Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 9 de mayo de 2012

Inevitable




Inevitable, imprevisto, mi alma renació, me eleve entre nubes desdibujadas en
 vuelos cortos, leves, suaves como tules blancos al viento.
 Inevitable, la vida se presenta en todo momento sorpresivamente ante sucesos, 
sobre saltos, sonrisas quisquillosas, secretísimos, íntimos que embargan, con 
intensa emoción nuestros sentidos. 
Inevitable, no podemos esquivar ni con ímpetus turbulentos lo que está previsto 
para el  Hoy vivido, dejando miedos, temores, lugares oscuros y misteriosos de
 submundos al que no quiero llegar hasta el momento preciso. 
Inevitable, el ayer del pasado regresa a mi vida entre jacarandaes florecidos
 y tibios como corazones titilantes. 
Inevitable, el dolor y la angustia nos encuentra y entre heridas del alma el 
corazón se estremece y su latido parece que cesa unos segundos de vibrar pero 
la vida nos llama para amar y ser amados. 
Inevitable, es vital para mi paz vivir con total confianza y fe proyectando mi 
mundo interior hacia campos de esplendores de murucuyaes y azules alelíes. 
Inevitable, incontrolable es dejar de buscar el amor en el tiempo tibio y 
tembloroso que vivimos hasta el fin de los fines. 
Desde el principio al fin, lo inevitable nos circunda, no nos permite en 
determinados momentos vivir libres, sin morrales y sin heridas en el corazón
 que sangra y sus ríos rojizos  entre nuestras venas hacen dribles, vueltas, 
para encaminarnos hacia la luz de orbe. El amor dándolo por doquier, es 
recibido con el alma abierta, sin cerrojos, 
sin barreras, sin límites ya que nutre y beneficia con jùbilo y alegría el 
mundo interior por doquier. 
Inevitable, mi lamento se desgarra en mil cristales que reflejan con 
múltiples refacciones lo sufrido, ¿por qué es tan largo el dolor y la felicidad 
tan sólo gotas que se suspenden en el aire y nos rozan apenas en segundos 
tan valiosos de nuestro existir. 
¡Vida, déjame vivir libre, en paz, en entrañables silencios conmigo misma, 
que mi alma  vuele  en cortos y rápidos segundos al orbe todo dejando tras
 de mí, estelas fulgurantes  reflejando en el azul cielo el amor que el mundo
 espera recibir!

Desarraigada




Desarraigada, su significado profundo y hondo hiere y lastima el alma, trastorna mi mundo interior, confunde mis amores en desamores.
¿Por qué me siento apartada, alejada del mundo que me rodea? Soy una emigrante itinerante, mi lar está fuera del real, mi imaginación me transporta a un mundo donde vivo dando amor, traspasando barreras, cadenas, prejuicios, críticas, ¿cómo no sentirme perturbada al vivir desconectada, descuajada de la rama alta del ciprés verde y frondoso, cima en la que creí vivir, levantando vuelos cortos y veloces para regresar al lugar que creí era amada?
La vida tiende sus redes y en un instante me siento dañada pero, ¡ya no más! No pueden arrancarme de la luz que me conduce a un orbe nuevo y maravilloso, desprendiéndome de lo que el amor me hace escribir, inundar páginas en blanco que me buscan desesperadamente con ansias de volcar en ellas mis inquietudes, mis sentimientos, mis deseos de escaparme a otro lugar distante y vacío donde encuentre la paz ansiada en mis ideas locas de estar enamorada de la vida.
Desarraigada, desterrada de este mundo real y poder irme al mundo mágico, puro y límpido donde nacen mis prosas poéticas vírgenes y sin causas ni porqués.
Desarraigada, me voy, no tengo tiempo de volver a empezar, de regresar a ese pasado cercano y lejano a la vez, debo volver al hoy, plenamente, entre cielos azules y nubes de algodón, entre desprecios de lejanías, mares transparentes, turbulentos y calmos, entre rojizas puestas de sol en el horizonte lejano, las nubes danzan  a su alrededor, en silencios y vientos calmos.
Desarraigada, ¿por qué ocurrió? No lo sé, son diferencias de vida, de sentir el amor y de ser amados, como ídolos de mármol, duros, impenetrables, rígidos y no con el corazón abierto para dar lo mejor de mí, de sentir cálidos sentimientos y brisas frescas y limpias en mi mente.
Ya me desprendí de todo el manto de llanto, ahora sólo correré tras la música, las risas, las bellezas del verde bosque, el azul del mar y los corazones tibios y verdaderos que se me acercan y me acarician con sus miradas dulces y palabras tiernas buscando en mí el amor que aflora sin saber por qué.
La pesadumbre se fue lejos, no quiero pensar en los recuerdos que me hicieron mal, busco la luz, quiero sentirme envuelta en ese capullo que me protege entre palabras de amor en mi ser entero y que la alegría me invada entera, no sintiéndome desolada y triste, si no plena de amor para dar a raudales por el mundo que me rodea y lo quiere recibir.