Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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martes, 20 de octubre de 2015

Tiempo de olvidar


La Desconocida


La desconocida,
la que desapareció tras sus huellas,
a su lugar escondido y misterioso.
¿Quién es ella,
la innombrable, la sin nombre,
la que huye del mundo
disipándose en las tinieblas
vagas y temblorosas?
¿A dónde se dirige
con su paso cansino y torpe?
¿Por qué sus hombros se inclinan
 hacia el suelo
y sus ojos no se vuelven a mirar el cielo?

La desconocida,
la que un día se sintió vencida,
 la que no encontraba escape
de su laberinto de amor,
que no comprendía nada por tener tanto temor.
Vuelve sin pronunciar palabra alguna,
es aquella, la que viste llorar,
en su mirada se ve que no cree en nada,
su corazón de tanto sufrir
se tornó de hierro fuerte.
¿Cuál fue la razón de su cambio,
de su soberbia figura
ahora cabizbaja y apocada?

La desconocida,
la que sólo conoce la noche,
con sus ropajes oscuros,
negros y grises,
su rostro oculto
con un manto de enredaderas mustias,
se acerca despacio,
 con su paso cansino,
buscando lo que dejó atrás,
 sus amores ahora ya ocultos,
su felicidad perdida
en mil vericuetos hondos y secretos.

Su alma fría la atormenta
con hondos dolores
de nostalgias ya idas.
Camina sin saber adonde dirigirse
y a veces, fugazmente,
en un breve instante,
distingue una luz que la lleva
a su destino perdido
del cual ya no tiene memoria.

Se desliza entre dos mundos,
regresa del submundo
 donde estaba sumergida
para encontrar su yo perdido.
La desconocida,
para salvar su mundo
y limpiarlo de espadas
viene en busca de la antigua luz,
de la lámpara olvidada,
envuelta en la noche cruel
de sus pensamientos.

En una túnica de lentos llantos,
donde nadie la ve,
se envuelve en sus ropajes
y camina sin cesar,
asoman a sus ojos
recuerdos de amores pasados
y sus brazos se mueven
como ramas del agua
y entre sus dedos largos
aprieta sus puños,
su bastón como báculo
la guía hacia el sendero que busca,
que se le escapa y se aleja
de la luz avizorada entre el aire
y los sones en que arden las cañas.

¡Aprieta su cuerpo envejecido y leve!
¡Qué hambre de soles a su frente asalta!
¡Aprieta y no sueltes, palmera alta,
con hojas secas y raídas,
que el alma y la carne
se van con la vida yerta y desolada!
La desconocida, de sus dolidos huesos
y la raíz de su pasado se va consumiendo.

¡Álzate de tus escombros,
que la vida vale
vivirla con amor y esperanza!
¡Espera el nacimiento del nuevo día
desde el polvo de tus muertos,
déjalos ir a los vientos entregados!
¡Quítate ahora, desconocida,
 los disfraces oscuros del ayer,
de los días amargos
y recupera la vida
que quedó flotando bajo tus párpados!

¡Vive, respira, canta,
nada de fuera debe preocupar tus sentidos!
¡Todo se pierde en nieblas de humo
y de incienso!
No recuerdes nada de tus tristes
y pasadas jornadas,
 vive el presente,
la fuente de la eterna luz,
 el futuro mañana
caminará hacia ti.

Entre dos luces


Entre dos luces
nos reflejamos tú y yo
en espejos de azogue y de cristal,
nuestras imágenes fulguran
cual estrellas
en la cima de los cielos con la tierra.

Quisiera estar tendida en tu corazón,
 envuelta en tus brazos,
mi rostro bañado por tu mirada.
¡Cuánta felicidad nos baña
uniendo nuestros cuerpos y espíritus
entre dos luces
que nos bañan
con sus fulgor de amor!

Antes nos encontrábamos torpes,
 a oscuras, tanteándonos entre tinieblas,
ahora entre dos luces,
la tuya y la mía,
la dicha nos escoge,
nos declara capaces
de creación alegre
y nuestras dos vidas
viviendo abrazadas
 labran el gran proyecto
de la pasión del alma.

Entre dos luces,
diferentes las dos, bellísimas,
visibles tan sólo por nosotros,
nos iluminan nuestras imágenes
misteriosas de tibiezas.

