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martes, 21 de febrero de 2012

Atardecer frente al mar


Atardecer frente al mar, sé que mi corazón alguna que otra tarde recordará estas serenas aguas del mar y este levísimo encantamiento azul del cielo que las sueña.
Sé muy bien que mi corazón recordará este crepúsculo, buscará este frescor, estos reflejos del lento atardecer que ven mis ojos.
Atardecer frente al mar, los pájaros escriben con sus vuelos en la celeste página la belleza y verdad de la cual soy testigo.
Esta visión, esta emoción, viaja ya por el tiempo, hasta este día para dejar temblando su milagro desnudo en las aguas.
Entonces, me acordaré del hoy.
Donde fluye vida, mis ojos brotan como manantial de agua al son de la música al ver el sol esconderse entre nubes en el horizonte.
Cuando agoniza el sol, el agua se le entrega, fraternal, sumisa, envolviéndolo con guirnaldas de flores y collares  ondulantes. Desaparecen estos espléndidos colores de un arcoíris  iridiscente, soñando va la tarde azul y la vida marcha hacia el ocaso.
Entre abanicos de espuma de olas que golpean sin cesar las rocas, el cielo se va tornando de colores rojizos ante la puesta del astro.
El mar por la sal sutil y el iodo sano plateado por los hilos del sol conserva la música de sus ondas en marcha.
Atardecer frente al mar, entre trompetas radiantes del agua el cielo como una flor dormida cierra sus pétalos de colores.
Atardecer frente al mar, entre aromas de mar y sal mi corazón se estremece y mi alma renace en onda paz y me veo reflejada en espléndidas sinfonías que viajan al ritmo sigiloso al encuentro de este atardecer tan esperado
¡Tengo todo el mar en mi pecho!
¡Todo el cielo en mi alma!
Atardecer soñado que frente a mí se cierra y queda plasmado en mis pupilas por siempre.
¡Cuánta  gracia, el cielo y la mar a mi cuerpo entregan!, pájaro de fuego, reflejándose en los sonoros espejos.

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