Agobiante,
azotada por fuerzas
temibles,
me siento zarandeada
como marioneta al
viento,
me empujan,
me arrastran,
me hacen temblar,
me inclino
hacia la madre tierra
buscando refugio
y la invisibilidad.
Agobiante,
¿por qué los signos maléficos,
las sombras oscuras,
las envidias inevitables,
no me abandonan
y me hacen dudar
de mis actos,
los que creo
venturosos,
dignos,
necesarios?
Agobiante,
mi vida serena
dejó de serlo,
me acosan sucesos
siniestros
que mi alma rechaza,
se cierra
como pétalos de la
flor
que no alcanzó a ser
fruto.
¿Dónde está la
humildad,
la solidaridad,
la ayuda mutua,
tan necesarias
para crecer
y amar hasta el
infinito?
Agobiante,
es vivir entre
errores,
sin culpas,
en equívocas ideas,
entre heridas
que como saetas
finitas
con espinas de rosas
se clavan,
hundiéndose en mi alma
y dejándome exhausta,
triste,
solitaria,
sin mí misma,
vacío el espacio de
mi mundo interior
pero siempre,
defendiendo su verdad clara
y pura,
plena de amor
aún sangrante.
Agobiante,
quiero volver al
mundo
de las sonrisas
que se despiertan
cada día
al clarear el alba,
al mundo mágico de
las almas puras
y plenas de amor
que me rodeen
y giren en vueltas
eternas,
los Ángeles áureos
protegiéndome del mal,
la traición,
la mentira.
¡Bendita es la vida
con amor,
existencia prodigiosa
sin recuerdos
dolorosos,
sin memorias
sufrientes!
¡Vivir de frente
hacia ese dónde
que nos conduce a la
paz de alma,
queriéndolo,
buscándolo!
Agobiante,
necesito estar
acompañada
por las ansias de ese
inmenso querer
de estar conmigo,
riendo,
danzando,
cantando
en cada segundo
de mi vida.
Ir hacia el paraíso
de los tiempos del
alma
y renacer
las palabras de amor escondidas
en la memoria de
tiempos ya idos,
frases,
poemas,
sílabas entrelazadas
que corren hacia el
papel
que las espera
dormido
en una somnolencia de
luces apagadas
que comienza a vibrar
al recibirlas ansioso
y expectante.
Mi cielo se está
volviendo nítido,
todo alado de olvido,
lleno de esperanzas en vuelo,
ahora comienzo a
vivir
el Hoy,
conmigo misma.
¡Qué dicha vivir en
la dicha,
plena,
del estar sin vagar
y sin rumbo,
sólo vivir en gozosos
instantes
que nunca serán
iguales!
¡Toda la vida es
única!
vivámosla en los días
y horas
en que fuimos
felices,
lejos del agobiante
dolor
que pudo rozarnos.
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