Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
Páginas
▼
sábado, 1 de octubre de 2016
Y tú... me acaricias
Y tú… me acaricias,
me estremezco de emociones
reencontradas,
de ilusiones níveas,
el estar entre tus brazos
es llegar al infinito del
existir.
Y tú… me acaricias,
el sol esconde los claveles de la
brasa
y mi cuerpo te siente
y vibra en las ondas del aire.
¡Ah!,
qué emoción profunda
me envuelve en el tremendo afán
de ser ola,
nube de sal,
deshaciéndose en la llanura
fluyente del mar de tu cuerpo
extendido a mi lado.
¡Cuánta gracia,
me entrego a ti,
soy tuya,
pájaro de fuego y ramos de laurel
en mi enardecido pecho
que se agita cual destellos de
lirios de espuma.
Y tú… me acaricias,
es el minuto esperado,
la hora larga,
la noche entera,
entre suspiros entrecortados
como sonoros espejuelos de plata.
Mis entrañas se agitan
con tremenda fuerza
y me entrego a tus manos
suaves y sedosas
envolviéndote con guirnaldas de
flores
y collares de música.
Y tú… me acaricias
y en tus brazos poderosos,
me estrecho y nos elevamos juntos
a la divinidad misma
por fuerza del Amor.
Nos vamos en las manos del
viento,
sin dejar huella,
como flores sin dejar rastro
y nuestro amor crece…crece,
hasta llegar del crepúsculo
al horizonte lejano.
Nuestras miradas se cruzan
y nos llevan al infinito
anheloso que buscábamos.
Y tú…me acaricias,
con pámpanos de luz
y yo como pájaro del canto
voy feliz a tu boca sensual,
suspirando entre cada beso
cálido.
La alegría nos inunda
y de nuestras diestras jamás se
apartan
y nuestras formas sobre la arena
de la playa
se extienden en un solo ser.
El aire salado,
sensual,
nos rodea y roza nuestra piel
y somos felices,
indolentes,
sin dejar de besarnos y de
amarnos
entre redes de antiguos violines
que nuestros cuerpos reclaman.
Y tú… me acaricias
riente y libre
con guirnaldas de piernas y
brazos
y nos abrazamos cantando por las
aguas
y arenas ociosas en la inmensidad
verde y azul.
Y juntos retozamos desnudos en
las aguas
entre azucenas de blanca
hermosura
y vestiduras de música.
Y la luna entre los sauces se
asomaba
y acompañaba nuestra danza de
amor
también desnuda y casta.
Palabras elocuentes
Palabras elocuentes,
que oscilan entre mi gran silencio
y mi voz que quiere clamar,
¡ven amor!,
¡te estoy esperando!.
Cimbrean mi alma toda,
me acarician por dentro,
con una extraña delicia
de tocarme todo mi cuerpo
y mi mente.
Palabras elocuentes
que ondulan con un afán trémulo
de no separarme y quedarse junto a mí
en donde ellas quieren,
aquí en los alfabetos,
en las auroras,
en los labios.
Mimbrean cerca de mí
y a hurtadillas se cuelan por mi mente
inundando mi alma de calma,
paz y amor.
Atraviesan mi todo desnudo y perdurable
y mientras siguen dando vueltas
y vueltas a mi alrededor
se entregan puras
y con delicias en contactos rápidos
y llegan a mi centro inmóvil
que las escucha embelesado.
Palabras elocuentes me traen gozos,
besos, luces,
regalos que son dones de entrega total.
Son símbolos,
signos de que quieren llegar a mí
y entregarse enteras en un amor pleno
sin más destino ya que ser mías
y darse por entero diciendo:
“soy tuyo, sólo tuyo”
y entonces tengo miedo a una nube,
a un cielo,
que me puedan dejar de estar
un minuto sin tu amor.
Palabras elocuentes,
sencillas,
hondas en su significado,
son como el sol que me acompaña
y en las que me apoyo
por el camino incierto,
son escudos que resguarda mi pecho
de borrascas y dolores.
Palabras elocuentes,
son como el mar,
llegan a mí agitando en el puño brillante
los laureles de la roja mañana.
¡Por las aguas sin cadenas,
canta el alma!.
Palabras elocuentes,
buscan la raíz de los quebrantos
para hacer que desaparezcan
y ofrecen el goce perfecto,
el lucero que nace en mi frente
por la ofrenda del Amor venturoso,
apurando en la breve llama la intensidad
de los ímpetus de deseos y amor.
Palabras elocuentes,
exactas,
de silencios largos
que hacen latir el corazón con ternura,
suspiros que vuelan
en el aire compartiendo instantes,
minutos,
de intensos deseos
que estallan entre pétalos
y pimpollos de rosas blancas.
Sin libertad
Sin libertad,
¿a dónde irás?
Te la quitaron y tú la ofreciste
como en bandeja de oro
con pétalos de rosas al mejor postor.
La vida entre tambores
que andan por tu sangre
no merece ser vivida,
trasmitiendo la maldad,
los celos,
la envidia,
la ignorancia.
Sin libertad
vives en un submundo profundo,
la luz no te ilumina
como en una galera encadenado
y tu mente divaga
en recuerdos ingratos
y hablas sin pensar
que hieres y lastimas.
¡Basta ya!,
medita contigo mismo,
reencuéntrate y haz que el amor,
el verdadero te envuelva
en una túnica de lentos llantos.
Sin libertad,
mudo levanta tus brazos
y clama por paz y paciencia
como si pudieras salir
de entre los escombros
de pesadumbres
y bajezas en las que estás sumergido.
Yo tengo mi rostro feliz,
mis libres brazos
y todo cuanto tengo,
es Amor,
lo más sagrado
que a raudales sale de mi pecho
aún a pesar de que crean
que no tengo cualidades
de ser humano sensible,
de que soy pérfida y arpía.
Viven en la equivocación del no saber,
del no vivir intensamente,
de tener un corazón duro
como un roquedal
o roto en cenizas.
Sin libertad,
no piensas,
no razonas,
eres intolerante
y te vas desgastando
con el tiempo,
dando valor a lo mísero
y pequeño por conveniencia propia.
¿Sabes lo que significa
valorar a alguien?
¿Sabes defender lo querible?
¿Proteges a quién te quiere?
No, eres calculador
en tu cueva sin amor,
no das ya más valor
a las cualidades,
sólo te interesa
lo superficial y fútil,
no lo verdadero y único.
Sin libertad
aún cuando creas tenerla vivirás
sin lo más preciado de este mundo,
el amor incondicional.
¡Qué solo quedarás
sin espigas de amor en tus brazos!
Todo cuanto en la vida quieres gozar
no te pertenece a ti,
es de los otros,
los que te rodean
en un mar de la nada,
en un valle de las sombras
donde el frío te rodeará
y la felicidad huirá de ti,
sin nada en tus frías manos,
aún cuando creas tener todo.
Tenías inteligencia y coraje,
piel y pechos duros para sufrir
y vencer los golpes,
los ultrajes,
los manejos de gente necia
y no supiste abandonar
lo que creías necesario
y llegaste al final.
¡Cuán poca fuerza la tuya! ,
entre el polvo
pero con necesidades materiales cubiertas,
permitiste que invadieran tu libertad
y quedaste desnudo y solo.
No supiste ni pudiste valorar
lo que te conducía al sendero
luminoso de la felicidad.