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miércoles, 24 de agosto de 2016

Verdades amargas


Verdades amargas,
yo no quiero ver más lo que he mirado a través,
del cristal de la experiencia al no tenerte más a mi lado.
El mundo se hundió a mis pies,
cuando no te sentí junto a mí,
no sentí más tus besos,
ni tus cálidos abrazos,
me dejaste en el frio total de mi soledad triste
y apenada.
Todo fue una ilusión,
creí en ti,
pero entre tus giros de fantoche,
desapareciste de sorpresa.
¿A dónde llegaste?
¿encontraste lo que querías?

Verdades amargas,
me abatió el infortunio pleno de tristeza y pena.
Todo tiene en esta vida su preciso estipulado,
Y las yagas de tus defectos no las vislumbré,
porque las cubrías con un diamante bien tallado.
Todo mi mundo, robado a mi combate,
despierto de mi herida y en mi suelo descubro,
 a mi lado tu pie medido,
al irte súbitamente con mucha prisa.
Y ahora que te nombro y te reclamo a gritos,
no puedo arribar por mis veredas,
porque un toro la noche transformada,
fija el aire con alta cornamenta.

Verdades amargas,
a penas levantas tu diestra como un adiós,
apresurado, pone sombra de amor en mi venero
y cuando alzas los hombros diciendo ya no me importas más,
divides en luz el zócalo del viento.
De pronto al comprender que te has ido por siempre,
la tarde se ahoga en el fugo dilatado,
como se ahogan mis ansias sobre la nada,
que me da tu ausencia.
Otra vez mis ojos en el fin de la tarde.
Y todos se dilata… hasta tu ausencia.
Me dejaste y cual hambrienta – con suavidad de jazmines-
recuerdo con nostalgia tus manos cuajando mis senos –
doloridos de deseo –
y borracha me entrego agitando la soledad tan apreciada.

Verdades amargas,
no quiero saber más de ti,
mis formas inanimadas viven, tiemblan, se hacen carne bajo el cincel,
embebido , pero que eran tu pasión total.
¿Qué sensación tan profunda arrancas de mis entrañas?
¿Qué grito de amor desgarros de mis poros y mi sangre,
al haberme dejado sola sin ti a mi lado? 

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