Pongo mi mano humildemente
estremecida sobre tus rodillas,
de alucinados musgos y en
tu pecho busco el vino de amapolas,
que borra las mascaras
feroces del mundo .
Árbol inabarcable con
piedad me ofreces el poema de amor y música de tus ramas,
como un regazo de amor
tierno para refugiarme.
A través de tus ondas
llegaré a las islas que jamás cruzan las crueles rocas del tiempo.
Tu regazo es mi paz mi
calidez tierna mi anhelo esperado, te necesito,
¡ven pronto!
Pronto, muy pronto, mi
deseo es dormirnos entrelazados el uno al otro con un beso eterno, tú en mi yo
en ti.
Tuya por siempre, antes
vivía por el aire, el agua ligera, sin dolor vivir de ala,
de quilla, de canción,
gestos sin rastros.
Pero ahora quiero estar en
tu regazo como un novillo pequeño trémulo de pasión y amor.
“Sobre,
la eternidad blanda
del
tiempo dejaste
marcada
la seña de tu ser”
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