Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 25 de febrero de 2013
Danza circular
Danza
circular, bailo la vida, siendo lo que soy, una y otra vez, me renuevo con las
estaciones del Universo y mi cuerpo es el cuerpo de todo lo que es.
Yo
soy la que soy, una con el gran Sol, soy esa esencia que nunca morirá… a pesar
de desangrarme por el camino, viajando los senderos que eligió mi corazón.
Danza
circular, rítmica, audaz a veces, sensual otra, lenta o vibrante, pero siempre
plena aún bailando conmigo misma pero dedicada a ti, mi amor.
Danza
circular, la bailo de madrugada con la espiral de la luz… bailo hasta que el
fuego sagrado de la noche se enciende, me libero y me desapego de todo, apego
con la música del cielo… ¡Ven, acércate, baila conmigo la hermosa danza de la
vida!
Danza
circular, apasiona el aire y vuelve leve la sed del amor, nacen los versos
entre caligrafías de perlas en un mar de pasión irradiando encantamientos y
concediendo dones como la dulzura de la miel, la caricia del musgo, el fuego
del mar.
Danza
circular, entre arabescos de luz, entre nervaduras del cielo y abrazos de agua.
Danza
circular, arremolina sentimientos y me deja en un espacio único, mágico,
irreal, imantando el alma con geometrías vegetales y tules de plata enredados
en mi piel.
Danza
circular, es contigo que estoy, amor, disolviendo la fragua de la pena que
quema, movimientos con resplandores, sin los siete velos, sí con estrellas
migratorias en arterias doradas, palpitando árboles y cuerpos enramados en
remolinos y ascensiones.
Danza
circular, la música nos envuelve entre capullos concediéndonos el don de amar y
se mueven resplandores como vuelos de arcángeles sin espadas.
Mis
pasos son pasos de una danza, bailo poesías entre colores y movimientos,
fogosos e intensos, creando espumas, nubecillas, jardines celestes, corolas
blancas.
Danza
circular, que comienza antes de que llegue el día, labradora, la aurora se
levanta entre estrellas rezagadas que con sus luces que aún recorren los cielos
por el mar aún van a sembrarlas.
Estalla
la danza entre mil sones redondos de eterna magia y esplendores, estallan en
los espacios claros, cubriendo de mitos que la luz guarda.
Danza
circular, eterna y sentida, todo baila, brazos, manos, pies y dedos y hasta los
ojos y labios tiemblan en rítmicos parpadeos y balbuceos de amor y cubren su
verdad guardada en lo profundo de su seno con latires gozosos y palpitantes
albores.
Margaritas deshojadas
Margaritas
deshojadas, sus pétalos blancos, amarillos y lilas colman el campo como manto
entretejido de “te quiero y no te quiero”.
Son
conciertos de notas aterciopeladas moviendo a ratos el sauzal y después
tornándose a la quietud hecha de amores perdidos y hallados sin saberlo entre
cantos y sentires.
¡Oh,
vientos del jardín de los recuerdos!, desde el fondo soplad, trayéndome las
margaritas deshojadas que las quiero besar.
Entre
albas transparentes vestidas de ilusión, cuyos llantos sin causa derramaron
sobre las flores, mi inocencia pasó.
Margaritas
deshojadas, tengo pétalos en los labios y palabras escarlatas que jamás he
intentado pronunciar.
Tengo
secretos inconfesables, que de tanto guardarlos, los he perdido entre mil pétalos
blancos que mis ojos viajeros del tiempo, cansados de pronosticar, se diluyen
entre este mar de margaritas deshojadas.
Tengo
pétalos pegados en mis sienes, en mi pelo, en mis manos, en mis yemas, como
plumillas que escriben sueños, nácares, tesoros…
Tengo
pétalos, suaves pétalos carnosos de mis margaritas deshojadas debajo de mis
pies, recorriendo el gran sendero blanco, amarillento de mi nido de amor.
