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martes, 21 de febrero de 2012

Tus caricias



Tus caricias como aroma de flores de azahares impregnan mi piel y me envuelven en suaves delirios de ensueño haciéndome sentir que a nada en el mundo se parecen.
Tus caricias, leves como la seda, frescas como brisa al amanecer, son promesas de dichas desatadas.
Las quiero en mí a mi alcance, cerquísima, como está el ser amado con el ritmo de su cuerpo al lado mío que aunque sin verse se siente, se sueña.
Tus caricias deshojan mi tristeza en anhelosos huecos de amor, dándole luz a mi alma.
Laten en mis sienes como tenues sombras de ruidos, caricias que como pétalos de rosas se deslizan en mi rostro cual temblores de hojas y gotas del cielo.
Tus caricias como tímidas palabras sueltas o murmullos en el aire, en lento encanto, sin ansias, descubren mi cuerpo lentamente, allí en ardorosas palmas que me llevan a reclinar mi mejilla en el blancor de plumas que visten nuestro lecho de amor.
Tus caricias, que como gotas de lluvia caen sobre el papel, ese, el florido del azar, donde las letras bailan y crean palabras de amor.
Tus caricias me hacen conocer tu mundo, me quedo inmensamente deslumbrada al ver que el brazo que te tiendo tu me lo estrechas.
Tus caricias flotan en el paraíso ideal de lo que anhelamos ser, en ese velo súbito en nuestra vida tan clara.
Son sutiles como alas de mariposa y aleteos de ángeles que protegen  mi ser y le dan paz a mi alma.
Tus caricias me estremecen de impaciencia y soy feliz sintiéndolas latir con frenesí en mi piel.
Me seducen, me apasionan y crean dentro de mi mundo interior una alegría sin fín.
Tus caricias, sin ellas no concibo el no tenerte, son una cálida huella de los sueños que soñamos con el aire azul en cada día. 

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