Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 20 de mayo de 2019

El amor y el aire


Déjame…


Déjame vivir como yo quiero,
 libre, en volandas al viento,
danzando entre arabescos de colores
y sentimientos íntimos.
Quiero una vida plena
de armonías de flotantes alas.

¡Ven conmigo a comulgar
el Amor único y verdadero!
Déjame amarte en silencio,
entre suspiros entrecortados,
entre gemires de placer y gozo,
entre ecos halagadores
de la eterna música de la Tierra Prometida,
 ritmo sin fin de la sagrada unión
de dos seres que se aman.

Déjame soñar
con nuevos amaneceres juntos,
frente al mar y al horizonte
 límpido y diáfano
entre besos áridos por la sal
que florecen desde los rincones del alma.

Los pesares del ayer
y los fantasmas de la duda
se han escondido, lejos,
en el infinito ocaso
porque nubes de calma
dan fuerza a nuestro amor.

Déjame gozar plenamente
y serenamente
de una vida plácida a tu lado,
no cercenada por pesares ni heridas,
sólo, tan sólo,
plena en un oasis de júbilos y alegrías
como cascadas de aguas
estruendosas y brillantes.

Déjame seguir mi manso camino
perfumado con el gris de tus ojos
que son aromo en flor.
Me siento como un azahar
del naranjal en flor,
purificada y virgen.
Tus labios son para mí una flor,
su perfume es mi dicha,
su presencia mi tenaz redención.

Déjame ser una flecha alada
que dispara el arco piadoso de la vida,
ser Cupido para ti
con una espada
en cuyo filo duerme el amor.
Déjame llorar con lágrimas de sal,
brumosas, calmas
que enciendan tu noche procaz
con música blanca en plenilunio.

Ser como una madreselva,
beso de plata con esmeraldas para ti.
Déjame encender velas de colores
 donde el viento sacuda
 la negra soledad ya ida
 e iluminar tu rostro, tu cuerpo
que acariciaré
como el pétalo de la sombra
y sentir caer la lluvia
donde los dos vivimos
la eternidad del gozo y del placer.

Déjame prevenir el mañana
donde no existan culpas
ni se acepten dudas,
donde no se enferme el silencio
y el deseo se encienda
 sin saber, en tan solo un instante.
Déjame descansar junto a ti,
amurallados en un resplandor
 estático de paz y quietud, sin pasos
y sin alas, solos tú y yo,
sobre el espacio blanco de los días
huyendo de ruidos y sombras.

Déjame estar frente a ti,
besar tu boca con mis manos
sobre tu pecho,
envuelta en la gracia divina
de sentir tu calor,
negándome a las telas,
en nuestra desnudez total.

La dicha está segura ahí,
a tu lado, eres el elegido,
como el agua más clara,
más perfecta,
en la mínima esfera de la gota
que no en infinitudes de océano.
Déjame ser yo,
tu amante,
totalmente tuya.

Inquietud


Inquietud porque el temor,
 la duda me acechan,
de que los poemas de mi mundo mágico
 desaparezcan insólitamente,
 sin saber por qué.

Ellos emergen
en un momento perfecto
como el principio de mi vida,
en tropeles avanzan,
se entrecruzan, se deshilvanan,
caen al vacío del papel en blanco
con su destino: que lleguen a tus manos.

Inquietud,
mis lágrimas errantes
entre mis versos peregrinos
que abren la puerta del amor
entre la afanosa y perdurable angustia
que como ala es canción
y me estremece el alma
al temer ser herida y lastimada.

Inquietud, por tus desdenes,
la guardo clavada en mi espíritu
como cruel espina perfumada,
amante de la rosa.

La guardo cual amado tesoro,
en mis desvelos
cuando para mis líricos consuelos
irradian desde lejos mis versos,
tu alborada
para llenar de palabras de amor,
 tu memoria.

Inquietud de amar
 que con versos y cantos
será notoria por hacerlas
 nosotros la sublimación de nuestros anhelos.
No importa que se alargue nuestra espera,
sin prisas viviremos en la gloria.

