pero que eran tu pasión total.
¿Qué
sensación tan profunda arrancas de mis entrañas?
¿Qué
grito de amor desgarros de mis poros y mi sangre,
al
haberme dejado sola sin ti a mi lado?
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