Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 28 de agosto de 2016

Siempre


Una canción para el alma


Una canción para el alma,
la que nos une y nos estremece
en un gran temblor de víspera
y de alba.

¡No me recuerdes!
¡Siénteme!
Hay sólo un trino entre tu amor y mi alma.

Mis ojos navegan el mismo azul
sin fin donde tú danzas.
Tu arco iris de sueños
en mí tiene siempre pradera abierta
entre montañas.

Una canción para el alma
te la hago llegar
para que en desatada prisa vengas a mí,
ya que una vez se perdieron mis sollozos
y los hallé abrigados en tus lágrimas.

Siente mi canción,
es para tu alma,
un ruiseñor la canta en la mañana
y el viento la lleva en vuelos por el aire
y los ríos desde los riscos
la dejan en las playas olvidadas.

Una canción para el alma,
para que menos me pienses,
más me ames.

Lo fácil en el alma
es lo que tiembla al sentir llegar esa canción,
la de las palabras de amor,
dulces y tiernas.

Para que te llegue sus arpegios,
separa una por una las costumbres,
hasta quedarte vacante y suelto
y la canción ardiente,
galopante,
inminente,
te inundará.

Una canción para el alma
anhelante de ser escuchada por ti,
necesito que eso
sea para ser dichosa.

Tú,
atento,
resplandeces con la canción que te festeja,
en la plenitud del acierto,
en paz contemplas la plena consumación
del amor en pleno ardor,
en sosiego en los acordes,
preludios que te llegan a ti.

Una canción para el alma,
entrégate a ella,
mi amado,
con total amor,
buscando claridad
a través del misterio de síncopes,
trinos,
aleluyas,
son para ti,
vienen del Hoy,
van hacia el Mañana.

Cada estrofa de la canción es clara,
habla soñando,
sueña que sueña,
canta que canta y va hacia ti,
delante de mí, o
freciéndote mi amor profundo y tierno.

En nuestro camino
toda la canción está en él.

Espera que cantemos juntos,
unidos más allá del hoy.

Suena sin ser estrenada,
sólo a nosotros nos estremece,
nos une y la reconocemos
por ser la enviada del amor
que nos lleva juntos en un cenital esplendor,
entre besos apasionados y ardientes,
con ondas sucesivas de entreluces vírgenes.

Murmullos en la noche


Murmullos en la noche,
colmada de cálidas palabras
encendiendo velas donde el viento
sacude negra soledad.

Ayer en la noche,
entre los silbidos del viento
acaricié el pétalo de tu sombra.
¡Qué extraño fue!

Murmullos en la noche,
los dos quietos,
abrazados en un solo cuerpo,
sentimos en oleadas
de viento y agua
que la esperanza viene a nosotros.

Murmullos en la noche,
somos dos,
sólo dos,
con miedo a ser uno.

Miedo a amar y a dejarse amar
miedo a pasión desbocada,
 miedos a besos furtivos y deseados,
miedo a vivir entrelazados
bajo las ramas confundidas y anhelantes
de los ligustros.
Miedo de ser naturaleza,
viva,
en la naturaleza.

Murmullos en la noche,
delirios alucinantes
de saborear la paz
serena de tu amor
y cada mañana tu aliento
de cigarra anida
mis ojos abiertos
en la penumbra quieta.

Murmullos en la noche,
que mi alma juglaresca escucha
como fondo apabullado,
son murmullos que
como arrullos de horas muertas
nos nombran,
para unirnos con mil ojos
confundidos de caricias
en un viento indiferente
que juguetea con nuestros cuerpos
plenos de amor.

Murmullos en la noche,
quiero que tú
 con tus palabras y gemidos de amor
aturdas todos mis sentidos.

Comúlgate conmigo,
apagan los murmullos que deliran
desboca los temores indefensos
y sólo
¡ámame!
y será, entonces, el mundo nuestro.

¡Ámame!
Seré la sal de tu camino
y el verde de tu sombra acogedora,
seré tu cuerpo de perfumes
y aromas dulces,
brazos de estatuas,
esculpidas por la pasión fresca
de mis formas tuyas.

Espejuelos del amor


Espejuelos del amor
nos miramos sin vernos
nos amamos a través
de la nada del espejo.

Te amo como aman los poetas,
con palabras dulces,
con caricias prohibidas,
con metáforas inventadas
de un corazón que ama
con lágrimas derramadas a través de espejuelos
guarnecidos de oro y plata
donde solo nosotros sabemos que existen.

Escribo porque nací escribiendo sin saberlo,
porque me sale del alma
y cada verso es mi vida
reflejada en nuestros espejuelos
ya que mi vida es la palabra.

Sin mis poemas estoy muerta,
sin mis versos no soy nada,
soy como una sombra perdida
que por el silencio vaga.

Espejuelos del amor
escribo lo que me dicta el corazón
y mi alma expresa lo que tú sientes
sin melodías vibrantes y altisonantes.

Espero pacientemente
que penetres en mi ambiente
con tu mirada independiente
la cual se grava en mi corazón.

Espejuelos del amor
en los que mi deseo
es estar sin tocarnos ni vernos
en un continuo sentir queriendo
volar a tu cama,
arroparte con mis brazos,
queriendo darte mi todo,
arrullarte en mi canción,
alimentando con mis besos
imaginarios a través de los espejuelos,
El hambre de tu pasión.

A través de los espejuelos,
los besos y el pecho se conquistan,
en afanosas lides entre gozos,
parecidos a juegos,
días,
tierras,
espacios fabulosos,
a la gran disyunción
que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.

Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás,
ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.

Ni en el llegar ni en hallazgo,
tiene el amor su cima,
es en la resistencia a separarnos
en donde se le siente desnudo,
altísimo,
temblando entre los espejos de jade.