¡Qué alegría saber
que en cada hora
algo que esta viviendo nos espera!
Cuando la Tierra se inunda
con la aurora,
 la felicidad se nutre en cada rayo,
la luz que llega a estrenarle
a la vida nueva un sinfín de esperanzas.

Entre dos luces,
nuestras almas se acarician
y la del sumo mediodía
nos da claridad, toda hueca,
de tan clara nos enseña
a ceñirnos entre abrazos dulces
que no son ya más misterios.

¡Qué sensación tan profunda
arrancas de mi espíritu
cuando estás en mí,
con tu luz que me permite
saborear la paz de tu amor!
Al desnudar tu luz en mis pupilas
se congrega la sangre en los sentidos
y una tibia memoria sin contornos
se apacienta en tus valles y entre lirios.

Entre dos luces,
la tuya y la mía,
 tu nombre y mi nombre
recogidos en nuestras bocas sin color
en la música del viento,
tal leve en extensión
que sufren nuestros labios
al amparar su son
 tan breve tiempo.

Mantendremos con aguas encendidas
 por las fieles veredas de nuestros pechos
 el medido esplendor de nuestras luces
 y así desgarraremos sobre la playa
 la cifra exacta de nuestros nombres
y el cuenco sellado
con gracia
de nuestro amor eterno.

Entre dos luces,
sofocados, hambrientos
 de querer vernos más,
de estar más cerca,
como firme hiedra de amor
 plantada en el suelo
regada por mil estrellas.

Nos amamos como somos,
 nos ofrecemos amor incondicional,
sin apremios,
nos brindamos esperanzas de vida,
somos como la brisa del mar
reflejada en el cielo rojizo.

Entre dos luces,
 como espejos de agua
estaremos juntos,
siempre juntos
corriendo la vida sin apremio.

Desencuentros Casuales


Desencuentros casuales,
 el destino nos llevó a encontrarnos
y unirnos con intenso amor
pero luego, poco a poco,
 nos fuimos separando.
¿Cuál fue el motivo?
¿Dime un por qué?

Desencuentros fríos y duros
que alejaron el amor,
aquel que era ritmo en una canción,
voz en sentimientos,
sin que interviniera
el pensamiento y la razón.

Están muy cerca los signos
que a veces ignoramos,
 la suerte, los imprevistos
que nos dejan entrever
el desencuentro inesperado.

¿Por qué el alejamiento?
el darse en el ir coloca al ser
 en un ser desprendido, ligero
y sin raíces pero su corazón
vibra y palpita al sentir
que a su lado no está el amor
que hasta ese momento
vivía junto a él.
Eres una luz que se va de mi vida.

¿Será para siempre?
¿O por un desencuentro casual?
En infinitos árboles del mundo,
cada hoja vence al follaje anónimo
por un imperceptible modo
de no ser otra.

Desencuentros casuales,
 como náufragos tristísimos
en el alba de aquel callar
en donde se abolía lo que no era,
nosotros en nosotros,
quedamos solos,
prendidos a los restos del silencio,
tú y yo, los escapados por mirar.

Desencuentros casuales,
¡dejen de existir!
¡tarden en aparecer, grita mi alma!
¡Tardar nos grita el ser entero!
Nuestro anhelo es estar juntos,
 rechazando el separarnos
por tan siquiera un instante.

Y los dos semidespiertos
en la porfiada penumbra,
nos preguntamos la causa
del no estar unidos, inmóviles, quietos
 en la alta noche
 queriendo saber los porqué
de este desencuentro casual
y con un ansia loca de soñar
con el afán de tardarnos en vivir alejados.

Desencuentros casuales,
en lenguaje de dolor el alma sufre
y con luctuosos llantos
 se anegan las heridas de la separación.
La noche solitaria,
serenamente triste,
su manto de tinieblas
de misterio viste.

Después compilaré mis versos,
mis prosas poéticas
para entregártelos a ti
cuando te encuentre otra vez
y el amor nos reúna
llevándote todas mis desilusiones,
volando como insectos de luz en canciones.

Desencuentros casuales,
que sólo sean vuelo de un día,
que nos rocen sin tocarnos,
que apenas desaparezcan
de nuestras vidas.

¡Cuánta esperanza anida en mi corazón
 irradiando luces en las sombras
que aún nos circundan
siguiendo un ideal
 todavía no alcanzado!