Inquietud fugaz y pasajera,
quiero mirarte cara a cara,
 viéndonos en lo que somos,
brotando desde las dichas cumplidas ayer,
la dicha futura llamándonos
y otra vez la vida se siente
como un sueño trémulo
entre pimpollos florecidos de alelíes,
campanillas azules, rosas, amapolas,
 enredaderas de vida de un existir pleno.

Siente vibrar el amor dentro de mí,
¿Dónde se habrá guardado la estrella mía,
mi cristal ambarino de centelleante color?
Inquietud de que tú, amor,
no existas en mi vida
y esta ternura que ciñe mis hombros,
que entolda el oro de mi corazón
 me colme de pena.

¿Adónde buscaré el agua
si sólo conozco el eco de la fuente?
La noche me niega su torso de aurora
y voy extrañada, perdida, anonadada
 al mundo en que tú estás
trocando el aire azul
en búsqueda por el cielo
donde estás tú, mi amado.

No queda mucho tiempo, todo cambia.
¿No sientes inmensas huestes de besos,
de resistencias, de porvenir en las manos,
de arrebatos y de calmas?
Inquietud de que perdamos el segundo fugaz
de encontrarnos,
porque allí, detrás de los besos,
de las miradas, del gozo sin forma,
están y seguros,
nuestros mutuos sentimientos esperados,
esperando,
defendiendo en penumbra
 lo felizmente encontrado.

Desarraigada


Desarraigada,
su significado profundo y hondo
 hiere y lastima el alma,
 trastorna mi mundo interior,
confunde mis amores
en desamores.

¿Por qué me siento apartada,
alejada
del mundo que me rodea?

Soy una emigrante itinerante,
mi lar está fuera del real,
 mi imaginación me transporta
a un mundo
donde vivo dando amor,
 traspasando barreras,
cadenas,
prejuicios,
 críticas,
¿cómo no sentirme perturbada
al vivir desconectada,
descuajada
de la rama alta del ciprés
 verde y frondoso,
cima en la que creí vivir,
 levantando vuelos cortos
 y veloces
para regresar
al lugar que creí era amada?

La vida tiende sus redes
y en un instante
me siento dañada
pero, ¡ya no más!
No pueden arrancarme de la luz
que me conduce a un orbe nuevo
y maravilloso,
desprendiéndome de lo que el amor
 me hace escribir,
inundar páginas en blanco
 que me buscan desesperadamente
con ansias de volcar en ellas
mis inquietudes,
 mis sentimientos,
mis deseos de escaparme
a otro lugar distante
y vacío
 donde encuentre la paz ansiada
en mis ideas locas
de estar enamorada de la vida.

Desarraigada,
 desterrada de este mundo real
para  poder irme
al mundo mágico,
puro y límpido
donde nacen mis prosas poéticas vírgenes,
 sin causas ni porqués.

Desarraigada,
 me voy,
no tengo tiempo de volver a empezar,
de regresar a ese pasado
cercano y lejano a la vez,
 debo volver al hoy,
plenamente,
entre cielos azules
 y nubes de algodón,
entre desprecios de lejanías,
mares transparentes,
 turbulentos y calmos,
entre rojizas puestas de sol
en el horizonte lejano,
donde las nubes danzan
 a su alrededor,
en silencios y vientos calmos.

Desarraigada,
 ¿por qué ocurrió?
No lo sé,
son diferencias de vida,
de sentir el amor y de ser amados,
como ídolos de mármol,
duros,
impenetrables,
rígidos
y no con el corazón abierto
para dar lo mejor de mí,
de sentir cálidos sentimientos
y brisas frescas
y limpias en mi mente.

Ya me desprendí
de todo el manto de llanto,
ahora sólo correré tras la música,
las risas,
 las bellezas del verde bosque,
 el azul del mar
y los corazones tibios y verdaderos
que se me acercan
 y me acarician
con sus miradas dulces
y palabras tiernas
 buscando en mí
 el amor que aflora
sin saber por qué.

La pesadumbre se fue lejos,
no quiero pensar en los recuerdos
que me hicieron mal,
 busco la luz,
 quiero sentirme envuelta
en ese capullo que me protege
entre palabras de amor
 en mi ser entero
y que la alegría me invada entera,
 no sintiéndome desolada
y triste,
 si no plena de amor
para dar a raudales
por el mundo que me rodea
y lo quiere recibir.