Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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viernes, 20 de diciembre de 2019

Desamparada


Crónica de un sueño


Crónica de un sueño,
mientras te duermes
bajo el trópico de tus párpados,
decrece una selva alba.

Juguetones ríos calmos
se despliegan y se unen
para inundar tu dulce mirada dormida.
Más allá de tus pestañas
van recostándose amplios montes,
pinares de bosques primigenios
de luz que besan su reflejo,
sosegado en el ardid de las riberas.

Crónica de un sueño
que describe tu descanso,
tu iris es el cobre que se oculta,
el calor que sostiene a la sombra
como una gota última de frescura,
el lento fulgor que llena la tierra
 y hace descansar, maduro, al fruto.

Crónica de un sueño,
cuando ya duermes
 tus ojos son el pesado manto de la noche,
 circulares cuevas para la nube,
palmas de madre celeste,
arrullando el pálpito, aún agitado,
en el relámpago de la vida.

Tus pupilas
son un acuario de estrellas,
lámparas floridas de profunda raíz,
cigarras de estío
que alumbran con el canto de sus alas
la paz a tu sueño de tu cuerpo dormido.

Crónica de un sueño,
del que no es sencillo despertar
y la estrella de mi númen,
brilla en mi cielo de fantasía,
haciendo real mi sueño
ejercitando una precisa melodía.

En mi duermevela
 la inspiración se torna esquiva
y los poemas, versos, frases,
giran y revolotean sin cesar,
cayendo, letra por letra
en una danza circular.

Cada suspiro
aporta el amor al árbol del recuerdo
que derriba el placer de la dulzura
 que me reconforta.
Crónica de un sueño
de un poeta que plasma
el sentido de una realidad
para percibir la tan ansiada meta
de encontrar el amor verdadero.

La meta de pintar un mundo despierto
 con un corazón fresco y abierto,
 el límite entre lo cierto y lo incierto,
utilizando las soñadas palabras
para volcarlas puras y vírgenes
al papel en blanco
que en el sueño aparece.

En mi pluma llevo el acero
de la viva nostalgia,
en mi corazón laten los poemas vividos,
en mi sangre corre un río de sueños compartido,
mis labios pintan versos y gritos reprimidos.

Crónica de un sueño,
donde se plasma el sentido
de una realidad
para percibir las tan ansiadas metas.

Y la palabra tejida con amor
en el sueño aparece
y el verso diáfano y triste vuela alto
 hacia horizontes lejanos
para que lleguen a tus manos
 en tu somnolencia despierta
en un río de sueños
donde prevalece el verdadero amor.

Secretos inconfesables


Secretos inconfesables,
perdidos entre mil pétalos
blancos, amarillos y rojos
que colman mi campo
como manto entretejido
de “te quiero y no te quiero”.

Son conciertos
de notas aterciopeladas
moviendo a ratos el sauzal
y después tornándose
a la quietud hecha de amores perdidos
y hallados sin saberlo
entre cantos y sentires.

¡Oh, vientos del jardín de los recuerdos!,
desde el fondo soplad,
trayéndome los secretos inconfesables
que los quiero recordar.

Entre albas transparentes
vestidas de ilusión,
cuyos llantos sin causa
derramaron sobre las flores,
mi inocencia pasó.

Secretos inconfesables,
tengo pétalos en los labios
y palabras escarlatas
que jamás he intentado pronunciar.

Tengo secretos inconfesables,
que de tanto guardarlos,
los he perdido
entre mil pétalos blancos
que mis ojos viajeros del tiempo,
cansados de pronosticar,
se diluyen
entre este mar de añoranzas perdidas.

Tengo pétalos
pegados en mis sienes,
en mi pelo, en mis manos,
en mis yemas,
como plumillas
que escriben sueños, nácares, tesoros…

Tengo pétalos,
suaves pétalos carnosos
de mis flores preferidas,
debajo de mis pies,
recorriendo el gran sendero blanco,
amarillento, de mi nido de amor.

