Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 12 de agosto de 2015

Dolor y pasión


Mi verso es un gemido


Mi verso de amor es un gemido, callado,
que jamás se queja
y en las madrugadas, entre tinieblas y fríos
llega hasta el papel
donde se vierte la ilusión
de una estrofa perfumada.

Es para ti, mi númen,
mi amado por siempre,
te escribo con todo el amor
de mi alma taciturna
que como música olvidada
tiene azul resignación
y lo da todo sin pedir nada.

Mi verso es un gemido,
dulce, umbrío,
levanta mis quebrantos,
sin arrebatos y sin ruidos.
Espera que tú duermas
para decírtelo con ternura
al son de mis suspiros cadenciosos.

Es el verso que se agita
y rápido se despierta
como eco de un estampido
de una flecha musical
que arrebolada se estrella
en tu corazón amado.

Mi verso es un gemido,
moja sus alas en la transparente
esfera de la gota de rocío
en la que, absorto,
contempla la imagen del cielo
unida a la forma de la Tierra.

Cada estrofa gime y canta
y suelta su perfume
como la flor recién nacida
en los atardeceres,
bajo el canto de tus besos
y en la danza de tus brazos.

Mi verso es un gemido,
blanco y puro
que alimenta mi espíritu y mi sed
se nutre de tu presencia
aún a pesar de la distancia
que a veces nos aleja.

Mis áureas palabras,
mis letras impredecibles,
mis estrofas que nacen del alma
van hacia las nubes
para flotar en ellas,
iluminadas por luces de estrellas.

¡Versos! ¡Poesías!
Con ímpetu alado al ideal ascended
y en las estrofas verted
todo el amor escondido
en mi espíritu, mente y cuerpo, para tí, amado.

Yo mantendré con aguas descendidas
por las fieles veredas de mi pecho
el medido esplendor de tu alabastro
para que una hiedra de amor
caiga sobre mi pecho.

Mi verso es un gemido,
un no tocar el río,
apenas aire,
el blando discurrir de tu mirada.
¡Qué dicha sin sonrojo
la que corre por mis venas,
entre las lágrimas
que buscan mi pecho!

Amor callado,
en un silencio silente
escribo para ti,
con un clamor de queja y lamento
por no tenerte a mi lado.

Mi verso es un gemido,
escribo y sollozo a solas,
entre suspiros y plañideras clamo
¡Ven a mí! ¡Te espero!

Quiero versos sin lamentos,
todos para ti,
para entrar más adentro en la espesura,
desgarrando mis naves de amor
sobre la playa y así,
te daré el sellado de mi gracia
y tú, la cifra de tu nombre.

Mi verso es un gemido,
ahora más calmo, sosegado,
no hay más tristezas en nuestro aire
el que nos sigue,
mientras canto
y mi mano fuerza el hombro de la noche
para que vuelvan
tus labios a los míos.

Amor fugaz


Amor fugaz, breve pero intenso,
 profundo pero adolorido
conmigo a tu lado
pero pronto sin ti.
Yo sola con la verdad
de sentir la angustia,
el tormento, el cielo negro
de lo que pudo ser
y se perdió
en la oscura inmensidad.

Duró un efímero momento,
pleno, vibrante
y como pluma leve
que se lleva el viento
cambió mi vida
al no estar en tus brazos,
llevándome a un gran mundo a oscuras.
Amor fugaz,
como un latido acompasado,
todo trémulo de besarme o no,
 está la certidumbre: tu ausencia sin labios.

Fue un susurro sin luz,
 un suspiro silente
que como gasa de amor
pasó a mi lado dejándome sola
con la verdad de no tenerte más.

Amor fugaz,
 duró tan solo un instante,
ahora es tan solo un recuerdo
de haberte sentido,
casi en secreto,
pasar los labios sin tus besos.

Salvación, fría, dura en la tierra,
 del gran contacto ardiente
que esta noche está ausente,
mi cuerpo te busca
y mi frente quiere tocar tu frente,
necesito ser amada
aún en la distancia.

Amor fugaz, fue tan solo un instante
 cuando el destino
nos cruzó a los dos,
como transcurre el tiempo de un momento,
cuando lo que dura es un tan solo adiós.

Llegó el amor de pronto
y se marchó de prisa
pero punzó mi corazón
con una espina
pero lo que dejó en mi alma
no termina.

Amor fugaz,
no pude retenerlo,
sólo me dejó
unas cuantas caricias apuradas
y ninguna promesa de regreso.

