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lunes, 17 de junio de 2013

Aquí estoy

Aquí estoy bajo la desgarradora soledad de tu recuerdo consumiendo mis temblores, devorándome mis gritos bajo tu piel fantasmal y traicionera que me ahoga desde esta distancia tan presente.
Te siento, estás en mí como una mariposa de fuego y de tormenta.
Me ahogas, me arrancas el alma en cada abrazo, me desarmas el corazón en cada beso.
Ya no sé definir en la distancia si estás presente en este Hoy o en la lejanía en tu ausencia.
O si es en tu ausencia tan fuerte, tan poderosa, tan sentida y arrogante que vives presente siempre en mis formas afiebradas.
Aquí estoy, te busqué en el horizonte, en el cielo, en el mar, que activo como la ola, la ola desnuda y sola que estalla en cada cabriola y se desangra al llegar y no te encontré.
Aquí estoy, un hondo estremecimiento se aquerenció en mi interior y destelló en rededor, creí que estabas conmigo y un símil de paraíso, un horizonte plomizo, desembaló la mañana y claveteó en mi ventana un cielo gris y oscuro, tú no estabas.
Aquí estoy, el pájaro que crecía dentro de mí, desangróse, rastro quedó de su goce en mis manos desoladas, entristecidas y moradas, donde la piel impaciente, incuba un día siguiente que acaso no ha de tomar.
Aquí estoy, esperándote, mi memoria se pierde, mi cuerpo pesa apenas y hasta la sangre en las venas más que andar, se detiene.
Un mundo como de sueño del mundo que se volvió sueño desde el confín de la playa.
Aquí estoy, aguardo con desespero, con angustia, atónita mi voz calla.
No ha de escalar lo indecible y cuestionar lo visible, excede mi entendimiento.
¿Por qué no vuelves?
Todo parece un paseo por un cuento y ¡fue duro el despertar!
Escribiré al borde de mis heridas, escribiré cada vez que mi cabeza recuerde que como piedras rueda por las calles estas lágrimas que ya no tengo, ahora que las tardes duermen y las noches van de madrugada al instante húmedo de mi único deseo.

Aquí estoy, me iré a mi jardín convidador me llama, cuando en rosas, jazmines, geranios, estalla o verdea, dándome paz a mi alma para que cante bajito, sin ahondar las pisadas, con un dejo de gozo y otro dejo de lástima me olvido de ti, me alejo, ya no te espero, no eres más mi desespero, eres tan sólo un fantasma más.   

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