Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 13 de septiembre de 2015

Retrato olvidado


Verte nunca más


Verte nunca más,
ya no estás más en mi vida,
te fuiste sin una palabra,
mi amado ausente.
Ya no te espero ni un minuto más.
Perfumes, luces, formas y sonidos,
desentrañados de su cautiverio,
azuzan y apaciguan los sentidos en un riesgoso
y repetido juego.
Detrás de la espesa niebla del misterio,
huiste escondido tu figura apagada,
sin  una despedida,
te fuiste a buscar otro amor.

Verte nunca más,
¡Pobre mi amado ausente!
te equivocaste en tu búsqueda,
tu vida no va hacer la misma,
vas a sufrir y te arrepentirás.
Pero todo ya es tarde,
te quiero lejos de mí.
Deja mi vida libre,
independiente, sola.
Mi cuerpo solitario,
arrastrando las tinieblas,
que relámpagos furtivos van cortando,
pero poco a poco voy subiendo la cuesta,
de sentirme abandonada
y me encamino enamorada de la vida,
hacia un nuevo amor.

Verte nunca más,
Ya no puedo encontrarte más,
allí en esa distancia,
imprecisa,
lejana, donde tú estás ausente.
En vano iría en busca tuya,
allí donde fue mi pensamiento a sorprenderte,
en tu misterioso lugar donde ahora te encuentras.
Y ya perdida, ciega, no sabré como alcanzarte,
en dónde estabas, si con abrir la puerta nada más,
o si con gritos o si sólo me sentirás,
te llegará mi ansia en la absoluta espera inmóvil,
inminencia, gozo, pánico,
sin otras alas que el silencio.
¡Libre al fin de hostigamientos, llantos 
y pesares.
Ando libre sin que las sombras y las piedras,
pesen sobre la espalda.
Siento que ángeles de coral vigilan mi seguro cuerpo,
convertido en puente que al infinito por las olas saltan.

Quimera


Quimera de ser feliz
en una mera ilusión de mi alma,
desde mi cuarto en penumbras,
con persianas en ascuas
y puertas invisibles,
porque estoy esperando al amor
que vuelve de aquel mundo perdido
donde hubo tantos sueños.

Quimera de felicidad
bebiendo el zumo destilado
de mi sueño,
dejando en una estela de luz
mi desamparo.

Con los ojos cerrados
lo veo flotando a la deriva
iluminándome de lejos
para encontrarme en su memoria
donde quedó grabado
mi nombre y mi voz.

Quimera,
entelequia mágica
que me da fe en el recuerdo
de frondas que pasaron
pero que me lleva a futuros
de innumerables días de amor,
de alucinación y fantasía,
bajando la luna
y volando en sus brazos.

Quimera, ensueño,
sin misterios ni rumbos inciertos,
sí con delirios de pasos
que se juntan en el silencio del aire,
que se llena de ternuras
en un amor puro,
que envuelve con total arrebato
a nuestros cuerpos
donde la luz tímidamente se asoma.

Quimera,
visión sin desolación,
con luz de dorada dulzura,
de luceros altos
que nos llevan con caricias
en las manos,
lentamente a caminos
ya no cerrados con resplandores
sin penas.

Quimera,
mito de este amor
consagrado en un ensueño
pleno de miradas,
de palabras, de deseos,
susurrándonos suspiros entrecortados,
ilusiones de eterna pasión.

Quimera de sentirme amada,
con este amor de verdad
ya que lo imposible siempre llega,
felicidad que nos trae el tiempo
por horas que van y vienen,
por el aire y que espero
con una celeste paciencia
porque sé que el momento
está por llegar.

Quimera,
sin delirios ni brumas del pasado,
sí con sueños en los que me sumerjo
y estoy contigo.
Volveré a tu ternura
y empezaré a decir
lo que nunca hubiera dicho
¡te espero!
¡eres el mito hecho realidad!

Te quiero todavía


Te quiero todavía
y deseo olvidarte,
hundirme en el fondo del océano oscuro
o irme tras horizontes lejanos.
Sueño y en mi temblor
siento el dolor de la unidad
que no existe,
imposible unidad la que buscamos.
Desgarrada en dos,
la dicha llega con el miedo
de su virginidad inconquistable
anhelando el amor que ya fue.

Te quiero todavía
y te ruego con palabras sentidas
que me dejes olvidarte,
no quiero tener mi alma partida,
no luchar con este amor que no existe,
no lidiar con lo que sufro al no tenerlo.

Te quiero todavía,
y sin embargo espero
y el tiempo pasa,
pasa y de lo que fue una hoguera
sólo queda una braza
pero sigo soñando
que estás conmigo aún.

Y quizás
en la sombra de mi esperanza ciega,
comprenderé, de pronto,
que lo que nunca llega,
nos entristece menos
que lo que llega tarde.

Te quiero todavía y alguna vez,
aunque tarde,
mis versos deberán decirte
lo que para mí has sido,
báculo de flores,
lámpara de luz indefectible,
númen eterno
para que las palabras surgieran
de este intrépido corazón
con ternuras hacia ti compartidas.

Te quiero todavía
y mis manos vacías tiemblan
al escribir lo que siento,
ya que siento más allá
de las brumas de mis ojos
cerrados por las lágrimas,
la ansiedad de las horas
convirtiéndose en días
esperando a que llegue el olvido
y con él sin calor la llama
y ya sin fulgor la estrella.

Y seguiré así mi camino
diciendo con palabras mustias y tristes
“Era él…”,
el que inspiraba mis versos.
Nuevas lunas se asomarán
entre los árboles
y las acompañaré en la danza,
desnuda y casta.

Las aguas me llevan
con sus vestiduras de música,
que no tienen fin,
esperando el poder amar
porque la dicha quiere también su dicha,
libre y sin recuerdos del pasado ya ido,
con un perfume nuevo
que viene con el viento
o como agua transparente
en cántaro sediento.