Invierto
en el presente, apuesto a futuro, a poesía y floraciones perennes, a todas las
margaritas deshojadas por amor, a los pensamientos cárdenos de setiembre y a
las flores de los montes que no vacilan abrazando en adoptar retoños nuevos.
Tengo
en suma un chal de pétalos tejidos y destejidos de margaritas deshojadas,
alegre, colorido, al que accedo una y otra vez por éste y otros poemas
inspirados por ti, mi amor.
Margaritas
deshojadas, perdidas, desperdigadas en el prado, mágicas en mi lecho de
ilusiones de amor por ti, irradian el fulgor que seca las fuentes de mi llanto.
En
sus pétalos te recuerdo y amorosa te exalto, mientras en la tarde te inclinas
en tus largas manos y te envuelven como tules que en tu pecho se derraman.
Margaritas
deshojadas, manantial de dicha que suave se extiende entre caminos y senderos
remontando los sueños a las nubes altas como río de la música, llovizna de
suaves pétalos, que serenamente por dentro nos abrazan.
Blancas
vislumbres, flores fugacísimas, florecen y se deshojan por los campos como
pétalos de espuma por una playa entre esplendores del mediodía y el trabajo del
alba.
Margaritas
deshojadas, par ti, mi amor, pidiendo tu quiéreme, siempre tu quiéreme, ya te
amo sin haberte visto nunca, ya te busco por los confines del mundo, ya sin ti
no puedo vivir, te necesito amor.
Mis huellas en tu mar
Mis
huellas en tu mar, mis marcas en tu piel, entre estrías de luces, entre
maravillosos perfiles que rutilan por el agua entre festejos y júbilos al velar
el ardoroso buscarte en la plenitud del acierto de este amor por ti.
Dejé
mis huellas en tu cuerpo de mar, entre un oleaje resplandeciente de ardores que
te recorren como finas plumas del aire, cubriéndote de besos, caricias, en las
puntas de las olas intentando cubrirte con mis ansias locas.
Mis
huellas en tu mar, iluminan mis intentos de que no me olvides nunca, entre
clamoreos festivos, jubilosos, inocentes, plenos de relumbres, de fulgores,
proclamando cómo te estoy queriendo y dejándote ante tu orilla mi cuerpo virgen
y puro que alegremente se te entrega.
Las
olas van formando con monosílabos palabras de amor que te susurran
entrecortadas para que las descubras sirviéndote a tus deseos de que tú y yo
formemos un doble espejo donde nos refugiaremos para amarnos.
Mis
huellas en tu mar casi desaparecen, se desdibujan, las olas en la arena las van
llevando entre la espuma hacia la espesura del mar, donde tú me esperas,
ansioso y desesperado por tenerme entre tus brazos.
Mis
huellas en tu mar se adentran entre las aguas en una actividad a veces
frenética y a veces pausada, fluyendo hacia ti, mi amante, porque eres amado.
Muestra
en tu hacer, ¡que eres un afluente del gran fluido que es la vida!
Mis
huellas en tu mar, como magia de amores, viviéndolos, sintiéndolos en
grandiosos momentos de belleza y gozo sin par, entre imágenes de desbordantes
fantasías y percepciones en torno a lo Divino.
El
mar nos ciñe, más y más, como un cerco de alegría, colmándonos de asombro al
mirarnos entre espumas que desfallecen en la orilla.
Mis
huellas en tu mar se hunden de a una, de a cien, de a mil, las incontables
pisadas cristalinas, que como figuras de blanco mármol quieren estrecharte
entre sus senos, de una en otra,
evadiéndose ligeras y permaneciendo siendo ninfas.
Son
juego de raudo amor, entre tú y esta ninfa rápida que apenas erguida cae entre
tu espuma desfalleciendo en tu orilla entre verdes curvas, con luces vagas en
un gran hervor de cuerpos en proyecto. Se enlazan en las ondas en altas quejas
estremecidas de gozos y placeres, entre deseos que se alzan en ligeras crestas
de ondinas, entre ansias que se mueren en blancuras de amores nuevos.