Nuestras tardes, nuestras noches
 fueron sólo breves horas
de dichas compartidas,
las manos no eran tocar
 lo que hacían en nosotros,
era descubrir;
los tactos nuestros cuerpos inventaban,
nuestras miradas
no se detenían entre nosotros,
pasaban a través de nuestros anhelos.

Amor fugaz,
¿cómo sabré de tu boca
si tus susurros ya mi alma no tocan?
Las palabras brotan de mis dedos
a las hojas que las esperan,
 alegrando mis tristes pensamientos
que visten la nostalgia
de lágrimas por éste,
mi fugaz enamoramiento.

¿Es que fue fugaz
o existe hasta este hoy
en el que te añoro?,
sí, te añoro, mi eterno amor fugaz,
aunque tu susurro
ya mi alma no toquen,
mi deseo por ti se apaga
y mis ojos que iluminaban
tu rostro con mi deseo,
éste se extingue, lánguido, derretido.

De a poco,
 en breves períodos de mi vida sin ti,
convertí el olvido en poesía,
convertí el dolor en poesía,
quedando una herida
que sangra a veces
y a veces se me olvida.
Pido amar de nuevo,
sin dolor, sin heridas, sin olvidos
y así, así,
convierto mi ruego en poesía,
viviendo un esperar con rumbo cierto.

Lejanía sin distancia,
ansiedad de amar sin ansia,
sin tormentas en mi alma,
sólo gozos de saber que existes
y que me estás buscando
entre horas del vivir
que vuelan alto,
esperando que me beses
y me ciñas entre tus brazos por siempre.

Candidez amorosa


Candidez amorosa,
mis pasos de alondra,
pisaron el otoño húmedo
y te sentí volar entre la fronda
 indiferente de viejos pergaminos,
te fuiste lejos,
a lugares inciertos.

Quise seguir tu vuelo solitario,
quise amarrar mis ojos
a tus amadas alas,
quise rehacer mis dedos
con tus plumas,
quise volar cerca de ti,
entretejiéndose
entre tus cálidas caricias.

Candidez amorosa,
inocente, crédula,
creía fácil seguirte y tenerte cerca,
más tú volabas, volabas…
Autómata, juguete de papel y cielo
y te tragaba el viento
y te mordía la distancia luminosa.

Y yo, soñaba… soñaba…
que hoy… tal vez mañana…
quizás un día
yo sería la rama de tu nido.
Candidez amorosa,
entre trinos y cantos, versos y metáforas,
 tejiendo nuestro hogar
para ser tuya en nuestra rama
y donde allí posarás tu piel
con el ahogo de tu aliento.

Pero el tiempo pasó,
 lento, muy lento,
no hubo nido, tú volaste…
Fuiste un cuento, mi sueño,
mi leyenda de otoño en serenata.

Candidez amorosa,
cuando mis ojos gritan tu nombre
en la soledad de la distancia imperdible,
el recordar el abrazo de tu piel,
de nave humedecida,
me sacude y me hiere,
me desdobla y me eleva,
buscándote en esa distancia lejana
donde tú te resguardaste,
 te escondiste.

Mi vida es ahora
un cielo trivial de sueños locos
que llenas con tu aliento
de viajero errante y taciturno.
Aprieta mis deseos,
caliéntame las carnes
con tu pasión de viento.

El sol será mañana
un plato de lujurias
y tú serás mi boca
y mis manos desgajadas.

Candidez amorosa,
¿adónde me conduces?
 ¿Por sendas de ingenuidad,
candor, inocencia?

Creo en todo lo que me rodea 
y a veces agobiada, debilitada,
 por creer en imposibles,
me tiendo
en el manto oscuro y plácido
del campo abierto a la noche
y entre las estrellas rutilantes
 me voy en tu búsqueda
con tus sueños y pensando imposibles,
que nuestro amor como pájaro sin alas,
se acurruca desarmado
en nuestros cuerpos,
en nuestras bocas,
en nuestros corazones.

Candidez amorosa,
canta el río mojado de tipas
y empedrada en la sed del silencio
se consumen nuestras formas
 fundidas en el tiempo inagotable.

Placeres y gozos,
 caricias que desgarra,
besos que dibujan
nuestros rostros temblorosos.
Es nuestro amor
que muere cada noche
para nacer…
y volver a morir a cada instante.

Amor mío,
desboca los temores indefensos,
mi aliento con tu boca,
haz mi piel con tus ojos de humo
 y del mundo sin final
 la comunión de una eterna entrega.