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sábado, 1 de octubre de 2016

Palabras elocuentes


Palabras elocuentes,
que oscilan entre mi gran silencio
y mi voz que quiere clamar,
¡ven amor!,
¡te estoy esperando!.

Cimbrean mi alma toda,
me acarician por dentro,
con una extraña delicia
de tocarme todo mi cuerpo
y mi mente.

Palabras elocuentes
que ondulan con un afán trémulo
de no separarme y quedarse junto a mí
en donde ellas quieren,
aquí en los alfabetos,
en las auroras,
en los labios.

Mimbrean cerca de mí
y a hurtadillas se cuelan por mi mente
inundando mi alma de calma,
paz y amor.

Atraviesan mi todo desnudo y perdurable
y mientras siguen dando vueltas
y vueltas a mi alrededor
se entregan puras
y con delicias en contactos rápidos
y llegan a mi centro inmóvil
que las escucha embelesado.

Palabras elocuentes me traen gozos,
besos, luces,
regalos que son dones de entrega total.
Son símbolos,
signos de que quieren llegar a mí
y entregarse enteras en un amor pleno
sin más destino ya que ser mías
y darse por entero diciendo:
“soy tuyo, sólo tuyo”
y entonces tengo miedo a una nube,
a un cielo,
que me puedan dejar de estar
un minuto sin tu amor.

Palabras elocuentes,
sencillas,
hondas en su significado,
son como el sol que me acompaña
y en las que me apoyo
por el camino incierto,
son escudos que resguarda mi pecho
de borrascas y dolores.

Palabras elocuentes,
son como el mar,
llegan a mí agitando en el puño brillante
los laureles de la roja mañana.
¡Por las aguas sin cadenas,
canta el alma!.

Palabras elocuentes,
buscan la raíz de los quebrantos
para hacer que desaparezcan
y ofrecen el goce perfecto,
el lucero que nace en mi frente
por la ofrenda del Amor venturoso,
apurando en la breve llama la intensidad
de los ímpetus de deseos y amor.

Palabras elocuentes,
exactas,
de silencios largos
que hacen latir el corazón con ternura,
suspiros que vuelan
en el aire compartiendo instantes,
minutos,
de intensos deseos
que estallan entre pétalos
y pimpollos de rosas blancas.

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