Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 26 de octubre de 2016

Eres todo mio


Aromas de vergeles


Aromas de vergeles,
en prados florecidos
de multicolores flores
y de fragancias exquisitas,
allí quiero estar.

Ir en busca
del edén divino de belleza,
para no volver nada
o para volver
inhibida de fragancias
de alelíes, rosas, azahares,
azaleas, jazmines.

Tenderme en los jardines
y unida a las abejas
oír y aprender el dúo
que en la flor recién abierta,
el perfume y el color
misteriosamente elevan.

Pasar por rosaledas,
contigo abrazada
y que su aroma nos inunde
en una nube de esencia
como emanaciones de amor recién florecido.

Aromas de vergeles, de bosques umbríos
que beben luz de las estrellas,
dormitamos en el silencio blanco
de la luna llena
o como en potros de llamas
cabalgamos en los cometas.

Pensativa y calma
en el vergel sumergida,
surgen de mi corazón de poeta
los versos de amor para ti
que un rojo sol prisionero
encerrado, encuentra.
Quiero volar contigo
por todo el universo
y regresar con las flores inmortales
del pénsil de la belleza.

Aromas de vergeles
que hacen nacer el ideal del poeta,
el que está en el mundo interior
pleno de encanto.
Suelta la flor su perfume,
mas si una frase lo aspira,
se evapora o se consume
en las cuerdas del violín.

Efluvios de suspiros de amor
en un intangible ensueño,
donde lejana, la flor se esconde.
Aromas de vergeles,
donde la mujer poeta
escribe lo que es en su fantasía,
ave y flor, mirlo y lavanda,
pues viven sólo en la bruma
que en la ilusión se levanta
ese canto que perfuma
y ese perfume que canta.

Aromas de vergeles,
bálsamo de colores que nos inundan,
los verdes más verdes,
los tornasolados ocres,
los lacres de hojas marchitas
nos inundan de amor placentero,
pleno de paz y belleza.

Tendida en ese campo infinito
entre amapolas y margaritas
el aroma de la tierra húmeda
hiende mi alma necesitada
de tu intenso amor.

¿Bajo qué fronda te escondes?
Ven y tiéndete a mi lado,
el cielo nos acaricia,
el viento nos mece
y las hierbas frescas
nos acunan en su mullido lecho.

Aromas de vergeles,
en esta aurora placentera,
entre mil estupendos follajes,
temblorosos de primavera,
nuestro amor crece, se agiganta,
entre sones de música celestial
y canto de pájaros.

Mis huellas en tu mar


Mis huellas en tu mar,
 mis marcas en tu piel,
entre estrías de luces,
entre maravillosos perfiles
que rutilan por el agua
entre festejos y júbilos
al velar el ardoroso buscarte
 en la plenitud del acierto
de este amor por ti.

Dejé mis huellas
en tu cuerpo de mar,
 entre un oleaje
 resplandeciente de ardores
que te recorren
como finas plumas del aire,
cubriéndote de besos, caricias,
en las puntas de las olas
 intentando cubrirte
con mis ansias locas.

Mis huellas en tu mar,
iluminan mis intentos
de que no me olvides nunca,
entre clamoreos festivos,
jubilosos, inocentes,
plenos de relumbres, de fulgores,
proclamando cómo te estoy queriendo
 y dejándote ante tu orilla
 mi cuerpo virgen y puro
que alegremente se te entrega.

Las olas van formando
con monosílabos
palabras de amor
que te susurran entrecortadas
 para que las descubras,
 sirviéndote a tus deseos
de que tú y yo formemos
un doble espejo
donde nos refugiaremos
para amarnos.

Mis huellas en tu mar
casi desaparecen,
se desdibujan,
 las olas en la arena
 las van llevando
entre la espuma hacia la espesura del mar,
donde tú me esperas,
ansioso y desesperado
por tenerme entre tus brazos.

Mis huellas en tu mar
se adentran entre las aguas
en una actividad a veces frenética
y a veces pausada,
fluyendo hacia ti, mi amante,
porque eres amado.

Muestra en tu hacer,
¡que eres un afluente
del gran fluido que es la vida!
Mis huellas en tu mar,
 como magia de amores,
viviéndolos, sintiéndolos
en grandiosos momentos de belleza
y gozo sin par,
entre imágenes de desbordantes fantasías
 y percepciones en torno a lo Divino.

El mar nos ciñe, más y más,
como un cerco de alegría,
colmándonos de asombro
al mirarnos entre espumas
que desfallecen en la orilla.

Mis huellas en tu mar
se hunden de a una,
de a cien, de a mil,
 las incontables pisadas cristalinas,
que como figuras de blanco mármol
quieren estrecharte entre sus senos,
de una  en otra,
evadiéndose ligeras
y permaneciendo siendo ninfas.

Son juego de raudo amor,
entre tú y esta ninfa rápida
que apenas erguida cae
entre tu espuma desfalleciendo en tu orilla
 entre verdes curvas,
con luces vagas
en un gran hervor
de cuerpos en proyecto.

Se enlazan en las ondas
en altas quejas estremecidas
de gozos y placeres,
entre deseos que se alzan
 en ligeras crestas de ondinas,
entre ansias
que se mueren
en blancuras de amores nuevos.

La espera


La espera,
con infinita calma y paciencia,
expectante,
te busco como a una flor,
no lejos de la noche,
mi cuerpo mudo se abre
a la delicada urgencia del rocío.

Hay en la espera, un rumor a lila,
rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol
con pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
 una tribu de palabras mutiladas,
 busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
 los funestos, los dueños del silencio.

La espera,
en ella he dado el salto de mí al alba,
 he dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.
Soy la silenciosa en el desierto,
la viajera con el vaso vacío,
 la sombra de mi sombra.

Sin desesperación ni ahogos,
sólo con penas profundas,
 te espero tan sólo por un minuto
de vida breve, único,
de ojos abiertos
que te ama en su mirar,
danzando de alegría entre flores pequeñas
como palabras sentidas y dulces.

La espera,
desnuda en el paraíso de mi memoria,
sin conocer el destino de mis visiones,
 tengo miedo de no saber nombrar
 lo que no existe.

Salto de estrella a estrella,
de sombra en sombra,
muero de muerte lejana,
la que ama al viento.

La espera,
 mi memoria iluminada
es como una galería
donde vaga la sombra de lo que espero.
No es verdad que vendrá.
No es verdad que no vendrá.

La espera,
 no quiero ir tras tu búsqueda
como sonámbula y transparente
en nuestro nido de hilos que tú dejaste
y ahora rígido sólo me danzo
y me lloro
con tus recuerdos
doblemente sufrida
en la memoria de aquí y de allá.
Y en la noche un espejo de cenizas
 como una visión lejana
refleja tu amado rostro,
en mi corazón de medianoche.

La espera interminable,
pasa lenta, con pausas dolorosas
y en un canto arrepentido,
vigía detrás de mis poemas,
 me amordaza, me quiebra,
me inunda de llantos largos.
La noche que fue de los dos,
se dispersó con la niebla
y quiero mirar tu rostro una vez más
 hasta que se aleje de mí
 el miedo
como un pájaro al borde filoso de la noche.

Pero el silencio sin ti es cierto
y por ello mis palabras vuelan en el aire
porque estoy sola y escribo.
No, no estoy sola,
hay alguien junto a mí que tiembla.
Delicia de perderse en la imagen presentida,
voy en busca de quien soy,
peregrina de mí,
 voy hacia la que duerme
en un país al viento.