Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 31 de julio de 2013

Sed de ti



La laguna del amor

La laguna del amor,
entre montes y cordilleras se asoma
un bosque con florestas tupidas
y un claro surge como un espejo,
es la laguna de los sueños de amor.
Entre el ramaje del bosque
la luna se retrata noche a noche en su espejo
donde deja su mensaje de amor.
La laguna del amor,
 medio oculta en la totora
y del desgreñando sauzal llora,
hay un argentado chal que de frío tiembla.
¿Será acaso alguna aurora por la noche sorprendida
 o una lágrima perdida en su dolor
se delita con brillanteos de plata y palideces con vida?
La laguna del amor,
cuando entre voces ahogadas,
 el silencio majestuoso alza un himno cadencioso de frías notas calladas
bajo lánguidas miradas en los rayos de la luna
que resbalando una a una entre el ramaje dormido en voz baja
 y al oído conversan de amor con la laguna.
La laguna del amor,
los misterios escondidos acechan sin oír nada.
Ni una palabra cortada,
 tan sólo se oyen gemidos cuando los rayos son idos.
El arcano más palidece al contemplar la laguna
 y ésta mirando a la luna más llora
y más se estremece si los enamorados se han ido para no regresar.
La laguna del amor,
tiene amor sin duda,
esa laguna está llena de sentimiento, de ilusión
y cambia su color al latir el corazón,
 es sublime compañera de la luna.
Es el cielo convertido en mil ángeles,
luciérnagas traviesas por doquier,
 lugar especial,
se luce sabiéndose tan pura.
La laguna de amor,
las flores la embellecen,
 el amor las resplandece,
es inspiración sobrenatural en un momento
y celebran los amantes con su gozo
porque celeste e intenso luce el cielo compartiendo la grandeza del amor.
La laguna del amor,
tiene magia sin duda esta laguna,
 está llena de amor, de sentimientos
 y cambia con el viento,
es amiga de la luna.
Es el sol convertido en mil estrellas,
lucecitas traviesas por doquier escenario que es lujo para ver,
se luce aún más cada día.
Blanca espuma las olas al romper
imitando al mar en un momento ostentando la fuerza,
el elemento para magia,
también todo placer.
La laguna del amor,
 como una inmensa alfombra de esmeralda pareces un mar
que se ensancha del espeso pasto
que cubre toda la extensión del suelo
que nos rodea abierto y ondulado
y allí yacemos los dos juntos,
amándonos junto a ella,
prodigándonos amores, besos, caricias,
rayando el silencio del espacio con gemidos, cantos,
 voces con murmullos dulces y tiernos,
aquí en la laguna del amor.

Tormenta de amor

Tormenta de amor, llega una noche sin astros y entre las sombras la lluvia avanza, rodeada de misteriosos nubarrones.
De pronto el viento silba más agudo y todo se llena de visiones misteriosas.
Tú y yo estamos viviendo una tormenta de amor y yo busco un salvador escudo que me permita acurrucarme en tus brazos.
Ya los truenos errantes retumban con salvajes estampidos, en tropel se suceden los relámpagos a cuyo parpadeo te busco y te abrazo y así me siento protegida, amparada, contemplando a hurtadillas el elástico jadeo de fiera de las nubes que nos rondan como buscándonos.
Tormenta de amor, nos protegemos en nuestro nido cálido, la tormenta arrecia, chocan los truenos entre sí y estallan y nos amamos con gozo y placer unido por besos húmedos, profundos y apasionados.
Hay minutos de horror en que parece que el firmamento cruje, se desquicia y en bloques gigantescos se desploma pero nosotros en nuestra barrera de amor nos protegemos amándonos intensamente.
Tormenta de amor, la tempestad en sus furores crece, es más viva la lumbre del relámpago y es el tronar más bronco y más nutrido pero no sentimos temores ni dudas, nuestro amor es más fuerte que la tormenta.
Tormenta de amor que con su rugir hace que las campanas repiquen por todo el horizonte conmovidas y en sus voces publican la dicha, el placer, el gozo que inundan nuestros cuerpos y almas.
Cuando se apaga la lumbre de un relámpago, se puebla la noche de una sombra tan oscura que se pega a nuestros ojos la tiniebla y nuestras manos, nuestros brazos, se buscan y se acarician.
Una onda de fuego arde en mi espíritu, es el amor que por ti siento.
Mi corazón se agita, siente la tormenta de amor en sus espacios ocultos llenando los espacios infinitos de mi alma sedienta de ti.
Tormenta de amor, se desata la lluvia, bajo el soplo de un viento huracanado que sacude los árboles, diluvia y sordamente crujen bajo el agua los truenos y los vientos, nos cobijamos bajo nuestro manto, cálido de amor, temblorosos y apasionados.
De nuevo el rayo entre las nubes vibra, su fiera luz, los truenos corren de nuevo y en tumulto braman y tú y yo ocultos en nuestro nido celebramos el amor que reina en nuestros corazones.
¡Por fin, desde la altura, de un cielo profundo, las estrellas con compasión y ternura, dejan caer sus luces sobre el mundo!

