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sábado, 16 de febrero de 2013

Tropiezos del corazón


Tropiezos del corazón, ¡cuántos pesares causan!, vacilo en mis sentimientos, detenida en el grave concierto del otoño, escuchando como los violines y las arpas agitan un mar de hojas rojizas, amarillentas.
Tropiezos del corazón, traspié, por primera vez lloré al haber arrebatado tu rostro al deseo creciente de mi alma por querer mirarme en tus ojos y no encontrarte.
Después del letargo imprevisto que arrastró en sus alas minutos y horas, ahora lejanas y frías, conservo en mis labios tu nombre esperando que nazca de tu rostro el verde que refresque mis sentidos y tú confundido y ausente ignoras mi suplicio clamando por tí.
Tropiezos del corazón, caí en un pozo sin fondo, te añoro y te extraño, no has venido a despertar mi alma sumergida en sombras sin luces, ni rumbos.
Si pudiera gritar mil palabras serían testamento para repetir libres de mentiras y falsedades el amor que por ti siento.
Ajusto sobre un arco mis deseos y del puente que tiendo con mis flechas bajan lamentos de amor a nuestro suelo.
Tropiezo del corazón que hacen tambalear mis ilusiones y mi alma entera, apagando las estrellas de mi cielo convirtiendo mis sueños en tropeles de fantasmas tétricos que me envuelven con sus mantos oscuros de la noche llevándome por ríos inagotables de tristeza formados por las lágrimas que brotan de lo profundo de mis sentimientos.
Tropiezos del corazón, por los mares del silencio siento que crece la luna desde adentro y que como cisnes de humo flotan los recuerdos y los pensamientos en las redes sutiles de mi sueños.
¡Tu presencia se diluye a lo largo de mi barca!
¡Tú no estás! ¡Entre las tranquilas sombras ya no te pienso!
En duras alamedas de cristales padece el corazón un miedo tibio y pasa lentamente entre mis dedos la luz quemada de tus ojos negros.
Tropiezos del corazón, el desliz de mi mente cuando duermo me hace llegar al valle de tus sueños y me mueve la distancia como alas en las grietas de mi piel que vence el tiempo.
Y tu alma y mi alma se pierden en la niebla lejana del recuerdo.
Tus caricias imaginadas brotan lentas por el mapa de mi cuerpo.
¡Qué haces alma tropezando en caídas sin regreso, que no ves las celadas que me aguardan!
Tú y yo somos agua pasada que mojan las veredas  de mi vida. 

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