Desde la
distancia, en las estaciones de mi fantasía, te espero con ansía, Espera
vivida, el tren de la vida no se detiene, avanza.
Llega en
tu búsqueda, pletórico de dichas y amores.
Las
largas jornadas en vapores inmersa, como el tren que retumba por las vías, se
detienen y te buscan con imaginación y anhelos.
El tren
vacío que se acerca que me derrama y grita en cada vía, me aleja de ti, a la
distancia y logra mi grito sofocado.
Ya no
estás en la ventana de la sombra, en la
penumbra, ahora iluminas gritando mi
nombre y tus palabras son el último humo de la tarde. La vida se torna en
curvas, pero el puente recto nos lleva a
la espera vivida.
El tren
se para, se detiene, y te apresa en sus brazos y tu espera vivida se llenó de
sonrisas. EL paisaje de la tarde como un río de la nada me conduce a este tren
viajero de la espera verde de paisajes encendiendo los ojos y abriendo sus
puertas.
Vaivenes
sin parar, en medio del camino, llevándonos a la luz, pronto, muy pronto
saltando horizontes, co movimientos rítmicos, audaces y únicos.
¡Qué ruta
fácil hacia la espera vivida! En vaivenes suaves y ondulaciones leves, sin
prisa, hacia la tarde larga, en la estación esperada, frenando despacio,
alargando el momento en tiempo lentísimo y perfecto del encuentro de dos, sin
adioses juntos, sólo mirándonos en el borde de un sueño más.
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