Páginas

jueves, 2 de agosto de 2012

Vehemente amor


Vehemente amor, apasionado, te amo intensamente, me debía bastar con lo que ya me has dado y pido más y más, cada beso tuyo me pide otro para cumplirse a sí mismo ya que tú nunca podrás dar otra cosa de tí más perfecta. Se cierran mis ojos esperándote, límpida, impetuosa como la voz primera porque tu entrega es reconquista de ti, vuelves a mí en cada momento entusiasta, fogoso, buscando mis más íntimos secretos.
Vehemente amor, efusivo, totalmente entregado a este querer de dos, por eso no te expliques tu amor, ni me lo expliques, obedecerlo basta.
Me hundo en tu querer, llenándolo de síes de gozos, de pasiones, de deseos sin fin.
La forma de querer tú es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes en el silencio.
Tus besos son ofrecerme los labios para que los bese yo.
Vehemente amor, estoy abrazada a tí sin preguntarte nada, de miedo a que no sea verdad que tú vives y quieres.
Estoy abrazada a ti, sin mirar y sin tocarte, no vaya a ser que descubra con preguntas, con caricias, ese soledad inmensa de quererte sólo yo.
Vehemente amor, el firmamento resplandece cuando me acunas en tus brazos y me llevas las manos a tu pecho, amor, que desnudándote caminas sobre el muro que cerca mi silencio.
Mi piel se enciende con rubores de deseo y floto sobre el agua que mana mis recónditos adentros.
Sacúdanse las bases de mi sangre para que aparezca tu nombre contra el cielo.
Vehemente amor, te necesito a mi lado, cerca muy cerca, mi cuerpo enredado en el tuyo en un aire estremecido de ternura y bajado de altísimas esferas.
Tú eres para mí viola de amor que toca con sus notas cada fibra de mi cuerpo todo cincelado en nácar verde y perfil modelado en blanda cera.
Apoyada en el calor de tus hombros, enlazo las cimas de lo cielos en la tierra.
Creces hacia dentro de mis dedos y al roce y al llamado de tus ojos se alza de mi sangre un efusivo abrazo que te cobija muy dentro mío.
Vehemente amor, no quiero que te vuelvas recuerdo, sombra esquiva entre mis brazos, quiero tu ardiente cuerpo que me entregas entre tus brazos.
Eres mi felicidad, mi dicha toda, dentro de mi te llevo porque digo tu nombre.
¡Ven y tú llegas despacio y quedo!
¡Ven a mis brazos abiertos!
¡Ven con tu amor que me ata y me desata en cada lujuria de tu mirada errante con tu alas que me envuelven toda, con tus labios de amantes ardorosos y tiernos!
Seré tu pasión, tendrás que amarme con tu brazos redentores.
Vehemente amor, ¡cómo decirte que te quiero mío y me quiero tuya por toda la eternidad!

No hay comentarios:

Publicar un comentario