Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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sábado, 24 de noviembre de 2018

Instante


Compréndeme


Compréndeme, tú, el esquivo,
el que hace piruetas danzarinas en el aire,
 soy en tu existir ya una nada
ya que dentro de mi corazón
surgen las palabras tan plenas de significado
que desaparecen sin ser comprendidas
porque es muy difícil recibir un poema con letras
de néctar y miel
y construir el amor con la mente.

Compréndeme,
soy una mujer poeta
que necesita ser amada,
no me juzgues
y sólo trata de escucharme
porque si hoy muero dentro de mis letras,
me voy con ellas.

Estoy pasando por un diferente sendero
 sin estar junto a ti,
pero si me amas
y estás a mi lado
mis poemas tendrán dueño.

Seguiré escribiendo para ti
porque te tengo encerrado
dentro de mi mente.

Compréndeme,
  la tristeza de que tú te alejaste
es como una agonía del no existir
y no quiero hacerte daño
diciéndote ¡vete ya de mi vida!
o trata como el aire con su brisa nueva
sentirme en mi tonada de vida.

Compréndeme,
con el tiempo no me olvidarás, tócame…
yo soy la zarza
que en tiempos de lluvia, quema, llámame…
Al escuchar tu voz
 mi alma reconocerás vencida en esta guerra,
mírame.

Eres tú mi agua quieta,
 la turbulencia, calma y tempestad
 que al mismo tiempo me doblega,
 fórjame.
Compréndeme,
siente en las palmas de tus manos,
en los labios,
mi cálida huella aún del tibio abrazo
en el que dejamos de ser uno en dos.

Estamos al otro lado
 de los sueños que soñamos,
 a ese lado
que se llama la vida que se cumplió.
Y ahora,
de tanto haber realizado nuestro soñar,
nuestro sueño está en dos cuerpos.

Compréndeme,
la vida, si estamos juntos
se siente como un sueño trémulo,
 recién nacido.

Compréndeme,
 mi silencio torvo y gris,
nace de sentir que estamos separados
por rejas punzantes y dagas afiladas
y por el viento,
ahogándonos de luz
el anverso de nuestro cielo.

Respóndeme a la armonía absorta
que hallarás en mi alma
antes de que el sol caiga,
ayudándome a sobrevivir
sin tu mirada encantada,
ésa la que alivia mi espíritu
cuando se aleja de ti.

Enséñame a escribir
entre penumbras de amor
al recorrer los misterios respirados
juntos en quebradas y curvas.

Compréndeme, 
mi fragilidad de mujer
que como cristal suave
se quebranta en ritmos
al escuchar los latidos de la luna,
cuando el viento se calma
y solo se escucha mi voz,
rogando que el deseo de tenerte,
de acariciarte
para ir de prisa en momentos de segundos
 a enredarme con el calor de tu luz
en la aurora,
en el fuego,
en el verso.

Laberinto de sentimientos


Laberinto de sentimientos,
me condujiste con tu mirada ardiente
y tu voz susurrante,
con arte y embrujos
al sendero sin salida,
atrapando mi corazón.

Trazaste muy bien la ruta a mi alma
con tu sonrisa única
que me dejó sin aliento ni respiración
y tus palabras dulces,
colmándome de amor.

Laberinto de sentimientos,
tus ojos atraían los míos como un imán
y al hablarme me hacías temblar
como pájaro herido
y con gestos desprendidos en tus manos
 acompañaste tus miradas
y en tu pícara sonrisa mecías mi alma.

Laberinto de sentimientos,
me cercaste, me atrapaste,
 sabías lo que hacías,
 integraste las palabras
a tu plan de seducción
y como en un extraviado concierto
 mi alma se rindió.

La copa del sentimiento
se volcó al acercar tus labios
y un escalofrío profundo y lento
casi me consumió.

Laberinto de sentimientos,
me conllevan a sonidos que acarician,
instintos que convocan,
arrebatos de emoción,
aromas que iluminan,
 fulgores que cautivan,
 cuando estoy junto a ti.

Quiero que seas mi verso,
mi númen, mi inspiración,
quiero que seas estrofa armoniosa
en este laberinto de ilusión.

