Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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sábado, 21 de julio de 2012

Cántico de amor


Tú eres silencio y voz, eres canto, eres amor.
Cántico de amor, va tras de mí, recorriendo mi camino, muy cerca, me vive dentro, cantando y recantando su historia interminable.
Tiempo y tiempo, logrando con su presente seducción que mi alma se entregue de a poco pero presintiendo que al final será toda suya.
Cántico de amor, con augurios de dichas y aventuras, pleno de caudales de gozo, haciendo que me entregue en su cantar nocturno, en la noche brillante y esplendorosa.
Cántico de amor, me llevas con tu gracia frágil a un mundo de inocente armonía, sin olvidos, sin fatigas, sin lágrimas que rueden hacia dentro.
Tu cántico de de amor hace dudar al tiempo y al cielo con instintos de infinito y hace vibrar el silencio naciendo el canto poema de música para que los amantes se amen y a su son se unan.
Cántico de amor que ama como el viento al ramaje que acaricia, como ama la luz la noche, como ama la noche al día, que hace buscarse y encontrarse en el silencio cómplice de un gemido de amor.
Cántico de amor, que hace volar el alma toda hacia la lejanía donde él la espera con ansias y con el corazón ahogado por el tornado mágico del amor surgido en un instante de ilusión y fantasía.
Cántico de amor, llévame en silencio hasta donde el refugio cálido de los brazos de mi amado me espera el amar en ese tiempo que se queda suspendido en poemas internos plenos de suspiros sentidos.

Vibrar al unísono


Vibrar al unísono en cualquier instante, hora, minuto, juntos haciendo que el mundo todo se estremezca con nuestro amor, expresándolo ante el eco del universo.
Clamamos por estar juntos, no separados por una lejanía remota, para sentir el momento aún breve de un instante inolvidable y único.
Vibrar al unísono, en nuestra paz de intactos cristales donde el manantial de la dicha mana suavemente sueños que se remontan a las nubes altas de otros cielos.
Vibrar al unísono, en milésimas de segundos, quitamos la luz al sol y oscurecemos la luna en el palpitar de nuestro amor.
Vibrar al unísono, compartiendo ternuras, dulzuras en nuestro mundo único y delicioso que nos hace desbordar al fin del paraíso donde nuestros corazones viven y vivirán por siempre.
Vibrar al unísono, cantar en silencio, de tan cerca y de tan lejos atravesando el mundo como saetas que en la noche rebrillan para encontrarse en la infinitud de la mirada intensa.
Y de una orilla a otra del mundo nuestros destellos se cruzan en las crestas levísimas de los aires de cada mundo nuestro.
Vibrar al unísono, es alcanzar el paraíso en la noche iluminada por sonrisas inmensas de felicidad, guardando nuestros secretos, nuestras promesas de amor y donde nuestra imagen perdurará en un recuerdo por siempre.
Distantes, un poco distantes estamos, casi totalmente apartados pero viviendo el amor más fuerte que hay sobre la tierra, un gran amor de antípodas, pleno de la esperanza de estar juntos algún día.

Nació nuestro romance


Nació nuestro romance como una ráfaga, violenta, como un huracán vertiginoso, desde lugares distantes.
Fue como una nube, tal vez una corriente renovada, fue como estrella, como lucero que brilla, que titila y parpadea.
¡Ah, nuestro amor! Fue un viento pasajero, fue como el mar, más bien como marea.
Nació nuestro romance y se clavó como una espina o dardo sin dolor en la hondura de nuestros corazones, es como el bello canto de la alondra, es como un sol que en el ocaso se desliza.
Hoy nuestro amor se torna transparente y es nuestro presente. Nació como un manantial puro y virgen de la montaña, recorriendo caminos diferentes y pendientes hasta llegar al remanso de paz.
Nació nuestro romance desde lontananza, más allá del cosmos y se fue acercando para unirnos cada vez en forma más entera y profunda.
Nos buscamos hasta en la penumbra, donde nuestras almas en dicha total se encuentran y nos vamos lejos, juntos, a estar en completa comunidad de espíritus.
Entre ríos de música y lluvia de pétalos de flores, serenamente, nos abrazamos, somos uno en dos. Somos árbol que va floreciendo de a poco y hoguera sin humo, sólo con luces multicolores. Y nos envuelve el olor de las glicinas y de las madreselvas, derramándose por doquier.
No dejemos que este romance termine en espejos de recuerdos del áureo paraíso logrado.
Busquemos esa perfecta unión que acerca más que abrazo o beso de nuestra vida y de su gran proyecto de dichas de futuro, acercándonos al presente para darnos largas dulzuras del minuto, del tiempo que estamos viviendo. 

Caricias etéreas


Caricias etéreas, suaves, tiernas, que llegan hasta lo hondo, mueven el alma con cadencias lentas y ritmos acordes.
Silencio, ha sido tu primer manera de entrar a mí, tu entrada por mi alma fue como callada brisa todopoderosa.
Mimos tiernos y reales, plenos de excelsitud de amar, caricias volátiles que llegan desde lejos, despacio, que se notan apenas por tiernas diferencias con la nada.
Caricias etéreas que a través de unos labios que se abren suavemente dejan la huella en teclados donde tocas tu eterna melodía.
Caricias etéreas, sublimes y gráciles me las haces llegar con ternura infinita, tiempo de letras, versos, palabras inconclusas que me llegan como un cántico vaporoso, irreal, incorpóreo.
Vives dentro de mí, alma arriba, alma abajo, vas y vienes con caricias sutiles como velos transparentes llenando de gozos mi alma sola.
Por gracia tuya yo ya no soy silencio y aún a pesar de sentirte distante, vibro y amo al sonido leve de tu presencia.
Caricias etéreas que al sentirlas navegan en mi pensamiento, deslizándose en mis sueños, como misteriosa luz  de mis suspiros.
Desde tu lejano lugar, distante, apartado, la fascinación de tus caricias me atrapa al instante traspasando juntos la realidad, trascendiendo la fantasía, navegamos en la eternidad ya que tú emerges detrás del espacio sideral con tu ímpetu y plenitud.
Con tus caricias etéreas no hay soledad que oprima mi pecho ni una lágrima que gire de dolor.
Tus palabras resplandecen en fulgores de estelas resplandeciendo en el azul firmamento dando calma a la tempestad de mis afectos.
Caricias etéreas, sublimes, irreales, llegas por serpenteantes caminos para seducir en pleno vuelo mis ansias de ser amada.