Llorando
de amor, despacito latiendo mi corazón,
un
mar salado inunda mi alma,
recordándote
a ti, mi amado ausente.
Me
enamoré en el instante en que te vi,
turbaste
mi mente y con deslumbrantes colores
no
pude impedir que tu amor llegara a mí.
Tu
hechizo hizo calmar mi voz y traté de defender tu embate pero no pude y de nada
me arrepiento, fui muy feliz hasta que un día sin mirarme sin siquiera
despareciste despacio en la noche de la nada.
Ni
una palabra, ni un requiebro, ni un por qué,
otra
te había robado el corazón y llorando pasé minutos, segundos, horas, días,
años, recordándote siempre.
Hoy,
nuestro beso, nuestro lecho están sólo en la fé.
Nuestra
vida no parece vivida, desliz, resbaladora, ni estelas, ni pisadas dejó detrás.
Llorando
de amor, de un amor que se bastaba él sólo para el querer más grande, no debo
mirar tu alma, ni recordar tus labios, ni tu mirada azul como el tiempo.
No sé
si encontraremos nuestro beso,
¿será
en un lecho de nubes, de vidrios o de arenas?
¿será
este minuto próximo o el mañana o el siglo por venir o en el borde mismo del
nunca jamás?.
¿Vivos,
muertos?
¿Lo
sabes tú?
¿Con
tu carne y la mía, con mi nombre y el tuyo?
¿O
ha de ser ya con otros labios, con otros nombres y siglos después, esto que
está olvidado ya?
Llorando
de amor, dolor y sufrimiento que deben terminar, la esperanza está allí,
en
ese sendero luminoso y diáfano esperando con calma y paciencia a que ofreciera
sus brazos para cobijarme y protegerme.
Encontré
ahora un nombre adherido a un rostro nuevo,
una
silueta que transita por mí, para llevarme lejos, muy lejos, acurrucándome en
sus brazos viriles y fuertes.
¡Se
acabó el tiempo del llorar eterno!
Los
poemas de amor encerrados en la nada, surgen ahora, ávidos de placer, al papel
en blanco que los esperaba ansiosos.
¡Al
fin vuelven las sílabas ,las frases monorrítmicas y febriles a inundar los
papeles ansiosos del placer de la escritura!
El
placer y el gozo inundan ahora mi lecho, el que estaba vacío, ahora ya no más,
sólo besos ávidos y ansiosos, brazos envolventes, cuerpos tibios de gozo y
placer
“El sueño
-inasible colibrí-
-se me volaba de las manos
las lágrimas se perdían en el tiempo”
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