Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 21 de abril de 2016

¿Por que?


Te quiero todavía


Te quiero todavía
y deseo olvidarte,
hundirme en el fondo del océano oscuro
o irme tras horizontes lejanos.
Sueño y en mi temblor
siento el dolor de la unidad
que no existe,
imposible unidad la que buscamos.
Desgarrada en dos,
la dicha llega con el miedo
de su virginidad inconquistable
anhelando el amor que ya fue.

Te quiero todavía
y te ruego con palabras sentidas
que me dejes olvidarte,
no quiero tener mi alma partida,
no luchar con este amor que no existe,
no lidiar con lo que sufro al no tenerlo.

Te quiero todavía,
y sin embargo espero
y el tiempo pasa,
pasa y de lo que fue una hoguera
sólo queda una braza
pero sigo soñando
que estás conmigo aún.

Y quizás
en la sombra de mi esperanza ciega,
comprenderé, de pronto,
que lo que nunca llega,
nos entristece menos
que lo que llega tarde.

Te quiero todavía y alguna vez,
aunque tarde,
mis versos deberán decirte
lo que para mí has sido,
báculo de flores,
lámpara de luz indefectible,
númen eterno
para que las palabras surgieran
de este intrépido corazón
con ternuras hacia ti compartidas.

Te quiero todavía
y mis manos vacías tiemblan
al escribir lo que siento,
ya que siento más allá
de las brumas de mis ojos
cerrados por las lágrimas,
la ansiedad de las horas
convirtiéndose en días
esperando a que llegue el olvido
y con él sin calor la llama
y ya sin fulgor la estrella.

Y seguiré así mi camino
diciendo con palabras mustias y tristes
“Era él…”,
el que inspiraba mis versos.
Nuevas lunas se asomarán
entre los árboles
y las acompañaré en la danza,
desnuda y casta.

Las aguas me llevan
con sus vestiduras de música,
que no tienen fin,
esperando el poder amar
porque la dicha quiere también su dicha,
libre y sin recuerdos del pasado ya ido,
con un perfume nuevo
que viene con el viento
o como agua transparente
en cántaro sediento.

Te espero


Te espero en el umbral
de mi pasional abrazo
en la profunda noche,
desprendiéndose tizones
y luminosas chispas,
vertiendo los amantes volcánicos
deseos de eclosión de amar.

Te espero en mi vida,
crepitaste ardiente
las brisas en el silencio inmenso
de la oscura noche.

Ardió en mi delirio tu abrazo creador,
intensa llamarada
de dos cuerpos pletóricos,
inmersos en el amor.

Te espero con ansias de gozos,
con mi ternura ardiente,
abrevarás delicias
que de mi ser anhelante
van hacia ti.

Te espero,
soy tuya,
tómame, abrázame,
vierte en silencio
tus ánforas de fuego
que aceleran el latido de mi corazón.

Te espero,
estoy cerca,
muy cerca de ti,
te quiero a mi lado,
se acelera el latido de mi corazón amante
con tu abrazo leve y tu aliento excitante,
donde enciende la llamarada
que me abraza el pecho.

Te espero
¿vienes amor?,
intensa llama mora en mi pecho
que se inflama
despertando mi ardiente fantasía
y transforma toda la faz de mi destino.

No sé si espero,
amor,
ni si te espero,
pero de pronto estás,
inesperado y me envuelves
en un abrazo cálido de estío.

Reconozco tus ojos de viajero,
tu inseguro silencio,
tu llamado,
tus labios sin mañana
y sin pasado.

Te espero
porque eres un milagro de ternura,
triste y feliz,
eterno y pasajero,
inquieto y firme.

Te espero,
amor ¡Cómo irme!
¡Cómo estar sin estar!
Te espero porque puedo
entristecerme tanto por tu ausencia
que en fantasma de mí misma me torno
y sentirme tan feliz por tu presencia
que los cálices del regocijo colmo.

Pletóricos de dicha,
con dulces sones de músicas
seremos astros del alba,
en la más alta estrella.

Ven…
te espero…
hasta la eternidad.

Misterios del alma


Misterios del alma
¿dónde están?,
¿dónde se ocultan?
¿dónde se refugian?,
buscan las profundidades
olvidadas del espíritu,
fluyen como dotes dormidas
del más allá,
son algo abstracto,
misterioso,
que emanan de las honduras
de nuestro interior,
nos envían energía
de la espiritualidad.

Misterios del alma,
escondidos en hondos
y calados sentimientos
que nos conectan
con nuestro ser más profundo.

Misterios del alma,
nos envuelven en hebras de ensueño,
nos hacen vibrar,
nos colman de emociones,
de llantos y risas.

Misterios  del alma,
¿a dónde nos conducen?
nos llevan lentamente al éxtasis,
embriagándonos de sentimientos profundos
que colman nuestra vida
hasta el más allá,
conectándonos con la eternidad.

Misterios del alma,
anhelantes y esperados
que nos hacen vibrar y vivir
intensamente entre momentos
de ráfagas de pasión.

Mi alma y sublime himeneo
ostenta la alegría de amores
y de ensueños,
siente soplos de ternuras.

Misterios del alma,
hálitos que se alzan puros,
antiguos,
recientes,
nos inundan despacio
y su aliento como un soplo,
aire que crece,
viento que canta
nos inunda de la felicidad
del vivir entre júbilos,
milagros,
nuevos amores,
letras y poemas surgidos
como alas del mundo.

Misterios del alma,
estelas del amor vivido
y por vivir que como luz amanecida
nos alumbra nuestro ser
y como en un soliloquio claro,
sin esperas,
nos lleva a amar,
estar amando en un impulso sin fin.
Dulces días en los que el mundo
nos lleva con nieves o con sol,
con penas o dichas
a aceptar con sonrisa
los misterios del alma
y a vivirlos como prodigios que renacen
desde nuestras últimas fronteras.