Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 23 de noviembre de 2017

Silencio


El camino del silencio


El camino del silencio,
nos llega hasta el alma,
sin saber de qué ausencias
de ruidos está hecho.

¿Son letras, son sonidos?
Es la lengua antigua del paraíso,
sones primeros, vírgenes,
 tanteos de los labios
cuando en el aire del mundo
se estrenaban los nombres
de los gozos primeros.

El camino del silencio,
que los dos unidas nuestras almas
recorremos íntimamente
en una realidad que no deja huella,
en memoria ni en signo en la paz
de intactos cristales
que nos libera del ruido, de la sombra.

El camino del silencio,
nos remonta juntos, muy juntos
a las nubes altas como manantial de dicha
que suave emana entre libros,
flores, pájaros y sueños.

Nuestros pasos ni resuenan
en la acera solitaria
y se pierden en la cinta del eco
enredada en la cabellera de los árboles.
El silencio nos rodea entre luces y sombras
uniéndonos en la salud luminosa de las sonrisas.

Nuestras manos se tenderán
para recibir las rosas de las caricias.
El camino del silencio,
nos lleva a senderos
entre montañas y estrellas rutilantes.

Nuestro amor, silencioso y profundo
es como un árbol florecido, río de música,
llovizna de jazmines
 que nos abraza con total intensidad.

El camino del silencio,
nos conduce a lo hondo de nuestra alma,
nos ampara, nos salva,
 con su flor de cielo
envolviéndonos con guirnaldas y collares
sin sonidos ni sones.
Iremos juntos como tordos de niebla,
 recorriendo el verde campo
de amapolas florecidas.

El camino del silencio,
 iluminado por los rayos áureos de la luna
nos une cada instante más,
no son necesarias las palabras,
el amor nos rodea
y en un abrazo profundo
bajo el sauce lánguido de la noche nos envuelve.

Sólo el silencio nos rodea
y nuestras manos estremecidas
se unen en el mar de mi regazo
tras los sueños liberadores del tedio.
A través de nuestro silencio compartido
 llegaremos a las islas
que jamás cruzan
 las crueles aves del tiempo
y vamos tras la azucena jubilosa
 del amor límpido y puro.

Vamos juntos abriendo
el tupido follaje de misteriosas selvas
 tras las calandrias y las rosas
de primaveras lejanas.

El camino del silencio,
con una inmensidad amorosa
convertido en puente al infinito
nos conduce,
castos, transparentes, serenos.

La espera


La espera,
con infinita calma y paciencia,
expectante,
te busco como a una flor,
no lejos de la noche,
mi cuerpo mudo se abre
a la delicada urgencia del rocío.

Hay en la espera, un rumor a lila,
rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol
con pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
 una tribu de palabras mutiladas,
 busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
 los funestos, los dueños del silencio.

La espera,
en ella he dado el salto de mí al alba,
 he dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.
Soy la silenciosa en el desierto,
la viajera con el vaso vacío,
 la sombra de mi sombra.

Sin desesperación ni ahogos,
sólo con penas profundas,
 te espero tan sólo por un minuto
de vida breve, único,
de ojos abiertos
que te ama en su mirar,
danzando de alegría entre flores pequeñas
como palabras sentidas y dulces.

La espera,
desnuda en el paraíso de mi memoria,
sin conocer el destino de mis visiones,
 tengo miedo de no saber nombrar
 lo que no existe.

Salto de estrella a estrella,
de sombra en sombra,
muero de muerte lejana,
la que ama al viento.

La espera,
 mi memoria iluminada
es como una galería
donde vaga la sombra de lo que espero.
No es verdad que vendrá.
No es verdad que no vendrá.

La espera,
 no quiero ir tras tu búsqueda
como sonámbula y transparente
en nuestro nido de hilos que tú dejaste
y ahora rígido sólo me danzo
y me lloro
con tus recuerdos
doblemente sufrida
en la memoria de aquí y de allá.
Y en la noche un espejo de cenizas
 como una visión lejana
refleja tu amado rostro,
en mi corazón de medianoche.

La espera interminable,
pasa lenta, con pausas dolorosas
y en un canto arrepentido,
vigía detrás de mis poemas,
 me amordaza, me quiebra,
me inunda de llantos largos.
La noche que fue de los dos,
se dispersó con la niebla
y quiero mirar tu rostro una vez más
 hasta que se aleje de mí
 el miedo
como un pájaro al borde filoso de la noche.

Pero el silencio sin ti es cierto
y por ello mis palabras vuelan en el aire
porque estoy sola y escribo.
No, no estoy sola,
hay alguien junto a mí que tiembla.
Delicia de perderse en la imagen presentida,
voy en busca de quien soy,
peregrina de mí,
 voy hacia la que duerme
en un país al viento.

Todo está escrito


Todo está escrito entre los dos,
con palabras de luz en nuestro destino.
No podemos desoír su voz ni su llamada
pues el amor es suave lluvia de oro
cayendo en la floresta de las almas.

Aún la melancolía en el amor
nos convierte a los seres en poetas,
surgiendo las más hermosas
y sentidas melodías
que se derraman por nuestros cuerpos
como el río desborda sus almas en el mar,
dejándonos arrastrar
por la corriente de la pasión.

Todo está escrito,
en los cielos abiertos van trazando
 los pájaros códigos de vuelos,
 las estrellas se leen
con largas lentes claras
que descifran el misterio de la vida,
de enigmas alejados.
Las tierras más remotas
con colores azules, verdes, rosas,
 entregan sus secretos en los mapas.

Y el pasado se ve tenuemente
tan escrito en los ojos,
en tus ojos,
que son elegía o cántico
que brotan desde un arco iris en el cielo.
Todo está escrito,
tu nombre no se lee donde se lee,
está en mi corazón enamorado
y contigo la Tierra es el cielo del cielo
y entre tus brazos no se sabe
de qué profundidad viene el amor,
lejano, sí de honduras de cielos
o entrañas de la Tierra.

Todo está escrito,
porque hemos pasado
por la senda estrecha
en los grandes zarzales de la vida,
sin hacernos ni una herida
ni sentir dolor ni pena.

Todo está escrito
y cuánto más te acercas
te siento despacito recorrer mi alma
y entre árboles llenos de nidos
va un raudal lleno de rumores dormidos
en lechos de algas y de flores.

Y sobre la sombra nocturna del éter
en la inmensidad,
 la Luna, triste y taciturna,
vaga en plena soledad,
mientras nosotros nos acunamos
entre abrazos tiernos y dulces besos.

Todo está escrito,
 los dos nos comunicamos
en un abrazo sutil
cuando los cristales duplican
el blanco disco de marfil.
Todo está escrito,
 el tiempo río que huye
y puede acontecer
que cuando queramos proseguir,
perdidos,
 nos hallemos en las sombras
 de un remoto ayer.

Todo está escrito
y un tropel de versos nos envuelven,
son los versos que se agitan
y rápidos se dispersan
como musicales flechas,
van en busca de las hojas,
van para no volver a lugares misteriosos,
sí  para volcarse en ellas.

Todo está escrito,
seguimos un ideal
que no se alcanza pero al fin,
con toral esperanza,
creemos que en un flotar suave,
surgen,
plenas de amor nuestras quimeras.