Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 27 de junio de 2016

Estoy triste


Deshojando margaritas


Deshojando margaritas,
sus pétalos blancos, amarillos,
van tenuemente volando hacia ti,
a tu rostro amado
en medio del campo floreciente
entre vergeles frondosos de pastos tiernos.

¿Qué te dicen sus pétalos de mí?
¿Te preguntan quién eres?
¿Acarician tus labios?

Deshojando margaritas,
entre te quieros y requiebros,
mi amor se alza en vuelo
esquivando temores, dudas, penas,
sólo voy hacia ti
guiada por mis margaritas puras y vírgenes.

Con un te quiero mucho poquito y nada
voy por la vida enamorada y feliz.
¡Viva el amor!
La vida es el verbo vivido del amor.

Las margaritas tiemblan
en mis manos cuando te ven.
Entre mis brazos las acuno y las beso
sintiendo su perfumado aroma
que inunda todo mi cuerpo
que va en tu búsqueda.

¡Vuelen pétalos de margaritas!
¡Vuelen lejos!
lleguen a lugares donde el amor es necesitado
para que todos nos amemos
y sintamos el gozo del vivir.

Cubran como un manto blanco, amarillento,
entre velos envolventes todo lo que nos rodea
en el floreciente rocío de los amaneceres
luminosos de este mundo,
dejándonos como un eco resonando
por los rincones como rocío de luna
en este tiempo que nos atrapa.

Y aquí estamos en el camino primaveral
donde se conjuga el tiempo y el beso
donde la inocencia salpicada de te quieros
susurran en el aire llevándolo por doquier.

Margaritas deshojadas,
lleguen lejos hasta él,
no se reduzcan
al estrecho espacio de mi verso
recorran el paisaje perfecto del amor
donde todos estamos reunidos
por la calma primaveral
que acarician nuestros rostros.

Pétalos de amor recorran
los caminitos del mundo,
vuelen con la brisa de la mañana
llevando el mensaje de que la vida
merece vivirse
y que el amor existe, existió
y existirá por siempre.

Momentos precisos


Momentos precisos,
sorpresivos, no esperados, únicos.
Nos encontramos sin buscarnos,
nos miramos hasta el fin
de nuestros días.

Momentos precisos,
plenos de amor, gozo,
placer de estrecharnos
en nuestros cuerpos
ávidos de ser amados.

¿Por qué ahora, cuando ni lo intuimos,
ni lo percibimos, nos encontramos
en un instante vacío de amor
en nuestras almas?.

Eres la frescura del aire que respiro,
el aroma del bosque umbrío,
la espuma del mar en calma,
el aire diáfano del día azul.

Momentos precisos,
surgidos de la nada,
de lo profundo de nuestras vidas,
cual mágicos momentos irreales y misteriosos.

Momentos precisos,
plenos de dichas, de emociones intensas
que hacen que la sangre corra por mi cuerpo más aprisa,
entre arpegios y bemoles,
música sincopada de cuentos inventados.

Momentos precisos,
necesarios, anhelados, con todo el amor
que se puede esperar en tan sólo un beso apasionado
entre suspiros de gozos y placer.

Te quiero junto a mí, quiero sentir tu latir,
tus emociones, tu calor cerca de mi cuerpo.

Momentos precisos,
el oído pegado sobre el ángel que custodia
el hechizo de tus sueños
mi mano angustiándose en el aire
por el largo alumbrar del movimiento
con el pulso agitado de la sangre
sobre el somnoliento silencio
se quema las llamas del placer y el gozo
como un ave de marfil en primer vuelo.

Momentos precisos,
aquellos los preciados, los queridos, los anhelados
con frescura de amapolas y espigas
brotando verdes en la hierba.
Ahoga en desazón al pensamiento,
se detienen las horas de la espera
en el momento inolvidable de este instante
donde yo espero que nazca en tus ojos
el verde que refresque mis sentidos.

Invisibles en el Paraíso


Invisibles en el Paraíso.
Nuestro lugar secretísimo
donde nadie nunca nos encontrará, nadie
y es allí donde te siento cada día
rozándome sutilmente con todo tu amor
que es como una mariposa
que vuela en el aire de la mañana,
como el viento suave que roza mis cabellos.

Nos amamos sin prejuicios ni condiciones,
sin esperas ni reservas,
sin egoísmos ni sombras,
sin cadenas ni sumisiones,
el mundo real para nosotros no existe.

Invisibles en el Paraíso.
Nos amamos con la profundidad insondable del océano,
con la claridad del Sol en las montañas
con la fuerza suprema de vientos huracanados.
Nuestras almas se buscan tras toda emoción.

Invisibles en el Paraíso.
Frente a nosotros enmudece el mar,
la arena,
el cielo y la mirada
y desde la lejanía se sienten ecos,
palabras,
voces que suenan clamando por la claridad y el amor.

¡Paz!
¡Vida!
Nacidos para la vida
y el amor fuimos creados.

Invisibles en el Paraíso.
Cogidos de la mano,
con pasos errabundos y lentos,
emprendemos nuestro camino solitario
y hemos subido al cielo,
a las estrellas luminosas,
en la inmensa noche azul llena de temblorosos ojos.

Lengua del Paraíso,
sones primeros,
vírgenes,
entre tanteo de los labios en el aire del mundo
para que estrenemos los besos,
los abrazos,
los nombres de los gozos primigenios
que nuevos son para el júbilo nuestro.

Invisibles en el Paraíso.
Que en los tiempos del alma,
allí,
en el más antiguo nos encontremos sin buscarnos,
sin seguir huellas ni en nuestra memoria,
ni en ningún signo nos guiaremos,
nos veremos percibiéndonos nítidamente
entre la niebla gris que poco a poco se fue abriendo
para que nos viéramos y nos amáramos por siempre.

Invisibles en el Paraíso.
Y así,
lo que tú eres cuando yo te lo digo
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decírtelo.
Nuestras almas están juntas,
tú me sientes en la tuya,
yo te siento en la mía sin poder entenderlo,
sin saberlo nosotros mismos.

Invisibles en el Paraíso.
Nuestro aire está lleno de esperanzas en vuelo,
las encontramos y las traspasamos
con nuestras alas tiernas
y con un soplo imperceptible nos decimos
¡Te amo!


Aunque estén contra nosotros,
el aire y la soledad,
nos seguiremos queriendo
sobre todo en la alta noche cuando el sueño,
ese retorno al ser desnudo y primero rompe desde las estrellas,
nos queremos sin querer a fuerza de estar queriendo.