Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
Mi Verso es un Canto
Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.
La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.
Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.
Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.
Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.
Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.
La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.
De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.
Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.
Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.
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sábado, 21 de julio de 2012
Cántico de amor
Vibrar al unísono
Nació nuestro romance
Nació nuestro romance como una ráfaga, violenta, como un huracán vertiginoso, desde lugares distantes.
Fue como una nube, tal vez una corriente renovada, fue como estrella, como lucero que brilla, que titila y parpadea.
¡Ah, nuestro amor! Fue un viento pasajero, fue como el mar, más bien como marea.
Nació nuestro romance y se clavó como una espina o dardo sin dolor en la hondura de nuestros corazones, es como el bello canto de la alondra, es como un sol que en el ocaso se desliza.
Hoy nuestro amor se torna transparente y es nuestro presente. Nació como un manantial puro y virgen de la montaña, recorriendo caminos diferentes y pendientes hasta llegar al remanso de paz.
Nació nuestro romance desde lontananza, más allá del cosmos y se fue acercando para unirnos cada vez en forma más entera y profunda.
Nos buscamos hasta en la penumbra, donde nuestras almas en dicha total se encuentran y nos vamos lejos, juntos, a estar en completa comunidad de espíritus.
Entre ríos de música y lluvia de pétalos de flores, serenamente, nos abrazamos, somos uno en dos. Somos árbol que va floreciendo de a poco y hoguera sin humo, sólo con luces multicolores. Y nos envuelve el olor de las glicinas y de las madreselvas, derramándose por doquier.
No dejemos que este romance termine en espejos de recuerdos del áureo paraíso logrado.
Busquemos esa perfecta unión que acerca más que abrazo o beso de nuestra vida y de su gran proyecto de dichas de futuro, acercándonos al presente para darnos largas dulzuras del minuto, del tiempo que estamos viviendo.
Caricias etéreas
Caricias etéreas, suaves, tiernas, que llegan hasta lo hondo, mueven el alma con cadencias lentas y ritmos acordes.
Silencio, ha sido tu primer manera de entrar a mí, tu entrada por mi alma fue como callada brisa todopoderosa.
Mimos tiernos y reales, plenos de excelsitud de amar, caricias volátiles que llegan desde lejos, despacio, que se notan apenas por tiernas diferencias con la nada.
Caricias etéreas que a través de unos labios que se abren suavemente dejan la huella en teclados donde tocas tu eterna melodía.
Caricias etéreas, sublimes y gráciles me las haces llegar con ternura infinita, tiempo de letras, versos, palabras inconclusas que me llegan como un cántico vaporoso, irreal, incorpóreo.
Vives dentro de mí, alma arriba, alma abajo, vas y vienes con caricias sutiles como velos transparentes llenando de gozos mi alma sola.
Por gracia tuya yo ya no soy silencio y aún a pesar de sentirte distante, vibro y amo al sonido leve de tu presencia.
Caricias etéreas que al sentirlas navegan en mi pensamiento, deslizándose en mis sueños, como misteriosa luz de mis suspiros.
Desde tu lejano lugar, distante, apartado, la fascinación de tus caricias me atrapa al instante traspasando juntos la realidad, trascendiendo la fantasía, navegamos en la eternidad ya que tú emerges detrás del espacio sideral con tu ímpetu y plenitud.
Con tus caricias etéreas no hay soledad que oprima mi pecho ni una lágrima que gire de dolor.
Tus palabras resplandecen en fulgores de estelas resplandeciendo en el azul firmamento dando calma a la tempestad de mis afectos.
Caricias etéreas, sublimes, irreales, llegas por serpenteantes caminos para seducir en pleno vuelo mis ansias de ser amada.