Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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viernes, 11 de noviembre de 2016

Pregunta más halla


Maldita cobardía


Maldita cobardía,
sí tú, el que se cree único e invencible,
eres un cobarde mentiroso,
que no puede enfrentar la verdad,
mirando a los ojos,
de una situación quebrada y desquebrajada para ti,
que venía de tiempo atrás y nunca fuiste valiente,
en enfrentarme y decirme ya no te amo más,
me enamoré de otra mujer.
Por eso en el último instante sin verme,
me lo hiciste saber,
eres cruel y la vida te llevará por senderos implacables
y el infierno lo vivirás acá en la Tierra,
la felicidad verdadera no te tocará,
porque no te verá,
ni la dicha tampoco.

Maldita cobardía,
vivirás en un mundo irreal y fantasioso.
Alguna vez debía decírtelo, nunca lo hice,
lo hago a través de estas cartas,
que me llevan a recordar,
momentos felices que yo creí vivíamos juntos.
Vivimos vidas diferentes,
ahora yo libre gozo de estar,
conmigo misma,
dando amor por doquier.
Allá, en el límite sur,
donde mis dominios terminan,
el mar aún dulce me entrega sus orquídeas de sales
y el río del más fino acento te envuelve,
la cintura,
arrojándome al corazón bandadas de cardenales.

Maldita cobardía,
tú, en cambio,
te miro en el río,
sin querer lanzar los barcos,
pues siempre estarán tus ojos,
vigilando tu vida equivocada y errónea.
No tienes alma sana, aunque te cerquen las aguas,
vivirás fiel a tu destino erróneo.
No te quieres ni un poquito,
porque de lo contrario el egoísmo no te hubiera,
envuelto en una red de tela de arañas,
sin dejarte salir.
Yo siento que el río me endulzará,
con los racimos del cielo,
guardando para mi alma los secretos,
de los astros.
Mientras tu boca enmudece,
la guitarra está llorando por tus verdades escondidas,
en el recóndito lugar más secreto de tu duro corazón.

Maldita cobardía,
voy cantando en busca de un nuevo amor,
verdadero y único,
entre arboles en el río.
Mis poesías de amor renacen nuevas, frescas,
plenas de emoción para que el papel en blanco,
que las espera, las reciba con ansias.
Estoy feliz en el verde levantado del árbol,
donde no pierdo mi albedrío
y en el viento cálido del este
y aún en la orilla del mar enamorado. 

Ahora que no estás


Ahora que no estás,
te añoro y miro por mi ventana
y siento una nostalgia tan grande
que se me cierra el alma
y el día parece llorarme,
lágrimas desconsoladas
cierro los ojos, las preguntas me abandonan,
me hundo en tu querer de ayer,
ese otro hundirse que detrás aguarda,
 a la muerte por no tenerte.

Ahora que no estás,
mejor no amar, mirándome en espejos complacidos,
deshaciendo esa gran unidad en juegos vanos,
mejor no amar, con alas, por el aire,  como las mariposas,
o las nubes flotantes.
Buscaré pesos los más hondos, en ti,
que ellos te arrastren a ese gran centro donde,
donde yo te esperaré.
Amor total, quererse hasta el más allá.
La forma de querer tú es dejarme que te quiera.
El sí que te me rindes es el silencio lejano y distante.
Tus besos son ofrecerme tus labios,
 para que los bese yo,
desde un horizonte infinito.

Ahora que no estás,
y que este cielo me mira con los ojos de tu vida
y sabes que si no estás conmigo mi pecho por ti suspira
y la tristeza me oprime el pecho donde tú anidabas.
Estás dentro de mí que aunque triste,
por tu ausencia siento paz en la presencia,
de los besos de tu boca,
que siento en mis labios tibios como si aún,
me abrazaras y me tocaras.
y poco a poco el agua se va secando,
de la fuente de mis ojos.

Ahora que no estás,
jamás palabras, abrazos, me dirán que tú existes,
que me quisiste jamás.
me lo dicen hojas blancas,
sin tus poemas de amor.
y yo seguiré abrazada a ti, sin preguntarte nada,
de miedo a que no sea verdad,
que tú estás conmigo y me quieres.
y me abrazo a ti, sin mirarte y sin tocarte,
no vaya a ser que descubra con preguntas,
sin caricias, esta soledad inmensa de quererte solo yo.

Ahora que no estas,
¿Dónde estás?
¿En qué me equivoquè?
¿Por qué no sé nada de ti?
Son tantas las preguntas que me hago,
es tanta la confusión,
vivir en un sin saber en medio de la incertidumbre,
que cada vez se me hace más difícil,
haciendo mi camino más inseguro
y ahora no sé qué hacer…
Me digo a mi misma,
¡debo decir basta!
más no puedo dejar de pensar en ti, no puedo seguir…
Necesito de ti, de tus palabras,
porque sin darme cuenta te aleje de mí.
lágrimas recorren mis mejillas,
 mientras te escribo esta carta,
no sé si volveré a verte sólo sé que te esperaré siempre…

Miedo a perderte


Miedo a perderte
Ahora que te nombro y te reclamo,
Se aleja un rudo embarazo de silencios
Entre tu cuerpo y mi presencia.
No te vayas, tú eres para mí la vida entera
Recorres mis sentidos sin orillas.

Miedo a perderte
Eres en mi otoño un viento adolescente en primavera
En la estupre de mis cantos se levanta
Y la sangre convoca en apetencia.
Te nombro a cada instante
Y te invoco con pasión y deseo, no me dejes.

Miedo a perderte
En las duros biseles del silencio
El calor de tus hombros enlazaba
La cima de los cielos con la tierra.
Crecías hacia adentro, mi piel con tu belleza
Y al roce, y al llamado de tus ojos…
Se alzaba de mí siempre este poema.

Miedo a perderte
No me abandones, no te alejes, no te pierdas,
Te buscaré entre el follaje de tu pecado
Y en fresco temblor de tu rocío,
Reposaré la cuidad, cada recóndito lugar secreto,
Explorare el río e indagaré por el mar, por mi cantado.

Miedo a perderte
No te encuentro si me dejas sin el verde levantado
Del árbol donde pierdo mi albedrío
Ni en el viento caliente del estío
Ni en la orilla del mar enamorado.

Miedo a perderte
Y así voy por verdes de la tarde perdida
Por siempre en tu embeleso sin sentir el cercado
De tus brazos, ni ver tu fuego que en los pueblos arde,
Te llamo hasta quebrar mi voz, por eso,
Sangra mi corazón y te derramas alejándote
Sin sequia con una palabra de amor.

Miedo a perderte
Si regresas a mí, amado ausente,
El sol iluminara nuestro amor,
Y nuestra sangre con bilirrubina
Combinándose en el fuego.
Están fuertes mis manos y pasa un viento dormido
Ramos verdes que cierran mi sueño
Y torpe seré por siempre.