Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 10 de marzo de 2013

Relación incierta


Las calles del miedo


Las calles del miedo, esas, las oscuras y escondidas entre resquicios de mi alma de experiencias dolorosas vividas en el pasado de ayeres.
De ellas no sabía salir, eran laberintos intrincados, tenebrosos, desolados, me sentía zarandeada, engañada, en una red de mentiras y falsedades sin fin.
Te amaba más allá de esta vida, eras mi faro, mi luz, mi existir todo y cuando tú derrumbaste, con un golpe tajante y frío ese castillo de cristal que juntos habíamos construido, mi mundo se derrumbó en pedazos, desperdigados por los nortes, sures, estes, oestes, detrás del sol casi negro y de la luna amarilla con reflejos de espejos.
Me dejaste en las soledades del temor y pesares con el espíritu desdoblado como telas de tisú rojizas y llameantes.
Las calles del miedo, imperecederas, encubiertas, atadas con lazos invisibles para que se las lleve el viento huracanado y las arremoline en abismos profundos del olvido, en cuevas jamás encontradas, nunca más.
¿Qué he hecho yo para merecer la desgracia de no ser amada por el ser que en algún instante de ese pasado me amó con desesperación?
La vida me plantea esquinas, rincones, vueltas, giros inesperados frente a los cuales no supe ni pude estar preparada.
Las calles del miedo que desde las penumbras me acosan, me sumergen en vahídos y mareos danzantes con sones de trompetas de submundos que me hacen emerger inmóvil y estática como estatua cubierta de flores marchitas y enredaderas secas.
Las calles del miedo que atraviesan en breves instantes este hoy que vivimos con ellas como muros del tiempo, recordados a veces, olvidados otras, pero siempre dentro de nuestro pasado como experiencias vividas que nos elevó a vibrar en la sensibilidad del llanto, de la queja, del lamento.
En este hoy las recorro en puntillas, sin pies en la tierra, volando con alas rotas que se mueven hacia este mundo más feliz en el que vuelca mi todo en poemas, prosas, versos, porque la vida me está despertando nuevamente al amor de vivir, de volver a ser yo otra vez, conmigo misma, a quererme y a querer al mundo que me rodea.
Ahora estoy absolutamente enamorada de la vida, piso fuerte y con mis totales sentimientos la tierra me acoge en todo su esplendor y brillo.
Vivo, vibro, danzo, canto, escribo con todo mi amor, ya las calles del miedo desaparecieron en la nada de mis pensamientos, no dejando huellas de heridas ni dolores.
Ellas me condujeron a ser lo que soy hoy, una mujer poeta colmada de amor.

