Las letras duermen,
pero no están muertas .
Las penas de amor al cielo llegan,
para que surjan recuerdos y pasiones
vividas.
Y a caso alguna vez soñando,
las letras se unen
y surge un poema de amor enamorado
y melodioso,
entre escalas,
metáforas,
sincopas,
y frases,
que se esconden huidizas
para que nadie las encuentre,
se ocultan,
se hacen invisibles.
En la duermevela aparecen de a poco
palabras sueltas,
danzantes,
sobre el eterno tema del amor.
La sonrisa,
la alegría,
despiertan con una pizca de amor a la vida
y las letras despiertan del letargo en que
estaban dormidas.
Si los ojos semiabiertos con intensidad
brillan como mil
cocuyos,
comienzan a asomarse las letras
de estos ojos sabios deseosos de escribir
sobre el amor,
letras sensuales hechas poesías.
Y entonces la vida, como un opuesto de las
manecillas del reloj,
hacen que todos los poemas sean sin
angustia,
sin tristeza,
sin dolor,
sin penas
exalten la pureza,
el placer y el gozo del vivir.
Y aparecerán como por encanto,
poesías sensuales ,
románticas,
exaltan el amor del existir.
La poesía como la palabra las debemos amar
con cariño,
con ternura del alma
para
que florezcan
y se esparzan en toda la humanidad.
Y asi es un modo sagaz de agradecer
ofrendas soterradas, en un alto aire
tallado
y esclarecido.
No existirán mas sombras ingrávidas,
ni promesas huidizas,
la palabra despertó así para siempre
“loor
al poema multiplicado,
que
se esparce en el tiempo”
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