Me has conducido
a escondites secretos,
puertas levadizas, trancas con cerrojos.
Nos hemos perdido
entre el laberinto de la esencia
y la luna nos conduce
en esta extraviada espera,
afanados por encontrarnos,
nunca para salir,
siempre para quedarnos.

Laberinto de sentimientos
que en una eterna quimera
despistando la vereda de los labios,
del beso perfecto
que rasgue de la soledad
que se reboza en el desierto de lo incierto.

Así es el laberinto de los romances,
siempre presente,
nunca al alcance
de quienes no suelen perseverar
el verdadero tesoro del amor
al que nos lleva a la alegría,
a la esperanza, al despertar de la vida.

Laberinto de sentimientos,
me haces volar la imaginación,
me provocas placer, dulces anocheceres,
sonrisas en mis sueños
al sentir el calor de tus besos.

El mundo nos inunda
con su luz en la alegría dúctil de la vida
en nuestro laberinto,
sólo nuestro
que recorremos unidos
entre crepúsculos y auroras
vislumbrando naufragios de silencios.

Más allá de los círculos del tiempo
en relojes atávicos,
renacen las campanas de la bruma
que nos conduce atravesando espacios
a nuestro nido de amor.

Cálidos crepúsculos


Cálidos crepúsculos,
junto a tu lado, frente al mar,
el horizonte cuajado de mil colores polifacéticos
nos envuelve en su magia de espejismo,
de visiones
que nos transportan a nuestro mundo de dos,
hundiéndonos lentamente
en la inmensidad del cielo.

Cálidos crepúsculos,
admirable naturaleza,
siempre la misma y diferente,
 maravillosa de belleza,
renovada constantemente
que nos sumerge en oleadas de pasión
 frente al sol
anunciando su poniente
bajo la celeste amplitud.

Estos momentos imborrables
son fuente de inspiración de poemas de amor
y manantial de ritmos y cantos
para que los versos como tesoros escondidos
surjan en estas tardes de escarlata.

Cálidos crepúsculos,
denme a beber la poesía
en el raudal de meditaciones sin fin
 como salmos que desbordan cielos y tierras.

El himno al amor todo lo ennoblece,
 todo se agranda a sus clamores,
el firmamento resplandece,
la tierra se cuaja de flores.

Cálidos crepúsculos,
hay en su grandeza,
ternura que fulgura,
armonía que se potencia
en segundos apenas
y los versos vuelan con las aves,
con los rumores de los ríos.

Es la hora del amor,
retornan a los nidos, las leves golondrinas,
sus alas son dos mimos flotantes en el viento,
los bosques se adormecen
y velan las colinas,
es el momento del recogimiento
y del silencio profundo
surcado por suspiros apasionados.

Poco a poco,
 puéblense de sombras el ambiente
y levántanse del fondo de nuestras almas
los sagrados sones de nuestro amor
descendiendo por diáfanas escalas
 a nuestros cuerpos temblorosos de pasión.

Cálidos crepúsculos,
como música con ritmos sin fin,
son instantes que la ilusión guía,
la tarde apaga sus colores
y los astros encienden sus lumbreras,
nuestros corazones palpitan
y vibran al unísono
en un total arrobamiento de confidencias
y secretos íntimos.

Parece que flotamos
en una suave cadencia
entre el cielo y el mar,
nuestros pies no son pies,
son alas de aves,
bajo el fanal errante de la luna
que despacio asciende
con su áurea luz, espectral y hermosa,
dilatando el paisaje que nos protege,
nos cobija como un temblor de encaje.

Luna que comienza
 a alumbrar nuestro camino,
vago y blanquecino
hacia nuestro nido cálido
y embriagador de dichas supremas.

Cálidos crepúsculos,
 luces que el cielo envía
como poesía ardiente
en el atardecer nostálgico,
conduciéndonos entre bellezas de luces
al encuentro de nuestros cuerpos
que se buscan con ardor
y entrelazan entre hilos de ternura,
contemplando absortos
 la imagen del cielo
unida a la forma de la Tierra.