Tormenta de amor, ¡qué felicidad inolvidable vivimos tú y yo, juntos, muy juntos!

El aroma de la noche

El aroma de la noche,
con un perfume de yerba buena y a pinos,
con olores refinados
que se despertarán en el campo a la mañana.

A veces rumoroso se aproxima
 y a veces alejándose se apaga.

Con inocente ritmo
todo el paisaje canta.

Es la hora del amor
y al vernos juntos un espejo azulado,
un arcoíris se enciende.

El olor de la esperanza,
siempre es el más deseado
pues es la sal de la vida,
la que yo siempre he soñado.

Todo el paisaje canta.
La luz en los renuevos
y en las nubes se enciende.

El aroma de la noche
se nos acerca más
por el vagabundo viento entre las ramas.

Todo el pastizal
con flores húmedas de fragancia
nos inundan en nuestro tibio lecho
ebrios de dicha
y amor encendido.

Me gusta el aroma
 apasionante de la noche,
fragancia melancólica de magia escondida.

Inquieta y penetrante
como nuestro deseo y pasión.
Tan puro y tan denso…
como un vino de amores.

El aroma de la noche
nos conduce entre susurros,
murmullos de amor,
perfumes de magnolias, azucenas, amapolas,
que nos tienden juntos,
en un nido de paz.

El canto de la aurora
se asoma como una claridad triunfante,
vuelve en la nave de la noche blanca
y él se hace más denso cuanto más aclara.

Huye y ajusta el corazón
su rítmico latir a la cadencia
que inspirada con un millón de notas nos subyuga
y en un millón de arpegios
nos levante cuando al comenzar a brillar
la aurora todo el paisaje canta.

El aroma de la noche,
misterioso, vibrante, subyugante,
un naranjal en flor nos acuna
y tú aprietas mis deseos
bajo las estrellas rutilantes,
calientas mi piel con tu pasión al viento.

Fluye el río del tiempo,
nos empapamos en sus aguas,
se nos encoge la voz,
nuestras miradas se endulzan.

Se nos agranda el corazón,
la piernas se acalambran,
se estremecen nuestros brazos
y se yerguen nuestras espaldas.

El aroma de la noche,
límpido, calmo, cálido
y el aire hiende en pos de la campana,
averigua del río los cristales,
perfumes, luces, formas y sonidos azuzan
y apaciguan nuestros sentidos en un riesgoso
y repetido juego de amor hasta lo imposible.

Detrás, en la noche,
la espesa niebla del misterio
y más allá,
ocultos en nuestro recóndito lugar,
un dios mudo, sordo y ciego nos contempla.

Cuando el cielo se afina
al conjuro de un sutil cosquilleo de flautas
y la última estrella remisa
abandona su puesto de guardia,
nos perdemos tú y yo
en el abrazo final
de esta noche nuestra

y nos seguiremos amando siempre.