Invierto en el presente,
apuesto a futuro, a poesía
y floraciones perennes,
a todos los secretos inconfesables
por amor,
a los pensamientos cárdenos de la vida.

Tengo en suma
un chal de pétalos tejidos
y destejidos de flores deshojadas,
alegres, coloridas,
al que accedo una y otra vez
por éste y otros poemas
inspirados por ti, mi amor.

Secretos inconfesables,
perdidos, desperdigados
en el manto de flores mágicas
de mi lecho de ilusiones
de amor por ti,
irradian el fulgor que seca
las fuentes de mi llanto.

En sus pétalos te recuerdo
y amorosa te exalto,
mientras en la tarde
te inclinas en tus largas manos
y te envuelven como tules
que en tu pecho se derraman.


Secretos inconfesables,
manantial de dicha
que suave se extiende
entre caminos y senderos
remontando los sueños
a las nubes altas
como río de la música,
llovizna de suaves pétalos,
que serenamente,
por dentro, nos abrazan.

Vehemente Amor


Vehemente amor,
apasionado,
te amo intensamente,
me debía bastar con lo que ya me has dado
y pido más y más,
cada beso tuyo
me pide otro para cumplirse a sí mismo
ya que tú nunca podrás
dar otra cosa de ti más perfecta.

Se cierran mis ojos esperándote,
 límpida,
impetuosa como la voz primera
 porque tu entrega es reconquista de ti,
 vuelves a mí en cada momento
entusiasta, fogoso,
 buscando mis más íntimos secretos.

Vehemente amor, efusivo,
totalmente entregado
a este querer de dos,
por eso no te expliques tu amor,
 ni me lo expliques,
 obedecerlo basta.
Me hundo en tu querer,
llenándolo de sí es de gozos,
de pasiones, de deseos sin fin.

Tu forma de querer
 es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
en el silencio.

Tus besos
son ofrecerme los labios
 para que los bese yo.

Vehemente amor,
estoy abrazada a tí
sin preguntarte nada,
de miedo a que no sea verdad
que tú vives y quieres.

Estoy abrazada a ti,
sin mirar y sin tocarte,
no vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
ese soledad inmensa
de quererte sólo yo.

Vehemente amor,
el firmamento resplandece
cuando me acunas en tus brazos
y me llevas las manos a tu pecho,
 amor, que desnudándote
caminas sobre el muro
que cerca mi silencio.

Mi piel se enciende
con rubores de deseo
y floto sobre el agua
que mana mis recónditos adentros.
Sacúdanse las bases de mi sangre
 para que aparezca tu nombre contra el cielo.

Vehemente amor,
 te necesito a mi lado,
 cerca muy cerca,
mi cuerpo enredado en el tuyo
 en un aire estremecido de ternura
y bajado de altísimas esferas.

Tú eres para mí
viola de amor que toca
con sus notas
cada fibra de mi cuerpo todo
cincelado en nácar verde
y perfil modelado en blanda cera.
Apoyada en el calor de tus hombros,
enlazo las cimas de lo cielos en la tierra.

Creces hacia dentro de mis dedos
y al roce y al llamado de tus ojos
se alza de mi sangre
 un efusivo abrazo
que te cobija muy dentro mío.

Vehemente amor,
no quiero que te vuelvas recuerdo,
sombra esquiva entre mis brazos,
quiero tu ardiente cuerpo
que me entregas entre tus brazos.

Eres mi felicidad,
mi dicha toda,
dentro de mi te llevo
porque digo tu nombre.
¡Ven y tú llegas despacio y quedo!
¡Ven a mis brazos abiertos!
¡Ven con tu amor que me ata
y me desata en cada lujuria
de tu mirada errante
con tu alas que me envuelven toda,
con tus labios de amantes
ardorosos y tiernos!

Seré tu pasión,
 tendrás que amarme
con tu brazos redentores.
Vehemente amor,
 ¡cómo decirte que te quiero mío
y me quiero tuya
por toda la eternidad!