La noche
es la gran duda del mundo, oscura y
misteriosa. Triste noche, ronco huracán, borrascosas nubes sólo iluminadas con
la luz del faro a la distancia.
Se
confunden el cielo, la tierra y el mar pero a lo lejos, el puerto, cobijo y
albergue seguro, e siente cercano próximo al faro lengua de fuego que recorre
el mar tenebroso.
Entre
nieblas tenues, tu cuerpo de piedra, con tu diadema de luz, arde como los
astros en el cielo.
Faro de
luz, silencioso y atento que ilumina peligros a lo lejos, rocas pérfidas,
escollos áridos, señuelos que engañan a las naves.
Faro de
luz, norte de los navegantes, eres la gran advertencia del peligro inminente.
Desde lo profundo del mar, traes a la costa pacífica y segura a los que en
larga ausencia anhelan el llegar.
Tu
lumbre, divina aureola de la noche, refleja el sol naciente. Torre de piedra
con reflejos de luz que atraviesa el horizonte dando esperanza luminosa.
Relámpago
de pura luz, sin trueno, silencioso, música, sin notas que sin rumor alguno
está silencioso y eterno, presente siempre.
Luz del
faro que ilumina el camino a la protección, seguridad, amando de noche a los
ojos del cielo suprimiendo de lejanas que son las distancias del mundo la luz
del final de un túnel.
El
silencio de la luna cubre las sombras de la noche, junto a los destellos del
vigía eterno.
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