Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Desilusión dolorosa

Mágico embrujo



Mágico embrujo se despertó en la intimidad junto a ti, misterio en tu cuerpo, seducción que me lleva a volar a cielos infinitos.
Vigilia de besos, abrazos, palabras, deseos, delirios, ensueños…
Mágico embrujo, aquieta la noche a orillas del mar, entre tu mirada y la mía llenas de deseo juntos a la luz de la luna donde se refleja en el mar y danza la divina magia.
 Entre música de violines y tenues luces de velas, divaga mi mente imaginando toda tu piel.
Desnuda mi alma en un mágico embrujo, abrázame y sentirás mi corazón latir y tendrás de mí el gran amor.
Mágico embrujo, no me olvides, que mi recuerdo no se pierda en el ocaso junto al sol, haz que mi corazón suene como un cascabel, remóntame siempre y llévame contigo por aire, por tierra, entre sueños y anhelos.
En el dulce embrujo de tus ojos, danza mi alma enamorada y si me sonríes me apasiono ansiosa por dejarme acunar por tus palabras.
Y te veo, mi poeta-navegante que por un mágico embrujo recorres los mares de mis horas, capaz de romper cualquier escollo que quiera apartarme de mi sombra.
Me entrego a la magia de tu vida, que dibuja en mi piel, caricias que antes no tenía, segura que al beber de la miel de tus secretos, renaceré como tierno bambú en agua quieta.
Tan convencida estoy de tu gran transparencia en la que vivo de la luz, la lluvia, el cielo, son formas en que te escondes para aparecer en un mágico embrujo, al encenderse las estrellas casi en silencio.
¡Aquí estoy, a tu lado siempre!
Mágico embrujo, olvido de yo en tú, recuerdo de tú en mí. Sólo los dos, universo infinito de amor y placer, seré viento que ágil disperse tus doradas palabras. Seré vida en tu noche y luz en tu silencio, seré todo yo en ti, fuente de juventud eterna que perpetúe tu risa en mis labios, tú y yo en el embrujo inmortal de  la mirada y te seguiré diciendo con mágicas palabras, susurrando o en silencio un ¡te quiero!.
Mágico embrujo del amor que nos lleva en blanca espuma del gran querer callado, mar total flotando en el paraíso que anhelamos ser.

El viento que te trajo



El viento que te trajo, como brisa suave llegaste a mí para borrar la tristeza de no tenerte junto a mí, susurrándome canciones con palabras dulces para enamorarme.
El viento que te trajo me acunó suavemente en el aire, llevándome en volantas de caricias como trapecista de altas nubes.
Escribiré en el viento poemas de amor, seré como fuego que tu cuerpo quema, como llama ardiente y pasión eterna.
El viento que te trajo buscó en las nubes almohadas de seda para que al dormir tu sueño no pierdas nuestros silencios de caricias mudas.
Y cuando en las oscuras noches, el viento, rumores, llegan y me tocan me asombro de ver que el brazo que te tiendo no lo estrechas, ya que aún me sigues buscando en un abrazo sin término, buscando un más detrás de un más, otro cielo en su cielo.
El viento que te trajo me llevó flotando a la deriva, confusa me siento en mi existencia misma y sigo mi trayecto tan sólo tras de ti,. no quiero perderte, sólo encontrarte.
Oigo voces de asombro en la boca del viento, nos esconde de este mundo, en un íntimo secreto confundiéndome en nuestro vuelo en aves de fantasía, dejando una rosa de agua en nuestros ensueños.
El viento que te trajo, mi viento que me alzó desde las rudas cuestas a buscarte con mis pálidos anhelos, dejando estelas de poemas en el río y un río en el poema de mis primeros sueños.
¡Cómo sueño las horas azules que me esperan tendida en el aire a tu lado, sin más luz que la luz de tus ojos, sin más lecho que aquél de tus brazos!.
El viento que te trajo me arrebató mis días y mis noches y me dejaste vagando por el infinito en una luz difusa y violeta sin más frases, palabras que en mi boca se iban encendiendo como  estrellas, buscando donde posarse para que tú las recibieras al abrir los secretos de la noche.
El viento que te trajo me embriagó el alma con tu amor, labrando muy hondo dentro de mí la dócil materia eterna que te amará por siempre.
Te sentí llegar, parecías una nube alta, un fantasma sin asidero, un horizonte sin llegada, pero sí ahora a mi lado vamos juntos entre vientos más ligeros, entre nubes, soñando los sueños nuestros que nos llevan a encontrar otros nuevos que nos empujen a estar siempre juntos como dicha futura llamándonos…

Las calles del miedo



Las calles del miedo, esas, las oscuras y escondidas entre resquicios de mi alma de experiencias dolorosas vividas en el pasado de ayeres.
De ellas no sabía salir, eran laberintos intrincados, tenebrosos, desolados, me sentía zarandeada, engañada, en una red de mentiras y falsedades sin fin.
Te amaba más allá de esta vida, eras mi faro, mi luz, mi existir todo y cuando tú derrumbaste, con un golpe tajante y frío ese castillo de cristal que juntos habíamos construido, mi mundo se derrumbó en pedazos, desperdigados por los nortes, sures, estes, oestes, detrás del sol casi negro y de la luna amarilla con reflejos de espejos.
Me dejaste en las soledades del temor y pesares con el espíritu desdoblado como telas de tisú rojizas y llameantes.
Las calles del miedo, imperecederas, encubiertas, atadas con lazos invisibles para que se las lleve el viento huracanado y las arremoline en abismos profundos del olvido, en cuevas jamás encontradas, nunca más.
¿Qué he hecho yo para merecer la desgracia de no ser amada por el ser que en algún instante de ese pasado me amó con desesperación?
La vida me plantea esquinas, rincones, vueltas, giros inesperados frente a los cuales no supe ni pude estar preparada.
Las calles del miedo que desde las penumbras me acosan, me sumergen en vahídos y mareos danzantes con sones de trompetas de submundos que me hacen emerger inmóvil y estática como estatua cubierta de flores marchitas y enredaderas secas.
Las calles del miedo que atraviesan en breves instantes este hoy que vivimos con ellas como muros del tiempo, recordados a veces, olvidados otras, pero siempre dentro de nuestro pasado como experiencias vividas que nos elevó a vibrar en la sensibilidad del llanto, de la queja, del lamento.
En este hoy las recorro en puntillas, sin pies en la tierra, volando con alas rotas que se mueven hacia este mundo más feliz en el que vuelca mi todo en poemas, prosas, versos, porque la vida me está despertando nuevamente al amor de vivir, de volver a ser yo otra vez, conmigo misma, a quererme y a querer al mundo que me rodea.
Ahora estoy absolutamente enamorada de la vida, piso fuerte y con mis totales sentimientos la tierra me acoge en todo su esplendor y brillo.
Vivo, vibro, danzo, canto, escribo con todo mi amor, ya las calles del miedo desaparecieron en la nada de mis pensamientos, no dejando huellas de heridas ni dolores.
Ellas me condujeron a ser lo que soy hoy, una mujer poeta colmada de amor.