Soñando sueños


Soñando sueños, soy esa agua enamorada del azul de tu cielo. Llegan del río los desvelos, dormir no puedo en lo alto de tu morada porque al mirar el brillo opaco del océano cercano, te sueño dormida y amanece entre mi cuerpo tú mirada y te hago más mío.
He soñado y sueño atrapar en mis manos al viento, retener en su cuenco las arenas del mar y del desierto.
Retenerte con mi voz, con un beso.
He soñado y aún sueño con un mundo perfecto. Utopías que tejo y destejo al voltear la mirada contemplando cómo cada mañana anochece, otro día sin ti.
Soñando sueños en la cálida pasión que se entrega en ese beso que llega y que nos acerca más.
Nunca dejes de soñar, abre tus alas y vuela que los sueños te han de llevar hasta donde tú quieras llegar.
¡Sueña, ama y sueña! Y no dejes de soñar, ¡jamás! No prevengas caer en el olvido, deja que tu mente vuele alto, de sueños se llena la vida manteniendo el sabor de vivir.
Allí está tu sueño, aún velado, allí está, solitario y discreto.
No quieras despertar, quédate quieto, oye sólo la voz del otro lado, si ronda por allí, tú lo has traído.
Mas te irás donde él te haya llevado por el humo de las horas diluido.
Alguien espera allí donde hayas ido.
Te verás como nunca revelado.
Eres tú quien espera, allí, dormido.
¡Cómo dejar de soñar! Es el alimento de mi verbo, es el reposo de mis letras… Es la melodía de mis cantos, son esos sueños de los que hago poesía, en respiros y sueños he compuesto prosas, versos, la cuenta la he perdido, ellos son la vida de mi vida, nunca dejaré de soñar ya que estaría vacía, sin colores, sin amor, caería en un profundo laberinto sin salida.
Soñando sueños, son mis suspiros cuando canto, cuando escribo y disfruto mis sueños cuan imagen de la vida, son luces de esplendor, son colores del arco iris, son amores, tan sublimes e inolvidables que, en un ir y venir la inspiración crece más y me llevan a plasmar mis prosas en el infinito.
Soñando sueños, sueños de luz y de dicha, mis anhelos te llegarán en dulces sosiegos, nunca dejes de soñar porque los sueños son realidades del alma, se sienten y se presienten y muchas veces se hacen realidad.
Nunca dejo de soñar por el amor y la esperanza porque si lo hiciera cual flecha sin blanco nos perderíamos en el oscuro espacio de una noche fría y vacía.
Nunca dejes de soñar, el soñar es ilusión viva, la ilusión mantiene la alegría, la alegría aumenta la visión, la visión fortalece los sentidos, los sentidos se estimulan al soñar.
Soñar… soñar… soñar…
Soñando sueños, te recuerdo siempre, amado mío y te siento dentro de mí en las sombras de mi cuerpo y en las noches del éter.
Y así, contigo a mi lado, te sueño, me elevo en el aire, disipando para siempre las neblinas que envolvían tristemente mi alma.  

Mi verso es un gemido


Mi verso de amor es un gemido, callado, que jamás se queja y en las madrugadas, entre tinieblas y fríos llegan hasta el papel donde se vierte la ilusión de una estrofa perfumada.
Es para ti, mi numen  mi amado por siempre, te escribo con todo el amor de mi alma taciturna que como música olvidada tiene azul resignación y lo da todo sin pedir nada.
Mi verso es un gemido, dulce, umbrío, levanta mis quebrantos, sin arrebatos y sin ruidos que espera que tu duermas para decírtelo con ternura al son de mis suspiros cadenciosos.
Es el verso que se agita y rápido se despierta como eco de un estampido de una flecha musical que arrebolada se estrella en tu corazón amado.
Mi verso es un gemido, moja sus alas en la transparente esfera de la gota de rocío en la que, absorto, contempla la imagen del cielo unida a la forma de la Tierra.
Cada estrofa gime y canta y suelta su perfume como la flor recién nacida en los atardeceres bajo el canto de tus besos y en la danza de tus brazos.
Mi verso es un gemido, blanco y puro que alimenta mi espíritu y mi sed  se nutre de tu presencia aún a pesar de la distancia que a veces nos aleja.
Mis áureas palabras, mis letras impredecibles, mis estrofas que nacen de mi alma van hacia las nubes para flotar en ellas, iluminadas por luces de estrellas.
¡Versos! ¡Prosas! Con ímpetu alado al ideal ascended y en las estrofas verted todo el amor escondido en mi espíritu, mente y cuerpo, por ti, amado.
Yo mantendré con aguas descendidas por las fieles veredas de mi pecho el medido esplendor de tu alabastro y una hiedra de amor caerá sobre mi pecho.
Mi verso es un gemido, un no tocar el río, apenas aire, el blando discurrir de tu mirada.
¡Qué dicha sin sonrojo la que corre por mis venas, entre las lágrimas que buscan mi pecho!
Amor callado, en un silencio silente escribo para ti, con un clamor de queja y lamento por no tenerte a mi lado.
Mi verso es un gemido, escribo y sollozo a solas, entre suspiros y plañideras clamo ¡Ven a mí! ¡Te espero!
Quiero versos sin lamentos, todos para ti, para entrar más adentro en la espesura, desgarrando mis naves de amor sobre la playa y así, te dí el sellado de mi gracia y tú la cifra de tu nombre.
Mi verso es un gemido, ahora más calmo, sosegado, no hay más tristezas en nuestro aire que nos sigue y canto y mi mano fuerza el hombro de la noche porque vuelvan tus labios a los míos.