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lunes, 31 de diciembre de 2018

Retrato olvidado


Retrato olvidado,
mis pinceles más leales,
se proponían apresar tu verdadero rostro:
Desentrañas las esenciales líneas donde tu fuero,
el aire acata:
Y, en los arrabales del alba espiar el múltiple venero,
donde emerge a raudales, toda la luz que quiero,
para tu piel, tus ojos cenitales,
pero es ardua la empresa,
la recta se espírala,
la curva se endereza,
sin acertar el rumbo ni la escala.
La alta luz tropieza o,
en su ímpetu resbala.

Retrato olvidado,
¡no quiero apresar más la sosegada llama,
que te entibiaba los ojos!
¿O el frenesí que tu mirar proclamaba,
cuando se incendia, pródigo de rojos?
¿Cómo dejar de apresar la tímida manzana,
que en tus mejillas el amor convocaba?
¿La uva de tu piel?
¿o la mañana asomada a tu boca?

Retrato olvidado,
mi afiebrada paleta, se anublaba,
ya no estoy más enamorada de ti.
Me pierdo en la enigmática y secreta,
zona de la alborada,
donde digo carmín, azul,
violeta
y al nombrarlos, se esfuman en aireada,
fantástica pirueta.
La paleta se obstina en alcanzar el tono inaccesible.
El pincel se alucina,
vuela hacia el imposible
y se desploma, herida golondrina.

Retrato olvidado,
cejo, pues, en mi empeño
y entre mis manos, no quiero tomar tu cabeza,
ya no siento ni los contornos del diseño,
sino tu esencia presa.
Victoriosa me bato en retirada,
ya vencida el ansia de mostrarte en el lienzo sin recato.
Si gano tu sustancia,
¡ qué importa haber perdido tu retrato!
urdí un pájaro vivo allá, en mi infancia,
cuyo vivo temblor en ti rescato,
con la sazón del tiempo y la distancia…
retrato olvidado,
ya no quiero recordarte más,
fuiste el amor de mi vida,
ya no más.

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