Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 21 de julio de 2016

Espera

Despedida sin adiós


Despedida sin adiós,
la noche como ceniza negra y borrosa
va tras de ti
galopando,
entre turbulentos huracanes, rayos, truenos,
que te alejan más de mí.

Sé que sufriré
sin tu presencia a mi lado
pero la vida, diluyéndose como segundos de agua,
nos lleva al mundo del olvido esperado,
el necesario para renacer en nuevo amanecer
donde en miles huecos y resquebrajos sin fin
nos lleva a encontrar la paz necesaria
para encontrar el amor único y veraz.

Despidiéndote sin adiós,
no quiero noches quietas,
abismales con hondas cuevas
que nos llevan a mundos sin destino.

Sí, me despido de ti
sin una mirada, sin una palabra
silencio absoluto, oscuro, oscilante,
que se quiebra en puntas de cristal acrisoladas
para querer herirme pero no pueden,
una barrera me defiende,
es la barrera del Amor
que rodea toda mi vida.

Enamorada de la vida, del amor,
la unión, la solidaridad del compartir en un todo
lo sabio y pertinaz que nos conduce a la felicidad interior
de nuestro corazón latiente y vibrante.
¡Viva la vida! ¡Viva el amor!
Lejos, muy lejos,
vete de mí, no te des vuelta,
no me busques.

No me encontrarás jamás
en este mundo dividido entre vos y yo.

Melancolía


Melancolía,
hoy estoy en el mundo de la melancolía,
en un espejo gótico
con pluma y papel,
dispuestos para dejar en frases de locura,
descubriendo el mundo
con mis palabras delirantes,
tratando de llenar el vacío con mis versos
y mi corazón puesto en cada letra,
puntos y rimas mortificantes.

Melancolía,
pesadumbre por no estar tú a mi lado,
luna reina de la oscuridad,
compañera de la noche,
inspiración de espíritus insatisfechos
que vagan bajo las sombras
queriendo pasar desapercibidos
 como fantasmas oscuros
cubriéndose de mantos de tul
 enmarañados y negrísimos.

Melancolía,
entre languideces de añoranzas
te quiero a ti,
no lo dudes,
no creas que no te amo,
sí, te amo hasta el más allá.

Era el frío del sepulcro,
era el filo de la muerte,
era el frío de la nada.

Y mi sombra
por los rayos de la luna
se proyectaba, iba sola,
por la estepa solitaria,
y tu sombra esbelta y ágil
de la muerte primavera
como en esa noche llena de perfumes
y de música de alas
nos acercamos y marchamos
con ¡Oh, las sombras enlazadas!
¡Oh, la sombra de los cuerpos que se juntan
con las sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en noches
de tristezas y de lágrimas!

Melancolía,
nuestros labios nunca se tocaron,
y vagando por la noche
recuerdo tu nombre,
mientras me alimento del dolor
y me refresco con mis propias lágrimas,
el silencio aturde nuestros sentidos
y mi voz repite constantemente:
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
Ilusión creada, ilusión amagada,
en una morriña de amor.

Ser razonable
me consume en mi dolor,
anhelo la noche para que juntos saciemos
la sed de la oscuridad
entrelazados, apretados
en brazos mórbidos y únicos.

Quiero contigo momentos de silencio
como almas vagantes nocturnas.
Nos amamos sin dejar la aflicción de lado
ni la pesadumbre  a nuestro paso.

La noche triste


La noche triste,
 quejumbrosa,
galopa entre las oscuras nubes
tras un rayo,
 un trueno,
dejando en el horizonte
cenizas de penas.

La noche galopa dando brincos,
luces de estrellas
en sus cascos negros.

Me interno en ella,
el miedo me rodea,
busco entre luces
alguna luz que me guíe
hacia el sendero,
ese, el que vi en sueños,
que entre árboles ralos
me llevaba hacia la luz.

La noche triste,
 entre golpes de resplandores rojos,
crepusculares,
da vida, sin quererlo,
a pequeños brotes de bambú,
de caléndulas,
de siempre hermosas amapolas,
dando a mi alma
resquicios de calma,
de serenidad,
de fe.

La noche triste
sigue en su galope sin fin,
levanta al cruzar mares,
cielos,
 horizontes,
un sinfín de sueños truncos,
rotos, resquebrajados
por brujas malvadas
y duendes traviesos.

Es un potro salvaje y negro
con crines al viento,
con cascos de plata
y arneses de estrellas.

Galopa en extensa llanura
donde en los confines del tiempo
su trotar eterno descansa
cuando aparece la esclarecida aurora
con sus haces dorados
de atrapante misterio.

Entonces, ese potro
hondo y negro
se desvanece poco a poco
para seguir renaciendo.

La noche triste
envuelta en niebla
da sinsabores a mi corazón.

Una sutil muselina rodea
la luna.

La suave luz de opalina
 esmerila la laguna.

La noche de negra esclavina
se desgarra en espinas de tunas.

Una luz peregrina reina
en alba bruma.