Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 23 de abril de 2020

La luz de tu soñar


Ya no te amo


Ya no te amo,
te dejé de amar
hace tiempo,
pero no me había dado cuenta
 de que realmente era así.

Ya no te amo,
la vida es como un sueño;
uno vive sin saber
a dónde está el sendero
que nos conducirá a la verdadera
felicidad del existir.

Escribo poemas
que me dan todo lo que necesito,
esa calma,
esa paz,
ese amor,
que me brindan además
calidez humana.

No siento frialdad ni desasosiego
cuando estoy en paz,
escribo para tí,
mi amado ausente,
al que ya no amo más.

Escribo para todos
porque los poemas son para todos,
al estar enamorada de la vida.

Ellos me conducen a otro mundo,
a ese mundo que no es real,
es la irrealidad de horizonte sin fin,
de cielos azules,
de nubes lejanas
y esa eternidad,
 mis poemas me conducen a la vida plena,
sin ellos ya no querría vivir más.

Moriré sin poemas
porque es lo único que me conduce
a vivir en paz,
porque la muerte
 me rondará muy cerca,
muy cerca,
buscándome,
para llevarme.

Ya no te amo,
necesito el amor
de alguien que me comprenda,
que sienta mi ternura,
mi sensibilidad,
mi cariño,
mi inocencia,
mi credulidad.

Todo lo que soy
para los demás es aparente,
aparento que soy una mujer fuerte,
la guerrera,
me dicen los poetas del mundo.

Pero soy una mujer débil,
que en este mundo
necesita a alguien verdadero
para no caer
en el abismo de la desesperación
y los que me sostienen
son mis poemas,
 porque a ti ya no te amo.

Quiero un final con luz,
encontrando la claridad
sin buscar a ciegas
el hallazgo de sentirme
inundada de goce y placer
entre monosílabos,
frases,
poemas.

No quiero preguntas
que solo ecos respondan,
necesito la entrega total,
a la búsqueda del signo
que la flor ni la piedra
me quieren entregar.

Llegar a tensión de ser completa
entre poemas de amor.

Vehemente Amor


Vehemente amor,
apasionado,
te amo intensamente,
me debía bastar con lo que ya me has dado
y pido más y más,
cada beso tuyo
me pide otro para cumplirse a sí mismo
ya que tú nunca podrás
dar otra cosa de ti más perfecta.

Se cierran mis ojos esperándote,
 límpida,
impetuosa como la voz primera
 porque tu entrega es reconquista de ti,
 vuelves a mí en cada momento
entusiasta, fogoso,
 buscando mis más íntimos secretos.

Vehemente amor, efusivo,
totalmente entregado
a este querer de dos,
por eso no te expliques tu amor,
 ni me lo expliques,
 obedecerlo basta.
Me hundo en tu querer,
llenándolo de sí es de gozos,
de pasiones, de deseos sin fin.

Tu forma de querer
 es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
en el silencio.

Tus besos
son ofrecerme los labios
 para que los bese yo.

Vehemente amor,
estoy abrazada a tí
sin preguntarte nada,
de miedo a que no sea verdad
que tú vives y quieres.

Estoy abrazada a ti,
sin mirar y sin tocarte,
no vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
ese soledad inmensa
de quererte sólo yo.

Vehemente amor,
el firmamento resplandece
cuando me acunas en tus brazos
y me llevas las manos a tu pecho,
 amor, que desnudándote
caminas sobre el muro
que cerca mi silencio.

Mi piel se enciende
con rubores de deseo
y floto sobre el agua
que mana mis recónditos adentros.
Sacúdanse las bases de mi sangre
 para que aparezca tu nombre contra el cielo.

Vehemente amor,
 te necesito a mi lado,
 cerca muy cerca,
mi cuerpo enredado en el tuyo
 en un aire estremecido de ternura
y bajado de altísimas esferas.

Tú eres para mí
viola de amor que toca
con sus notas
cada fibra de mi cuerpo todo
cincelado en nácar verde
y perfil modelado en blanda cera.
Apoyada en el calor de tus hombros,
enlazo las cimas de lo cielos en la tierra.

Creces hacia dentro de mis dedos
y al roce y al llamado de tus ojos
se alza de mi sangre
 un efusivo abrazo
que te cobija muy dentro mío.

Vehemente amor,
no quiero que te vuelvas recuerdo,
sombra esquiva entre mis brazos,
quiero tu ardiente cuerpo
que me entregas entre tus brazos.

Eres mi felicidad,
mi dicha toda,
dentro de mi te llevo
porque digo tu nombre.
¡Ven y tú llegas despacio y quedo!
¡Ven a mis brazos abiertos!
¡Ven con tu amor que me ata
y me desata en cada lujuria
de tu mirada errante
con tu alas que me envuelven toda,
con tus labios de amantes
ardorosos y tiernos!

Seré tu pasión,
 tendrás que amarme
con tu brazos redentores.
Vehemente amor,
 ¡cómo decirte que te quiero mío
y me quiero tuya
por toda la eternidad!

Entre tú y mil mares


Entre tú y mil mares
se alza en el aire
nuestro reencuentro irreal,
mágico,
como un interminable túnel de amor.

¿Cómo me vas a explicar
la dicha de pensar que estamos juntos?,
si no sabemos
cuándo ni cómo,
dónde,
nos veremos alguna vez
en un instante mágico.
La distancia nos idealiza,
nos desdibuja,
nos enaltece,
nos une.

En nuestros ojos,
visiones,
visiones
y no miradas
nos separan mil mares,
distancias sin datos,
ni signos.

No percibíamos lugares,
colores,
tamaños,
sólo percibíamos nuestra unión,
fusionada con esa fuerza
estruendosa
que es el amor.

Tan sorprendida
y anhelante,
estaba yo,
sintiendo,
que mi mirada
en el aire,
al vuelo,
te soñaba
y me soñaba la tuya.

Palabras sueltas,
palabras,
deleite en incoherencias,
no eran nada más
que signos de cosas,
voces puras,
voces para no ser olvidadas.

Entre tú y mil mares,
naciste al son de mis deseos,
te necesito aún en la lejanía,
e inquieta la vigilia de mis ojos
van en busca de tu imagen
entre los mil mares
que nos separan.

Naciste al son de mis deseos,
entre la cima de los cielos
con la tierra
y el llamado de tu mente,
se alzaba,
de mi sangre
en este poema.

Entre tú y mil mares,
las estrellas brillan
para nosotros
y entre temblores de ansias
nuestros incorpóreos cuerpos
se abrazan entre hálitos
de amor
completo y total.

Te siento llegar
en mis solares,
entre nubes altas y calmas,
te conozco por tu aroma,
tu leve presencia,
y te proclamo
mi único y verdadero amor.

Entre tú y mil mares,
estoy más unida a tí
que si estuviéramos juntos.
Vive mi mirada en tus ojos,
mi inquietud primera,
recién amanecida
en tus pestañas cerradas
y poco a poco
se asoman a mi pecho,
tus sentidos,
y tiembla mi cuerpo
aunque mil mares nos separen
porque el secreto de nombrarte
en silencio,
me da amor y vida.